BERLÍN.- La industria armamentística alemana analiza si es viable a largo plazo mantener su infraestructura en Alemania
y advierte de que, ante el incremento de los controles a las
exportaciones, sus únicas salidas pueden ser recortar puestos de trabajo
o mudarse al extranjero.
"Si mi país no me compra y al mismo tiempo dice que no puedo
exportar, no puedo aguantar mucho", manifiesta en una entrevista con el
diario "Süddeutsche Zeitung" el presidente de la empresa Rheinmetall y
de la Asociación de la industria alemana de seguridad y defensa, Armin
Pappberger.
Según apunta, "todas las grandes empresas están analizando si pueden permanecer en el país a largo plazo".
Con cerca de 100.000 empleos directos, según datos de la asociación,
se trata de un sector de peso en el Alemania, el tercer país exportador
de armas, aunque se mantiene a distancia de Estados Unidos y Rusia.
En el actual contexto, Pappberger ve dos alternativas: "o reducir
nuestra capacidad y recortar más puestos de trabajo o irnos al
extranjero. Otros países como Suiza, Francia o Estados Unidos serían
felices si invirtiéramos en ellos, y desde allí podríamos exportar con
más facilidades", afirma.
Las quejas de la industria tiene su origen en la decisión del Ministerio de Economía, dirigido por el líder socialdemócrata, Sigmar
Gabriel, de reforzar todos los controles de las exportaciones de
armamento y munición a terceros países, es decir, que no forman parte de
la Unión Europea ni de la OTAN.
Gabriel se reunió recientemente en Berlín con los representantes de
las empresas para explicarles sus planes y les prometió agilizar las
autorizaciones para el material denominado de doble uso, tanto civil
como militar, y para las piezas de repuesto, pero para Pappberger no es
suficiente.
Según apunta, en las ferias internacionales ya hay empresas que
anuncian sus productos garantizando que no tienen componentes alemanes,
para asegurar que más adelante no surgirán problemas para exportarlo.
Una de las millonarias operaciones paralizadas recientemente afecta
precisamente a Rheinmetall, la empresa que dirige Pappberger y que había
vendido un centro de entrenamiento de operaciones de combate a Rusia
por 135 millones de euros.
El material se encuentra empaquetado y cargado en setenta camiones en
la planta de la empresa en Bremen, según el directivo, que confía en
comenzar a hablar en las próximas semanas con las autoridades sobre
indemnizaciones.
El veto a las exportaciones a Rusia tendrá un impacto millonario en
su caso, apunta al recordar el interés de Moscú en contar con ocho de
esos centros de entrenamiento.
No hay comentarios:
Publicar un comentario