domingo, 6 de abril de 2014

España es 65.000 millones más pobre que cuando arrancó la crisis

BRUSELAS.- Hace unos días, el secretario general del Tesoro, Íñigo Fernández de Mesa, ratificó que es real, que la recuperación macroeconómica de España ha dejado de ser una percepción, que ha llegado con claras intenciones de quedarse. 

El bono español ha pasado de ganga cimentada sobre una prima de riesgo desbocada y artificial a convertirse en «un valor refugio a nivel internacional». «Nos financiamos al menor coste de nuestra historia», se felicitó. El crédito parece repuntar, el PIB aumenta más de lo previsto, la creación de empleo neto se asentará en 2014... Pero la receta es la misma, prudencia. Ya saben: «Hemos pasado lo peor, pero no podemos cantar victoria, todavía queda mucho por hacer...».
España, quizá el alumno más aplicado a la hora de llevar a la práctica la estricta dieta de adelgazamiento comunitaria -era su particular peaje tras el rescate financiero de 41.300 millones-, ha logrado maniobrar hasta llegar a la pista de despegue con un viento que, además, sopla a favor. Solo queda crecer, por méritos propios, «gracias al sufrimiento de todos los españoles»; pero sobre todo, porque más bajo era difícil caer. «Hemos perdido siete puntos de PIB, de riqueza nacional, en estos seis años de crisis que han sido una auténtica tortura», reconocen fuentes gubernamentales solventes. El golpe ha sido tan duro que España, en términos de contabilidad nacional del PIB a precios de mercado, es 64.800 millones de euros más pobre que en 2008. Un varapalo en toda regla que no tiene parangón en el conjunto de la Eurozona y que solo es comparable al batacazo que se han pegado los países rescatados: Grecia, que ahora está saliendo del coma, y Portugal, cuyas constantes vitales parecen recuperarse. Entre los grandes, el único que se ha resentido es Italia, que ha retrocedido; pero el nivel de caída no es comparable: unos 15.000 millones de un Producto Interior Bruto que es un 50% mayor que el español.
Europa ha vivido dos recesiones, las tasas negativas trimestre a trimestre fueron una constante hasta otoño de 2013, pero aun así, los grandes del euro han conseguido crecer en esta depresión. Sobre todo Alemania, cuyos guarismos evidencian que la crisis no le ha sentado nada mal. Su riqueza nacional anual ha crecido en 263.800 millones hasta adentrarse en el entorno de los 3 billones, un récord que alcanzará en el próximo lustro. Su progresión ha sido constante y solo se resintió en 2009, en el primer gran 'shock' provocado por la caída de Lehman Brothers.
A partir de ahí, Berlín solo ha degustado el sabor del crecimiento mientras los países del sur, sobre todo España, no lograban detener la hemorragia. Sí lo hizo levemente en 2011, pero en 2012 volvieron unas caídas que se repitieron en 2013 y que, con casi total seguridad, desaparecerán este año.
El debate ya no es si habrá o no otra recesión, si España volverá o no al crecimiento. Ahora se discute sobre si España crecerá este año al 1,2% o al 1,5%, y si en 2015 se llegará incluso al 1,8%. «Necesitamos dos años creciendo al 1,5%. Hasta ahora no hemos tenido ese oxígeno, esa oportunidad de ver cómo reacciona el país. Si se logra puede haber sorpresas muy positivas. Porque las recesiones dan muchas sorpresas, pero las recuperaciones también puede darlas», vaticinan los medios gubernamentales.
Las sensaciones son positivas, pero el roto que ha hecho la peor crisis económica desde el crack del 29 ha sido considerable. España debe reinventarse, mirarse al espejo y admitir que no habrá más burbujas inmobiliarias. Y hacerlo, de momento, a base de bajar salarios y ganar competitividad al no poder contar con la baza de la devaluación monetaria de antaño.
Las exportaciones, esenciales para la recuperación, están en máximos históricos, pero no es menos cierto que lo ha hecho en gran parte porque en términos de costes laborales, el país ha retrocedido a la década de los noventa. Siempre hay un pero, lo que se gana de un lado, se pierde del otro, aunque el Gobierno de Mariano Rajoy continúa defendiendo que España debe competir en calidad, en ser mejores que el resto, no en salarios.
Sin embargo, este escenario parece bastante alejado. La nueva batalla se llama fomentar el consumo interno, pero el PIB per cápita español ha sufrido también una de las principales caídas de la Eurozona desde el estallido de la crisis. Ahora se sitúa en 22.300 euros frente a los 23.800 de 2008. Sin embargo, la media de los países de la moneda única ha subido en 500, hasta los 28.600, propiciada sobre todo por socios como Alemania, donde se ha incrementado 3.200 euros, hasta los 33.300. Francia, por su parte, ha subido en 1.200; y Bélgica, por ejemplo, en 1.900.
España es con holgada diferencia la cuarta potencia del euro -su PIB es superior a la suma de Holanda y Bélgica-, pero en términos per cápita, la realidad la sitúa en la segunda fila, muy por detrás del potencial del centro y del norte del continente. Incluso de países más o menos 'hermanos' como Italia, que este último año ha cogido el testigo español como la oveja negra para la Comisión Europea.
Los italianos también son más pobres, pero apenas 600 euros al pasar de 26.300 a 25.600. Como los holandeses, que se han dado de bruces con la dura realidad al situarse en 35.900 euros, 300 menos que en 2008. No hay que olvidar que salieron de la recesión en el pasado trimestre.
El batacazo español, de nuevo, solo puede compararse con el sufrido por los griegos, que son un 25% más pobres que en 2008 -de 20.800 euros a 16.400-. Ni siquiera con el portugués, que apenas ha caído 400 euros, hasta mantenerse en 15.800. Otro monumental desplome es el de Irlanda, aunque en este caso debe tenerse en cuenta que hace seis años habían alcanzado una de las mayores cotas de poder adquisitivo en Europa, hasta los 40.100 euros. Ahora, en los últimos años, se ha estabilizado en 35.700 euros después de haber recibido un rescate de 85.000 millones.
Todos, con la única excepción de Alemania (en Francia, por ejemplo, el paro ha crecido de forma considerable), han conocido la peor cara de la peor crisis. El problema es que algunos, como España, se han topado de bruces con ella. Lo positivo, agregan fuentes del Ejecutivo, es que el país ya conoce su suelo y ahora, solo queda crecer. El partido que acaba de empezar a jugar Rajoy y que termina en las elecciones de otoño de 2015 se celebra sobre un terreno de juego cuyo principal rival es el paro -España es el país de la UE con una tasa más elevada- y con un árbitro, Bruselas, que no ha cambiado pero sí ha aceptado ser algo más flexible en cuestiones clave como el déficit estructural gracias al «éxito» logrado en la salida del rescate. La pista está despejada, por lo que solo queda despegar.

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