jueves, 23 de octubre de 2014

La FAO y la Unión Europea proponen un programa contra la desertificación

ROMA.- La Unión Europea y la FAO propusieron un fondo de 52 millones de dólares con el propósito de rescatar tierras áridas y degradadas, que hoy se extienden a zonas vulnerables de África, el Caribe y el Pacífico. Los propósitos de la iniciativa, denominada Acción contra la Desertificación, son combatir en los próximos cuatro años el hambre y la pobreza, fomentar la estabilidad y aumentar la resiliencia ante el cambio climático, según destaca un comunicado de la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura (FAO).
La ayuda cuenta con la colaboración del Grupo África, Caribe y Pacífico (ACP), donde más del 70 por ciento de las personas que viven en tierras áridas obtienen su sustento de recursos naturales ya sobreexplotados por el crecimiento demográfico y el cambio climático.

Para el comisario europeo de desarrollo, Andris Piebalgs, los retos de la acción trascienden el problema de la degradación de los suelos, ya que también se pretende afrontar la pérdida de la biodiversidad y la inseguridad alimentaria a través de una gestión sostenible de la tierra.

De igual modo, el secretario general de la ACP, Alhaji Mumuni, expresó la interrelación entre estos desafíos al señalar que hambre y pobreza, cambio climático, deforestación, desertificación y pérdida de biodiversidad están relacionados entre sí, de ahí la necesidad de potenciar enfoques integradores para combatirlos.

El programa conjunto de la FAO, la ACP y la UE, cuya financiación incluye 20 millones del Fondo Europeo de Desarrollo, se centrará en la región del Caribe en Haití y en el Pacífico, en Fiji.

En África los esfuerzos de Acción contra la Desertificación fortalecerán la Iniciativa de la Gran Muralla Verde del Sáhara y el Sahel, la cual desde su creación en 2007 apoya a las comunidades locales, al gobierno y a la sociedad civil en Burkina Faso, Etiopía, Gambia, Níger, Nigeria y Senegal.

Dicho proyecto también promoverá la generación de ingresos y la creación de oportunidades de empleo en las zonas rurales, en especial para los jóvenes y las mujeres, sobre la base de la producción sostenible, el procesado y comercialización de productos agrícolas y los bienes y servicios forestales.

La propuesta representa un ejemplo del aumento de la colaboración Sur-Sur y pone de manifiesto cómo naciones de distintas latitudes geográficas frente a retos similares asumen alternativas conjuntas.

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