domingo, 16 de noviembre de 2014

Se constata en el G-20 que España dejó de ser una preocupación económica internacional

BRISBANE.- El presidente del Gobierno español, Mariano Rajoy, sale de la cumbre del G-20 con la constatación de que España dejó atrás definitivamente el tiempo en que su economía era una preocupación internacional.

Ese es el análisis que ha hecho Rajoy al término de la cita de los líderes del G-20 en la ciudad australiana de Brisbane, donde fue invitado a abrir ayer las sesiones de trabajo de la cumbre para que expusiera la receta del cambio en la situación económica de su país.
Como la mejor prueba de ese vuelco, ha comparado la reunión que hoy ha mantenido con el presidente de Estados Unidos, Barack Obama, y los presidentes o primeros ministros de Francia, Alemania, Reino Unido e Italia, con la que protagonizaron los mismos países hace dos años en la cumbre del G-20 de Los Cabos (México).
En la de 2012, sólo se habló de la situación económica de la eurozona y de si España iba a tener que ser rescatada o no.
Hoy, ha asegurado que no ha habido referencia alguna al momento económico que atraviesa Europa o España y sólo se ha abordado la negociación del tratado de libre comercio entre la UE y Estados Unidos y la situación en Ucrania.
Rajoy ya recibió también en la cumbre del G-20 del año pasado en San Petersburgo (Rusia) los elogios de este foro y de presidentes como Obama y Vladímir Putin por la marcha de la economía española.
Pero en Brisbane es donde Rajoy ha visto que se ha ido un paso más allá y ya se pone a España como "ejemplo de superación" y muestra de "una sociedad capaz de dar la vuelta a una situación muy difícil".
Para Rajoy, la clave para ello son las reformas y que han sido calificadas hoy de "valientes" por el primer ministro de Canadá, Stephen Harper, en la reunión que ha mantenido con su homólogo español.
Ya ayer, el primer ministro australiano y anfitrión de la cumbre, Tony Abbot, le comentaba que "España tiene una gran historia que contar al mundo por el éxito de sus reformas".
Todo ello llena de orgullo al presidente del Gobierno, que no obstante y a renglón seguido de esa confesión, cree que debe hacerse aún mucho más y que, en ese camino, el G-20 tiene mucho que decir y que hacer impulsando medidas para el crecimiento y la creación de empleo.
Precisamente, la elevada cifra de parados que sigue existiendo en España es una de las razones por las que considera que en muchas ocasiones pueda parecer que los efectos de las reformas tengan más reconocimiento fuera que dentro del país.
A ella ha sumado otra: "En España -ha dicho- hay mucha gente que tiene que cascarle al Gobierno porque forma parte del mundo en que vivimos, mientras que en otros sitios las cosas se pueden contemplar con más tranquilidad".
Si Rajoy ha asegurado comprobar que los objetivos del G-20 casan a la perfección con los que tiene su Gobierno, ha instado a este foro económico mundial a que siga haciendo más para plantar cara al fraude fiscal, un problema especialmente lacerante, a su juicio, ante los sacrificios de la ciudadanía a consecuencia de la crisis.
En ese sentido, ha planteado una petición concreta y que ha considerado como un "compromiso moral": que no haya ningún lugar en el mundo donde pueda refugiarse la riqueza que no tributa y que ninguna autoridad fiscal proteja a los evasores fiscales.

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