jueves, 1 de mayo de 2014

Trabajadores desencantados abandonan el socialismo en Europa

PARÍS.- Con su buena apariencia, sonrisa y facilidad de palabra, Edouard Martin podría haber sido una estrella de cine de Hollywood. Sin embargo, el trabajador francés del acero y activista sindical que se enfrentó a los presidentes Nicolas Sarkozy y François Hollande para defender puestos de trabajo en un alto horno de Florange, en el noreste de Francia, acaba de cambiar su casco de obrero por un traje de político. 

    El Partido Socialista (PS) de Hollande reclutó a Martin, de 50 años, como principal candidato para las elecciones al Parlamento Europeo del 25 de mayo en la región de Lorena.
    Al igual que otros partido de centroizquierda en otros puntos de Europa, es un intento por recuperar a los votantes de clase obrera desde la ultraderecha y la izquierda radical.
Parece una causa perdida. Un sondeo de Ifop publicado la semana pasada (el 23 de abril) mostró al Frente Nacional antieuropeo a la cabeza del distrito electoral del este con un 26 por ciento, al partido conservador UMP con un 24 por ciento y el PS muy por detrás en el 15,5 por ciento.
     La ciudad de Hayanges, donde Martin trabajó en una fábrica de acero de ArcelorMittal, eligió a un exdirigente sindical de la CGT como su alcalde del Frente Nacional de ultraderecha el mes pasado.
Los partidos tradicionales de centroizquierda se enfrentan al mismo problema en los 28 países de la Unión Europea, a medida que un proletariado industrial desencantado tras llevarse la peor parte de la globalización y la crisis financiera es arrastrado a los extremos políticos.
"El Frente Nacional ha sido el partido número uno entre los votantes de la clase trabajadora en Francia durante más de una década, con la excepción de las elecciones presidenciales de 2007", dijo Pascal Perrineau, profesor de ciencia política en la universidad Sciences-Po de París y un especialista en la ultraderecha.
En Alemania, muchos trabajadores sindicados desertaron del Partido Socialdemócrata (SPD por sus siglas en alemán) por el partido radical La Izquierda hace una década después de que el canciller Gerhard Schröder aprobara reformas poco populares en el mercado laboral y de las pensiones de los desempleados, y sus sucesores fueran parte de una coalición que subió la edad de jubilación.
Estos votantes no han vuelto aunque el SPD consiguiera introducir un salario mínimo nacional y una jubilación anticipada para aquellos que empezaron a trabajar jóvenes en el programa de la nueva coalición.
El SPD que en su momento ganó con más del 40 por ciento del voto nacional se mantiene en torno a un 25 por ciento, 15 puntos por detrás de los democristianos de la canciller Angela Merkel. La Izquierda está sólo por debajo del 10 por ciento, como los Verdes.En Reino Unido, los nacionalistas de derecha UK Independence Party (UKIP), que hacen campaña a favor de abandonar la Unión Europea, están atrayendo cada vez más apoyos de la clase trabajadora y de los votantes pobres que tradicionalmente habían apoyando al Partido Laborista de centroizquierda.
Las encuestas muestran a UKIP, liderado por el carismático extrabajador del metal Nigel Farage, compite con los laboristas por los primeros puestos en las elecciones europeas. Los especialistas en ciencias políticas Robert Ford y Matthew Goodwin descubrieron en una encuesta a 100.000 votantes que UKIP está recogiendo votos apoyado por grupos sociales que ellos llaman "los dejados atrás".
Ya no es refugio para una sola ideología, los conservadores de clase media que "viven en el extrarradio, se quejan en el campo de golf de los costes de la UE, y rememoran los días en los que Margaret Thatcher acabó con los eurócratas", dijeron en su nuevo libro "Revuelta en la derecha".
Por el contrario, los mensajes antiinmigración y antisistema están atrayendo a un perfil distinto del clásico votante: "obreros, mayores, blancos y barones, con pocas cualificaciones y una visión muy pesimista de la economía".
En los sesenta, la clase trabajadora suponía la mitad de los votantes. Para cuando el nuevo laborismo de Tony Blair llegó al poder en 1997, esa proporción había caído a uno de cada tres, por lo que adaptó el mensaje del partido para atraer a los votantes que aspiraban a convertirse en clase media.
"Hemos conseguido grandes cantidades del voto laborista en el norte de Inglaterra, pero nadie se ha enterado", dijo Farage en una entrevista en febrero, cuando su partido se convirtió en la segunda fuerza en una elección parcial en un territorio tradicionalmente de la izquierda.
Los miembros de UKIP fueron bienvenidos en urbanizaciones donde nadie ha visto a un candidato no laborista en el umbral de su puerta durante décadas.
Preguntado sobre cómo podrían tener éxito cuando las encuestas muestran que la UE no están entre las cinco mayores preocupaciones de los votantes, Farage dijo: "Es como si deletreas INMIGRACIÓN. Inmigración y Europa son lo mismo".
Reino Unido vio más de 650.000 inmigrantes - principalmente de nuevos estados miembros del centro de Europa - llegar después de que la UE se expandiera hacia el este en 2004. Aunque el desempleo es bajo, los recién llegados han competido con los trabajadores locales por puestos con bajos salarios, haciendo que caigan los sueldos y aumentando la competencia por plazas en vivienda y escuelas. En Francia, los trabajadores industriales votaron a los comunistas hasta 1981, cuando muchos cambiaron a los socialistas de François Miterrand que aprobó la jubilación a los 60 años y acortó la semana laboral.
Pero el cierre de fábricas, la congelación de salarios, el alto desempleo y la creciente desigualdad han hecho que muchos de ellos voten en contra del Partido Socialista, al que perciben como un partido que se ha vuelto de funcionarios, y a los responsables elegidos, alejados de las preocupaciones de los trabajadores.
Esto ha llevado a los cada vez más numerosos franceses "dejados atrás" al proteccionista y contrario a la inmigración Frente Nacional de Marine Le Pen, y en menor grado al Frente de Izquierda del agitador y activista contra la globalización Jean-Luc Melenchon, que incluye los restos de lo que fue el Partido Comunista.
Como en Reino Unido, muchos de estos votantes tienen unos valores sociales conservadores y han acabado descontentos por medidas como la del matrimonio homosexual. Quieren medidas más duras en relación con la comisión de delitos y a los inmigrantes, a los que muchos culpan de su propia decadencia social.
Los grandes partidos de centroizquierda de Europa parecen perdidos a la hora de atraer a estos grupos de vuelta sin perder a otros segmentos clave de votantes como los homosexuales, musulmanes, a mujeres y a las clases medias progresistas y educadas.
Algunos estrategas abogan por un mayor patriotismo, una táctica utilizada con cierto éxito por Blair. Otros quieren más candidatos de clase obrera, como el trabajador del metal Martin, que cuenta a los empleados que el proteccionismo es la respuesta incorrecta a la pérdida de puestos de trabajo.
"Tenemos que parar de engañarnos a nosotros mismos sobre que Francia puede conservar una base industrial por sí misma. Necesitamos una política industrial a nivel europeo para contar en una economía globalizada", dijo en una entrevista.
"Francia no tiene materias primas. Tampoco fabrica la maquinaria ya. Viene principalmente de China y Taiwán. Si queremos seguir produciendo acero aquí, necesitamos importaciones", dijo el exmiembro del consejo europeo de trabajadores de ArcelorMittal.
"Es más, el 70 por ciento de nuestros clientes son firmas extranjeras de fuera de Europa. Vendemos acero a China. Por lo que si el Frente Nacional llega al poder y aplica su programa, liquidará la industria francesa".
Los sondeos muestran que ni su carisma ni sus argumentos salvarán a los socialistas de otra gran derrota a manos de los enfadados trabajadores.

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