LISBOA.- ¿Valió la pena? Esa es la pregunta que planea sobre Portugal cuando
llega la hora de hacer balance de su rescate financiero después de tres
años de sufrir continuos recortes y exigentes ajustes a cambio de evitar
la bancarrota.
La respuesta varía de un extremo al otro en
función de a quién se cuestione. El país, que cerró ayer oficialmente su
programa de asistencia financiera, ve asomarse la recuperación
económica después de una recesión que acompañó todo el período de
ajuste, pero el desempleo continúa siendo elevado -pese a haber mejorado
en los últimos meses- y sus niveles de deuda se han disparado.
Las
autoridades lusas son reflejo de esta disparidad. Frente al orgullo y
la satisfacción del Gobierno, una patronal que vislumbra avances pero
que denuncia errores en el proceso, unos sindicatos que censuran los
efectos de la austeridad y entidades sociales que alertan del
empobrecimiento de la población.
"Redujimos el déficit en cinco
puntos en tres años -del 9,8 % de 2010 al 4,9 % de 2013-, hemos vuelto a
crecer -en términos trimestrales- y lideramos las estadísticas europeas
de caída del desempleo", enumera el ministro adjunto a la Presidencia y
de Desarrollo Regional, Miguel Poiares Maduro en declaraciones a Efe.
El
representante del Ejecutivo conservador luso destaca especialmente la
mejora de las exportaciones, que permitió presentar una balanza
comercial positiva en 2013 por primera vez en 70 años, lo que es
considerado una señal de que su economía ha experimentado una
transformación estructural para ser más abierta y competitiva.
A
pesar del "éxito" conseguido, admite no obstante que los "sacrificios"
exigidos a los portugueses fueron "muy fuertes" debido a una difícil
situación en la que el país estuvo al borde del colapso financiero.
"Lo
importante es que esos sacrificios hiciesen sentido, y lo han hecho",
defiende Poiares Maduro, quien asegura que las reformas aplicadas desde
2011 tendrán efecto en la vida real de las personas a corto y medio
plazo.
El presidente de la principal patronal lusa, António
Saraiva, reconoce a Efe los progresos conseguidos, sobre todo algunas
"reformas estructurales importantes que mejoraron el encuadramiento de
la actividad empresarial" y que "redujeron los grandes desequilibrios
macroeconómicos".
Sin embargo, "la deuda pública es
significativamente más elevada" -hoy equivale al 130 % del PIB y en 2011
suponía el 100 %-, la presión fiscal "es enorme" y la recesión durante
los últimos tres años ha llevado al país a "retroceder más de una década
en términos de producción y a finales de los 80 en niveles de
inversión".
"Y falta por resolver el problema gravísimo del
desempleo, que pese a estar cayendo, alcanza tasas social y
económicamente insoportables -actualmente ronda el 15 %-", recalca.
"Un
desastre". Así califica la intervención de la troika el secretario
general del principal sindicato del país, Arménio Carlos, quien
justifica sus críticas por "el aumento de las injusticias, las
desigualdades y el empobrecimiento derivado de la reducción de salarios y
pensiones".
El líder de la central sindical CGTP -de orientación
comunista- afirma que estos tres años bajo la supervisión de la troika
provocaron "la degradación económica, la subida del paro, la reducción
de la protección social a los desempleados y la emigración forzada a
cientos de miles de portugueses".
"El éxito de la troika, del
Gobierno y de los usureros es proporcional al rastro de destrucción
económica y social que dejaron por todo el país", sentencia.
El
"triunfo" que algunos ven en las políticas aplicadas a instancias de la
UE y el FMI entre 2011 y 2014 es también contestado por el sindicato UGT
-de tendencia socialista-, que ve esa idea "ajena a la realidad vivida
por los portugueses".
Su secretario general, Carlos Silva, se
muestra satisfecho por que Portugal optase por una salida "limpia" -sin
recurrir a más apoyo del exterior- que le permitirá ahora gozar de mayor
autonomía, pero lamentó los "errores" cometidos por aplicar una
"austeridad excesiva" en un período de tiempo tan reducido.
"Más
reservas tenemos todavía cuando el Gobierno, en el balance final de este
programa, anuncia la continuidad de las políticas seguidas", asevera el
líder sindical, crítico con "el bloqueo de la negociación colectiva, el
agravamiento de la carga fiscal y la desregulación del mercado
laboral".
Para Eugénio Fonseca, presidente de la institución
social Cáritas, el resultado del programa de ajustes aplicado en
Portugal es un "fracaso" por haber golpeado "fuertemente a la clase
media y media-baja" y conducir "hasta una situación de miseria al 18 %
de ciudadanos que ya en 2011 vivían en situación de carencia económica".
En
entrevista con Efe, Fonseca admite tener la sensación de que el
Gobierno fue "incluso más allá de lo que exigía el memorando" y
cuestiona si la mejora de los índices económicos se sostendrá en el
tiempo.
"Hay personas que se han endeudado para poder hacer
frente a cosas básicas como gastos sanitarios (...) El programa causó
mucho sufrimiento", lamenta.
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