jueves, 18 de septiembre de 2014

“Tipos infames”, del periodista y escritor Carlos Fonseca

Los desafueros, grandes escándalos y villanías de la elite (los “Tipos infames”,  título del libro del periodista y escritor Carlos Fonseca que este año ha publicado Planeta), suelen aparecer en los medios de manera fragmentada, parcial, o interesadamente en seriales, de modo que resulta difícil hacerse una composición completa del estercolero. 

Aparece un caso de corrupción, se dosifica y se aplica la estrategia del “goteo”, hasta que desaparece y es sustituido por otro. O se bombardea con información de manera que el “ruido” impide obtener conclusiones limpias. De ahí la ventaja de un libro como el de Carlos Fonseca, que ofrece amplia perspectiva, documentación muy exhaustiva y rigurosa, al tiempo que no esconde la subjetividad de un ciudadano (algo más que periodista y escritor) abiertamente “indignado”.

 Otro mérito del libro, no menor, es que designa con nombres y apellidos (no se queda en categorías retóricas) a los “tipos infames”. A los personajes de la “Troika” española (políticos, banqueros y empresarios).

Cuando el ciudadano de a pie se sienta delante del televisor para empaparse de los informativos, y ve a Luis de Guindos en la pequeña pantalla con traje y corbata, anunciando austeridad y “reformas”, conviene saber detalles que señala Carlos Fonseca. 

De Guindos comenzó como secretario de Estado a las órdenes de Rodrigo Rato, pasó a la presidencia ejecutiva para España y Portugal de Lehman Brothers (empresa implicada en el negocio de las “subprime” y la actual crisis), recaló después en Endesa como asesor, y de ahí a ministro. A ello se suman otros cargos, puede que menos conocidos, en Unedisa (editorial del diario El Mundo), Logista o el banco Mare Nostrum

Pero no es el único. Tras la derrota en las elecciones de 2011, la ministra de Economía con el PSOE, Elena Salgado, se enroló como consejera de Chilectra (filial chilena de Endesa), y también de la empresa Abertis.

El libro de Fonseca –periodista de largo recorrido, que ha trabajado en los diarios Ya, El Independiente, la revista Tiempo y, en la red, en El Confidencial, entre otros- es en buena medida un compendio de infamias. Puestos a escoger, tras una lectura atenta del texto, destaca la página 17, con las siguientes perlas. El presidente del Banco de Santander, Emilio Botín, tuvo que abonar a Hacienda 200  millones de euros para no ser encausado por delito fiscal. La razón, el patrimonio multimillonario que escondía en Suiza. 

Mientras ocupó el cargo de gobernador del Banco de España, Miguel Ángel Fernández Ordóñez, utilizaba el eufemismo de la “moderación salarial”, pero “se
marchó a su casa con un salario de 11.000 euros mensuales durante dos años”. Al presidente de Telefónica, César Alierta, le “sobran” en la compañía los trabajadores de 55 años, pero él se mantiene en el cargo con 68, y un salario de ocho millones de euros anuales. Las empresas del IBEX con filiales en paraísos fiscales, las SICAV con una tributación del 1%, etcétera.

Ciertamente, a los ejecutivos de las grandes compañías no les afectan las mismas penalidades que al resto de los mortales. El periodista Carlos Fonseca lo constata con otra ristra de “blindajes”, fueros y doradas prebendas. El primer caso es el de Baldomero Falcones, expresidente y exconsejero delegado de Fomento de Construcciones y Contratas (FCC), que con la carta de despido (en enero de 2013) se embolsó una indemnización de 7,5 millones de euros. Dos ejecutivos de Telefónica, Luis Abril y Calixto Río, se marcharon al retiro con 10,8 millones de euros de indemnización. El que fue vicepresidente de Indra, Regino Morachel, con 9,1 millones de euros en 2012. Según un informe de la Comisión Nacional del Mercado de Valores (CNMV), 31 de las 35 empresas del IBEX cuentan con cláusulas de blindaje, que afectan a 237 directivos.

Tal vez haya que hacer un alto en el año 2011. Bankia (que en sus anuncios invitaba a los españoles a convertirse en banqueros por el hecho de adquirir acciones) repartió ese año 7 millones de euros entre su personal directivo, de los que algo más de dos fueron al bolsillo de Rodrigo Rato. También en 2011, cuando la entidad financiera empezó a cotizar en Bolsa, Bankia presentó unos beneficios de 305 millones de euros, pero realmente las pérdidas ascendían a 3.000 millones (la auditora Deloitte se negó a avalar las cuentas). Bankia quebró. Fue rescatada con dinero público, y de la entidad se hizo cargo José Ignacio Goirigolzarri, quien abandonó el cargo de consejero delegado del BBVA con 55 años y una pensión de 68,7 millones de euros.

Cuatro pinceladas sobre Bankia y unos pocos brochazos sobre Endesa. En la compañía eléctrica, relata Carlos Fonseca, coincidieron De Guindos, Salgado, Solbes y Aznar. El expresidente entró en la empresa en diciembre de 2010 como asesor encargado de orientar la estrategia de crecimiento en América Latina. Por 200.000 euros anuales. Presta también sus servicios a Endesa, Felipe Errázuriz Correa, exministro con Pinochet (formó parte del equipo de abogados que lo defendió en Londres) y expresidente del Banco Central de Chile. Hasta 2007 presidió Endesa, Manuel Pizarro, quien se marchó a su casa (un retiro “dorado”) con 18,5 millones de euros de indemnización. En las elecciones de 2008 Rajoy ofreció a Pizarro el número dos de la candidatura por Madrid y casi la certeza de ejercer como ministro de Economía.

Esta realidad ha recibido una denominación ya célebre –las “puertas giratorias”-, que ha suscitado la indignación en algunos sectores (por ahora minoritarios), pero sin traducirse en cambios políticos. Fonseca pone números al trasvase de elites entre las esferas pública y privada y, para ello, se apoya en la información del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa (años 2010 y 2011): el 7% de los consejeros o asesores de las empresas del IBEX han desempeñado algún alto cargo (de designación directa) en la Administración durante la última década (son 34 consejeros que forman parte de 19 de las 35 empresas del IBEX). Más cifras que retratan a los “tipos infames”, y que permiten responder a una descarnada pregunta: ¿Quién paga la crisis?

Enumera Carlos Fonseca, autor en 2004 de “Trece Rosas Rojas”, un rosario de datos que habitualmente se pierden en la vorágine periodística. Pero sobre los que se asienta la pretendida recuperación económica que bendicen los medios oficiales. Entre 2012 y 2013 el número de millonarios en el estado español aumentó un 13%. Alcanzó las 402.000 personas (con un patrimonio superior a los 740.000 euros), según un informe de Credit Suisse. Un informe de la CNMV (octubre de 2013) señalaba que el 66,4% de las principales empresas españolas obtuvieron beneficios en el primer trimestre (14 puntos porcentuales por encima de 2012). Otras veces la “ley del embudo” alcanza el colmo del cinismo. En 2013 el Salario Mínimo Interprofesional (SIM) en España era de 9.000 euros anuales (645,3 euros al mes). Luis María Linde, exgobernador del Banco de España, ganó 81.320 euros entre el 10 de junio de 2012 (cuando fue nombrado) y diciembre del mismo año. Mientras predicaba la derogación del salario mínimo.

La crisis suele presentarse como un fenómeno casi meteorológico, sin causas inteligibles y explicables, de manera que sólo reste una posibilidad: la resignación. Mientras, a medida que avanzaba la crisis y su reguero de damnificados, los altos directivos del IBEX-35 se subieron en 2010 el sueldo un 19,4% respecto al año anterior. En la nómina, Alfredo Sáenz –consejero delegado del Banco de Santander (10,20 millones de euros, según los datos de 2009)-; José Antonio Tazón García –expresidente de Amadeus (10 millones de euros por sacar el grupo a Bolsa)-; Ignacio Sánchez Galán –presidente de Iberdrola (5,34 millones de euros)-; Francisco González –presidente del BBVA (5,31 millones de euros)-; Antonio Brufau –presidente de Repsol (4,5 millones de euros)-. 

Tampoco se trata de un fenómeno exclusivamente hispano. La directora del FMI, Cristina Lagarde, pidió en medio de la recesión un recorte salarial del 10% para los trabajadores españoles, aunque no se aplicó el mismo criterio: se subió el suelo en 2011 (nada más acceder al cargo) un 11%, con lo que pasó a cobrar 346.622 euros netos anuales.

Todo se justifica con la necesidad de corregir el déficit y poner el dogal a una deuda pública desbocada. ¿Pero es un problema de excesivo gasto o de carencias en el capítulo de ingresos? De un “agujero fiscal” que escasamente se menciona en medios ortodoxos. Carlos Fonseca se explica con las cifras del Observatorio de Responsabilidad Social Corporativa (RSC). 33 de las 35 empresas del IBEX disponían en 2011 de sociedades (437) en paraísos fiscales (354 en el año 2010 y 273 en 2009). Los responsables del “agujero”: El Banco de Santander contaba con 72 empresas en paraísos fiscales (el doble que en 2009); ACS, 71 sociedades (cuatro veces más que en 2010). El BBVA presentó en 2011 unos beneficios de 3.770 millones de euros, pero pagó en concepto de impuesto de sociedades 285 millones de euros (un 7,55%). Según el RSC, 17 sociedades de Inditex operan en paraísos fiscales y 15 de Telefónica.

El capítulo 13 del libro de Fonseca se titula “Que paguen impuestos los que menos tienen. Sólo los pobres pagan a Hacienda”. Y, de nuevo, lo justifica con estadística. La de los inspectores de Hacienda: entre el 80 y el 90% de la recaudación de todos los impuestos proviene de las rentas del trabajo. La economía sumergida en el Estado español se sitúa entre el 20 y el 25% del PIB. Además, 7 de cada 10 euros defraudados corresponden a grandes empresas y multimillonarios. Antes de la crisis, los billetes de 200 y 500 euros que circulaban en el Estado español representaban el 71,2% del conjunto de la UE. Y las SICAV de Alicia Koplovitz (marquesa de Bellavista y del Real Socorro), la familia Del Pino, Ana María Calvo-Sotelo Bustelo; Isabel Gamazo (esposa de Juan Abelló), Sandra Ortega Mera (hija de Amancio Ortega). Y los millonarios de la revista Forbes (noviembre de 2013): Amancio Ortega (47.600 millones de euros); Juan Roig (5.800 millones de euros); Sandra Ortega (5.400 millones); Manuel Jove, principal accionista individual del BBVA (3.900 millones de euros)… Carlos Fonseca tira de cruel estadística para componer “Tipos infames”. ¿Se queda alicorto en el título?

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