martes, 2 de septiembre de 2014

Ante la compleja coyuntura económica, Francia mira hacia Europa / Amilcar Morales

Ante el estancamiento de la economía francesa durante el primer semestre del año y el creciente desempleo, el presidente François Hollande pone hoy sus esperanzas en las tres cumbres europeas del próximo otoño. 

Este fin de semana, en la reunión extraordinaria de los 28 miembros de la Unión Europea (UE), el mandatario galo consiguió, junto al primer ministro de Italia, Matteo Renzi, que sus colegas accedieran a realizar en los primeros días de octubre un encuentro para discutir sobre el crecimiento.

La reunión será seguida a finales del mes próximo por otra cita consagrada exclusivamente a la denominada zona euro, donde están concentrados los principales problemas en la actualidad.

Finalmente en noviembre, luego de la entrada en funciones de la nueva Comisión Europea, encabezada por Jean-Claude Juncker, habrá una tercera cumbre destinada a analizar un programa de inversiones para acelerar la producción a nivel regional.

Juncker anunció un plan de 300 mil millones de euros con este propósito, cifra considerada relativamente modesta por algunos expertos, quienes toman en cuenta que la UE perdió más de 450 mil millones en materia de inversiones durante la crisis financiera iniciada en 2008.

De acuerdo con el jefe de Estado francés, los líderes del bloque continental constataron la debilidad de la actividad económica, particularmente entre los países acogidos a la moneda única, así como la caída de la inflación y un índice demasiado elevado del desempleo.

El presidente había lanzado señales de auxilio a la UE desde los primeros días de agosto, antes de la tradicional pausa del verano, cuando aceptó las dificultades de su país y agitó el fantasma de la deflación en el viejo continente.

Los últimos indicadores de ese mes, cuando la eurozona registró la inflación más baja desde octubre de 2009, con sólo tres décimas de punto, parecieron darle la razón.

Otro factor para convencer a los líderes europeos de brindar más atención a estos temas fue la caída del Producto Interno Bruto (PIB) alemán, que descendió del 0,7 por ciento en el primer trimestre de 2014, a sólo 0,2 en el período de abril a junio.

Hollande espera que en las tres cumbres del otoño puedan discutirse y llevar a la práctica programas concretos para reactivar la economía en la zona euro, donde Francia tiene más de la mitad de sus exportaciones, así como un plan masivo de lucha contra el desempleo.

El estancamiento en los primeros seis meses del año forzó al ejecutivo galo a rebajar las proyecciones anuales y el titular de Finanzas, Michel Sapin, reconoció que el PIB solo aumentará en 0,5 por ciento, en lugar del uno previsto con anterioridad.

La falta de crecimiento va a impedir, además, comenzar a revertir este año la curva ascendente del paro, que afecta en estos momentos a más de tres millones 428 mil personas en edad laboral, un récord en la historia del país.

El sombrío panorama de la economía francesa causó una crisis en el seno del gabinete la semana anterior, que llevó al primer ministro Manuel Valls a presentar la renuncia de sus colaboradores y realizar una reestructuración del Consejo de Ministros.

El detonante fue la crítica de los entonces titulares de Economía, Arnaud Montebourg, y de Educación, Benoit Hamon, a las medidas de rigor aplicadas por el ejecutivo para cumplir sus obligaciones con la UE.

Para el gobierno francés es una prioridad que en este otoño Bruselas acceda a flexibilizar las condiciones del tratado europeo de austeridad presupuestaria, firmado y ratificado en 2012.

Ya es prácticamente un hecho que París será incapaz de cumplir su compromiso de obtener un déficit fiscal inferior al tres por ciento del PIB a finales de 2015.

Si la Comisión no acepta un cambio en las reglas de ese pacto, Francia sufrirá sanciones financieras y sus cuentas quedarán bajo supervisión europea, lo cual significa la pérdida de una parte de su soberanía económica.

Una ventaja relativa para Hollande en este empeño es que su país no es el único en enfrentar serias dificultades en estos momentos.

Después de un repunte en 2013, Italia volvió a entrar en un período de recesión en el segundo trimestre de este año, mientras el PIB conjunto de la eurozona bajó del 0,3 al 0,2 por ciento en ese mismo período.

La situación es preocupante, señaló el mandatario francés, y reclamó que Europa asuma como una prioridad el crecimiento y la creación de empleos.

En la mitad de su mandato y ante la falta de alternativas internas, al presidente galo no le queda otro camino que buscar soluciones en su entorno inmediato y presionar a Bruselas para una flexibilización en las políticas sobre reducción del déficit, donde choca con la oposición de Alemania.

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