ROMA.- La Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la
Agricultura (FAO) remarcó hoy la necesidad de transitar hacia una
agricultura climáticamente inteligente a nivel mundial, para ayudar a
evitar futuras crisis de seguridad alimentaria.
Este proceso también encierra la posibilidad de provocar una renovación
económica y agrícola en las zonas rurales, donde el hambre y la pobreza
son más frecuentes, apuntó un material de la institución sobre el tema.
El modelo que promueve la FAO pretende abordar tres grandes objetivos: aumentar de manera sostenible la productividad y los ingresos y ayudar a las comunidades rurales y a los campesinos a adaptarse y ser más resilientes ante los efectos del cambio climático (capacidad humana de sobreponerse a situaciones límites).
Además, reducir o eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura, cuando sea posible.
Por un lado, explicó, la magnitud y el alcance de los impactos del cambio climático sobre los sistemas agrícolas implican que impulsar la resiliencia y la capacidad de adaptación de las comunidades rurales es esencial para salvaguardar la seguridad alimentaria mundial.
El aumento de las temperaturas y una mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos tendrán efectos directos y negativos sobre la productividad de los cultivos, la ganadería, la silvicultura, la pesca y la acuicultura en los próximos años, añadió la Organización.
Al mismo tiempo, recalcó, la necesidad imperiosa de hacer frente a los retos que plantea el cambio climático ofrece una oportunidad para transformar la forma en que los sistemas alimentarios utilizan los recursos naturales, mejorar la sostenibilidad y promover la reducción de la pobreza y el crecimiento económico.
Estudios realizados sobre el tema por esa agencia de Naciones Unidas muestran que muchas comunidades rurales ya protagonizan con éxito la transición a nuevas formas agrícolas más adaptadas a los rigores de un mundo más cálido.
El modelo que promueve la FAO pretende abordar tres grandes objetivos: aumentar de manera sostenible la productividad y los ingresos y ayudar a las comunidades rurales y a los campesinos a adaptarse y ser más resilientes ante los efectos del cambio climático (capacidad humana de sobreponerse a situaciones límites).
Además, reducir o eliminar las emisiones de gases de efecto invernadero de la agricultura, cuando sea posible.
Por un lado, explicó, la magnitud y el alcance de los impactos del cambio climático sobre los sistemas agrícolas implican que impulsar la resiliencia y la capacidad de adaptación de las comunidades rurales es esencial para salvaguardar la seguridad alimentaria mundial.
El aumento de las temperaturas y una mayor frecuencia de fenómenos meteorológicos extremos tendrán efectos directos y negativos sobre la productividad de los cultivos, la ganadería, la silvicultura, la pesca y la acuicultura en los próximos años, añadió la Organización.
Al mismo tiempo, recalcó, la necesidad imperiosa de hacer frente a los retos que plantea el cambio climático ofrece una oportunidad para transformar la forma en que los sistemas alimentarios utilizan los recursos naturales, mejorar la sostenibilidad y promover la reducción de la pobreza y el crecimiento económico.
Estudios realizados sobre el tema por esa agencia de Naciones Unidas muestran que muchas comunidades rurales ya protagonizan con éxito la transición a nuevas formas agrícolas más adaptadas a los rigores de un mundo más cálido.
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