lunes, 3 de marzo de 2014

La supervivencia del G-8, en peligro si se prolonga la crisis de Ucrania

WASHINGTON.- La participación de Rusia en los debates y decisiones de las siete grandes potencias industrializadas, iniciada en 1998, podría acabar de forma abrupta como consecuencia del rechazo provocado por la inesperada invasión rusa de Crimea (Ucrania).

El llamado "Grupo de los Ocho" (G-8), creado mediante la ampliación del G-7 a Rusia, marcó la vuelta del gigante ruso a la comunidad internacional tras la disolución de la Unión Soviética y la puesta en marcha de reformas que llevaron la democracia parlamentaria y la economía de libre mercado al viejo antagonista de la Guerra Fría.
Aunque no hay unanimidad entre los miembros del G-7 (EEUU, Japón, Canadá, Alemania, Reino Unido, Francia e Italia, más la Unión Europea), para expulsar a Rusia, la medida constituye hoy por hoy la baza de sanción política y "aislamiento" más poderosa a disposición de los occidentales para obligar al presidente ruso a recapacitar.
"(El presidente ruso) Vladimir Putin no va a tener un G-8 en Sochi. Puede que ni siquiera siga en el G-8 si esto continúa", afirmó John Kerry, secretario de Estado de EEUU, este fin de semana en reacción a la tensa situación en Crimea.
Se da la circunstancia de que Rusia preside este año el G-8 y tiene previsto celebrar la cumbre anual del grupo, en junio, en la localidad de Sochi, no muy lejos de Crimea, la misma ciudad en la que tuvieron lugar durante el pasado mes de febrero los Juegos Olímpicos de Invierno.
Ayer, los países miembros del G-7 decidieron suspender su participación en los preparativos de la cumbre de Sochi, e instaron a Moscú a iniciar negociaciones directas con Ucrania para superar la crisis de Crimea.
Rusia fue el último miembro en sumarse al selecto grupo de poderosos mundiales en 1998, casi dos décadas después de su creación.
Al grupo, conformado en 1975 como Grupo de los Seis (Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido, y EEUU) se le había sumado un año después Canadá.
Tenía como objetivo conformar un club político y económico con los grandes países industrializados que compartían valores similares de apoyo de la democracia multipartidista y respaldo de la economía de mercado.
Moscú fue formalmente invitado al foro por iniciativa del primer ministro del Reino Unido, Tony Blair, y el presidente estadounidense Bill Clinton en 1997. El entonces presidente ruso Boris Yeltsin acudió primero como observador invitado y más tarde como participante de pleno derecho, a partir de 1998.
La decisión de Londres y Washington buscaba impulsar a Yeltsin a continuar con sus reformas en pro de la economía capitalista después de la caída de la Unión Soviética e incluir así a Moscú en el principal foro internacional de las grandes economías mundiales.
No obstante, y pese a las advertencias de EEUU y socios como Canadá de que Rusia podría ser expulsada del grupo, otro miembro muy influyente, como Alemania, ha mostrado su oposición por el momento.
"El formato del G-8 es de hecho el único en el que nosotros en Occidente podemos hablar directamente con Rusia. ¿Deberíamos de verdad abandonar este formato único?", se preguntó Frank-Walter Steinmeier, ministro de Exteriores alemán, este fin de semana, respondiendo negativamente.

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