domingo, 26 de octubre de 2014

Barroso ve a la Unión Europea más fuerte tras la crisis de su deuda

BRUSELAS.- Fuera de la enorme sede de la Comisión Europea, un cartel en una lámpara de la calle proclama "Titanic: últimas semanas". Es un anuncio de una exposición en Bruselas sobre el crucero hundido tras golpear un témpano de hielo frente a Terranova hace un siglo.

Pero es difícil no ver la ironía, cuando Jose Manuel Barroso pasa sus últimos días a la cabeza del brazo ejecutivo de la Unión Europea con su sucesor, Jean-Claude Juncker, ya elegido y hablando de "la última oportunidad de Europa".
Barroso, un ex presidente portugués, se enorgullece de haber ayudado a mantener a flote y ampliar la unión de 28 países europeos durante la peor tormenta económica y financiera en 50 años.
"Siempre tuve la confianza de que íbamos a prevalecer, pero tuve que empujar el barco en la dirección correcta, a veces en contra de vientos muy fuertes", dijo Barroso en una entrevista tras su 75ª cumbre de la UE como presidente de la Comisión.
Su legado es haber ayudado a la zona de la moneda euro a sobrevivir a una crisis de deuda durante los años 2009-13 mediante la creación de un fondo de rescate financiero, la promulgación de normas presupuestarias más estrictas, el endurecimiento de la regulación financiera y de empezar a construir una unión bancaria europea.
Pero deja un vendaval euroescéptico en Reino Unido y vientos de populismo anti Unión Europea en muchos otros Estados miembros, azotados por un alto desempleo y el estancamiento económico.
Sus momentos más felices sucedieron cuando recibió el Premio Nobel de la Paz en nombre de la Unión Europea en 2012 "en un momento en el que había un montón de dudas acerca de la UE, incluso en los países europeos", y la firma del Tratado de Lisboa que reformó las instituciones complejas del bloque después de que los votantes franceses y holandeses rechazasen la Constitución europea.
También ayudó a convertir a Europa en líder mundial en la lucha contra el cambio climático y a impulsar una energía más limpia.
Pero tras años de crisis con noches sin dormir, intentando mantener la eurozona unida, hay otros recuerdos más amargos.
Barroso recordó ser anfitrión de una sesión privada de 'brainstorming' con los líderes económicos de los principales bancos europeos y estadounidenses en julio de 2012 en el pico de la crisis.
"Les hice dos preguntas. '¿Cuántos de vosotros creéis que Grecia seguirá en la Eurozona al final de año? Todos excepto uno dijeron que 'no'. La previsión central era la salida de Grecia".
"Luego pregunté: '¿Cuántos de vosotros creéis que podremos sostener el euro en su forma actual?' Fue un 50/50".
Con la agitación de los mercados financieros, pasó la mayor parte de ese mes convenciendo al primer ministro griego, Antonis Samaras, para aplicar nuevas reformas radicales y a la canciller alemana, Angela Merkel, la líder más poderosa de la UE, para mantener a Atenas en la eurozona.
"Había muchas personalidades importantes, incluso en el Gobierno alemán, diciendo que lo mejor que podíamos hacer era expulsar a Grecia y otros para salvar el resto", recordó.
Si Grecia hubiese sido expulsada, Portugal, España e Italia se habrían visto sometidos a una presión inmediata del mercado. La supervivencia del euro, lanzado en 1999 como el proyecto económico central de Europa, que sustenta su mercado único, habría estado en peligro.
Barroso dijo que había hecho un llamamiento a los instintos cautelosos de Merkel.
"Para mí el punto no era tanto convencerla del interés de tener a Grecia en el euro, sino del peligro de no tener a Grecia".
"Dije '¿Quieres saltar a la oscuridad?. Este es un argumento potente para alguien como Angela Merkel cuyo sistema de toma de decisiones es básicamente conservador en el buen sentido de la palabra. Ella intenta minimizar el riesgo, no maximizar los beneficios".
En otra ocasión, en una tensa cumbre económica del G-20 en el centro turístico francés en Cannes, en noviembre de 2011, Barroso obtuvo el apoyo del presidente de Estados Unidos, Barack Obama, para frustrar la presión alemana de forzar a Italia a aceptar un programa de préstamo contingente del Fondo Monetario Internacional.
"Este fue, quizás, el momento más difícil", dijo.
A los líderes mundiales con dudas, como Obama y el presidente ruso, Vladimir Putin, de que el euro sobreviviría no con una solución limpia e inmediata, sino no "saliendo del paso".
"Los poderes que tengo hoy en día son mucho más grandes que los poderes de mi predecesor, Jacques Delors, alguien al que admiro muchísimo", dijo, hablando en particular del mayor papel de la Comisión en la vigilancia de los presupuestos nacionales.
Esos nuevos poderes son una de las razones por las que el mandato de Barroso está terminando en medio de un escándalo político.
En un intento por hacer cumplir las normas fiscales durante la crisis, la Comisión está en un enfrentamiento con Francia e Italia sobre sus déficit presupuestarios.

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