BERLÍN.- El ministro de Finanzas de Alemania,
Wolfgang Schaeuble, tuvo que soportar críticas durante las reuniones
del Fondo Monetario Internacional en Washington este fin de semana y
desestimó las sugerencias de que Berlín está bajo presión para cambiar
su manejo de la economía.
Pero la verdad es que el país no había estado tan aislado en sus
políticas económicas europeas desde el momento más álgido de la crisis
financiera de la zona euro hace más de dos años.
En Washington, Schaeuble tuvo que soportar sermones de críticos como
el ex secretario del Tesoro de Estados Unidos Larry Summers, quien en
un panel de discusión acusó a Alemania de llevar a Europa por un camino
de deflación al estilo japonés con un enfoque equivocado en la
consolidación presupuestaria.
Además, el ministro alemán tuvo que oír los consejos de aliados
tradicionales, como el finés Jyrki Katainen, un futuro presidente de la
Comisión Europea, que advirtió que Alemania no podrá permanecer fuerte
para siempre si no invierte más en su propia infraestructura y sistema
de educación.
Las críticas no pasaron inadvertidas en Alemania, donde los medios
han respaldado hasta ahora el esfuerzo de Berlín por mantener un
presupuesto equilibrado, su rechazo a los estímulos y su insistencia en
que socios como Francia e Italia avancen con dolorosas reformas
estructurales, pese a la desaceleración de sus economías.
En su editorial del domingo, el diario conservador Die Welt
argumentó que una economía alemana en debilitamiento debería forzar un
replanteamiento de la política económica.
El periódico Sueddeutsche Zeitung, en tanto, sugirió que los
demócrata cristianos de la canciller Angela Merkel se arriesgan a
convertirse en el "Tea Party de Europa" con su enfoque en la reducción
del déficit.
En febrero, el Gobierno de coalición de Merkel presentó un reporte
sobre el panorama económico del 2014 que describió que Alemania estaba
en medio de una "recuperación estable, de base amplia".
Desde entonces, la debilidad en socios comerciales clave en la zona
euro ha comenzado a afectar a las exportaciones germanas, mientras que
el agravamiento de la crisis en Ucrania ha provocado inquietud entre las
empresas, que están posponiendo inversiones.
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