Petróleo, minería, finanzas, obras públicas y ahora, Nidera y Noble,
dos de las principales comercializadoras de granos del país. Y,
seguramente dentro de poco, campos y obras de riego para producir soja.
El 19 de julio, el presidente chino, Xi Jinping, llegará a la Argentina para inaugurar las represas Néstor Kirchner y Jorge Cepernic. Esta semana, su canciller Wang Yi se reunió con Cristina.
Las inversiones chinas en el país son parte de un torrente de
capitales cuyo propósito es desarrollar la producción y las
exportaciones de recursos naturales destinados a alimentar el
crecimiento del gigante asiático.
Todo comenzó en 1999. Ese año, doce años después de lanzado el plan
de reformas económicas, el gobierno chino lanzó la Going Global
Strategy, una política destinada a promover la inversión de las empresas
chinas en el exterior, utilizando la enorme pileta de divisas acumulada
en años de éxito comercial y recepción de capitales occidentales.
América Latina (como también Africa) es un destino privilegiado de
esas inversiones. Según cifras de la embajada china en Argentina, más de
treinta compañías chinas están operando en el país, en negocios que van
desde producción de televisores, exploración minera, energía y
finanzas, hasta navegación y pesca. China no sólo se ha convertido en el
segundo socio comercial de Argentina, sino también en la tercera mayor
fuente de inversión, después de Estados Unidos y España.
En las estadísticas oficiales argentinas la presencia china está
desdibujada porque la casi totalidad de la inversión externa china en
América Latina se establece en paraísos fiscales del Caribe y desde allí
rebota a los países de la región. Pero según estimaciones privadas
superan los US$ 23 mil millones, sumando inversiones nuevas, fusiones y
compras de empresas ya establecidas.
Hasta el momento, el principal destino de las inversiones chinas en
la Argentina ha sido el sector energético en general y el petrolero en
particular en el cual la estatal China National Offshore Oil Company
(Cnocc) se posicionó detrás de YPF como la segunda empresa más
importante en la materia luego de comprar el 50% de Bridas que, a su
vez, adquirió Panamerican Energy, que luego se hizo de la compañía Esso.
Esas dos compañías cuentan con reservas petroleras en el Golfo de San
Jorge y Cerro Dragón. Además ya manifestaron su voluntad de invertir en
el yacimiento de gas y petróleo no convencional Vaca Muerta. Sinopec, la
empresa petrolera más grande de China y la séptima a nivel mundial,
adquirió OXI, otra gran petrolera que actúa en el país y que se
encontraba asociada con Repsol Brasil.
Los capitales chinos se posaron también en yacimientos mineros de Río Negro y Jujuy.
En la industria automotriz el capital chino invirtió en la empresa
BYD (baterías y autos eléctricos) mientras proyecta la instalación de
una planta para el ensamblaje de Chery en el Chaco. En Tierra del Fuego
se encuentra la electrónica Huawei y otras ensambladoras de
electrodomésticos.
China también avanzó en el sector financiero con la compra del paquete del Standard Bank, convirtiéndolo en el ICBC (Industrial and Commercial Bank of China).
Una parte de las inversiones está orientada a potenciar la producción
de alimentos. El gobierno chino tiene una doble política consistente en
reordenar y reforzar su industria aceitera (lo cual plantea un desafío
para sus actuales proveedores) y aumentar sus compras de poroto de soja
en el exterior.
En 2011, una empresa de la provincia de Heilongjiang logró un acuerdo
marco con la provincia de Río Negro para realizar una obra de US$ 1.400
millones, destinada a regar 200 mil hectáreas que se dedicarían a la
producción agroalimentaria destinada a China. El acuerdo generó el
rechazo de la oposición y de organizaciones sociales y ambientales, y
fue levantado.
Ahora China juega una nueva apuesta: la constructora estatal China
State Construction Engineering negocia con el gobierno de Entre Ríos un
canal de riego para el cultivo de arroz, con una inversión de US$ 200
millones.
Las inversiones chinas contribuyen a consolidar la especialización
argentina en la producción primaria y ramas de la agroindustria,
tendencia que avanza ante la falta de una política de desarrollo
industrial: la participación de la industria en el PBI y las
exportaciones es similar a la vigente en los años denostados y muy
neoliberales años 90.
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