WASHINGTON.- El exsecretario del Tesoro de Estados Unidos
Timothy Geithner reconoce en sus memorias su incapacidad para ver venir
la "espantosa" crisis financiera de 2008, pero se muestra "orgulloso"
de las decisiones tomadas desde el gobierno norteamericano para salvar
la economía del país.
En su libro sobre la crisis "Stress Test: Reflections on Financial
Crises" ("Test de resistencia: Reflexiones sobre las crisis
financieras") que sale hoy a la venta, Geithner hace recuento de los
difíciles años al frente del Tesoro durante la mayor crisis económica
sufrida por Estados Unidos en ocho décadas.
"Tuve muchos días malos. Tuve muchos días espantosos. Estaba bastante
convencido de que era un trabajo sin salida", asegura Geithner al
rememorar su trabajo.
Entre las sensaciones, destaca "la abrumadora carga de
responsabilidad combinada con el riesgo paralizador de fallo
catastrófico, la frustración de las cosas fuera de control, y la
incertidumbre sobre lo que ayudaría y el conocimiento de que incluso las
buenas decisiones podrían tener consecuencias negativas".
"El público despreció nuestros rescates financieros. La opinión
convencional todavía sostiene que abandonamos el interés general para
proteger a Wall Street, excepto en Wall Street", señala Geithner, de 52
años, que fue secretario del Tesoro durante el primer mandato del
presidente Barack Obama (2009-2013).
Por ello, asume su "mal trabajo" a la hora de comunicar la
importancia del rescate, con fondos federales, de gigantes financieros
como Citigroup o la aseguradora AIG.
Reconoció, además, que fue incapaz de ver venir la magnitud de la
crisis financiera que se avecinaba tras la formación de la burbuja
inmobiliaria cuando era presidente de la Reserva Federal de Nueva York
(2003-2009).
Geithner, no obstante, recalca su "orgullo por la mayoría de las
decisiones que tomamos para tratar de salvar la economía", y valoró
positivamente el trabajo junto al entonces presidente de al Reserva
Federal (Fed), Ben Bernanke, y su predecesor Hank Paulson.
Especialmente, subraya la efectividad del Programa de Alivio de
Activos Problemáticos (TARP), lanzado bajo la presidencia de George W.
Bush en pleno estallido de la crisis financiera y que mantuvo Obama,
para sufragar los rescates multimillonarios de entidades financieras y
gigantes automovilísticos para evitar su quiebra.
El programa utilizó cerca de 475.000 millones de dólares de fondos
federales, y el exsecretario del Tesoro recalca ahora que cinco años
después le ha ofrecido beneficios a los contribuyentes.
Asimismo, no deja ocasión de criticar frontalmente a los
congresistas, tanto republicanos como demócratas, por no entender la
complejidad de la situación y obstaculizar su solución, y señaló lo mal
equipadas que estaban las autoridades para el tamaño del desafío.
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