DUBLÍN.- Casi diez meses después de que Irlanda abandonase con
éxito el rescate de la UE y FMI, la confianza del consumidor está en su
nivel más alto en siete años por la buena marcha de su economía y la
esperada relajación de la política de austeridad.
El Índice de Confianza del Consumidor (ICC) alcanzó en julio 89,4
puntos, cifra que no se veía desde enero de 2007, cuando aún no se
intuía que el estallido de la burbuja inmobiliaria iba a arrastrar a la
banca nacional.
El colapso de ambos sectores llevó al Gobierno irlandés a asumir una
montaña de deuda que terminó por ahogarlo y obligarle a pedir en 2010 un
programa de ayuda a la Unión Europea (UE) y el Fondo Monetario
Internacional (FMI) por 85.000 millones de euros.
Desde entonces, el ICC, que elabora cada mes el KBC Bank y el
Instituto Irlandés de Estudios Socio Económicos (ESRI), no había
levantado cabeza como consecuencia de la austeridad impuesta cada año
por Dublín en los presupuestos generales del Estado.
No obstante, ahora hay un consenso generalizado de que la
recuperación económica iniciada el pasado año es "sólida y real", lo que
genera confianza entre la ciudadanía, explica el economista David
McNamara, de la consultora Davy Stockbrokers.
Después de que el producto interior bruto (PIB) creciera un "modesto"
0,2 % en 2013, las exportaciones irlandesas, el motor de su economía,
"están volviendo a repuntar con fuerza", lo que ha llevado a revisar al
alza las previsiones para 2014, destaca el experto.
Davy Stockbrkers informó esta semana de que el PIB irlandés crecerá
un 3,5 % este año, frente al 2 % pronosticado hace unos meses, mientras
que en 2015 y 2016 la expansión podría ser del 3 y el 2,8 %,
respectivamente.
También invita al optimismo, apunta McNamara, el hecho de que otros
indicadores "en la economía real", como el producto nacional bruto
(PNB), que excluye las aportaciones de las multinacionales y es, dice,
una media más fiable, creciera un 3,2 % el pasado año.
Asimismo, agrega, el empleo subió un 3 % en 2013 y se espera que el
paro, que alcanzó su pico del 15 % en 2012, caiga por debajo del 10 % en
2015, doce meses antes de lo previsto por el gobierno.
A estos datos macroeconómicos hay que añadir, continúa McNamara, que
el ejecutivo de coalición entre conservadores y laboristas presentará en
octubre unos presupuestos "mucho más suaves" para 2015, cuando se ha
comprometido a rebajar el déficit público hasta el 3 % del PIB.
Los asesores económicos del gobierno y organismos como el FMI han
recomendado a Dublín mantener un recorte de en torno a 2.000 millones de
euros en las cuentas para 2015, pero Davy Stockbrokers y otros
analistas consideran que 500 millones de euros serán suficientes para
alcanzar la meta de déficit.
"Son cifras realistas, a las que además ayuda la revisión del PIB,
que incluye ahora algunas actividades ilegales, por lo que es más fácil
llegar al objetivo de déficit fijado por Bruselas en el 4,8 % del PIB
para 2014 y el 3 % para el año que viene", destaca McNamara.
El gobierno se está viendo obligado a relajar la austeridad después
del castigo sufrido por conservadores y laboristas en los pasados
comicios locales y europeos, según la fuente.
"Hay que recordar -precisa- que habrá elecciones pronto y los
políticos quieren que se vea que hacen algo. Se han juntado un propósito
electoralista, un cambio de reglas del PIB y una renovada confianza en
la economía. Se puede decir que se ha formado la tormenta perfecta".
Existen, no obstante, riesgos para una economía tan globalizada y
abierta como la irlandesa, especialmente expuesta a la inestabilidad de
la economía internacional y de la UE y la zona euro, advierte el
economista jefe del KBC Bank, Austin Hughes.
En su opinión, la confianza del consumidor irlandés ha subido "porque
las señales son positivas y porque espera el fin de la austeridad",
pero seguirá comportándose con "cautela" durante un tiempo, hasta que
compruebe que "la mejora ha llegado a su bolsillo".
Hughes recuerda que los hogares irlandeses figuran entre los más
endeudados de Europa al presentar una media del 196 % de la renta bruta
disponible, frente al 137 % del Reino Unido o el 123 % de Estados
Unidos.
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