LISBOA.- La angoleña Isabel dos Santos es considerada la
mujer más rica de África, con Portugal como principal campo de
operaciones fuera de su país. Hija del presidente angoleño, -en el cargo desde hace 35 años-, Dos
Santos es ya una de las figuras con más peso en la economía lusa, con
participaciones en múltiples compañías de distintos sectores, desde la
banca hasta la energía, pasando por las telecomunicaciones.
Se le atribuye tal poder que algunos ya la tratan en Portugal como la
nueva DDT, las siglas en portugués de "Dueña de Todo Esto", una
expresión utilizada en el ambiente periodístico luso para referirse a
Ricardo Salgado, antiguo presidente del Banco Espírito Santo (BES),
ahora caído en desgracia.
La revista "Forbes" cuantifica la fortuna de Isabel dos Santos en
3.000 millones de euros gracias a sus inversiones, lo que la sitúa en la
octava posición en la lista de los más ricos del continente. La
primera, si se restringe a las mujeres.
"Es una persona muy discreta, a la que no le gusta mucho estar en
público (...) En la mayor parte de sus empresas tiene personas delegadas
encargadas de dar la cara", explicaron miembros de la comunidad
angoleña en Lisboa conocedores de su trayectoria.
Ese perfil contrasta con la espectacularidad de su apetito inversor, cuyo último ejemplo vuelve a producirse en suelo luso.
Isabel dos Santos presentó hace días una oferta de 1.210 millones de
euros por Portugal Telecom (PT) SGPS, una firma sin actividad operativa
pero con un porcentaje relevante de acciones en la firma brasileña Oi,
lo que le permitiría tener voz y voto en la compañía.
A sus 41 años, en menos de dos décadas ha pasado de terminar de estudiar ingeniería en Londres a gestionar una fortuna colosal.
Mientras que algunos ven el suyo como un caso de éxito empresarial,
otros apuntan a su progenitor como verdadero artífice de su ascenso y la
acusan de beneficiarse de un régimen tachado de "corrupto" por
diferentes organismos internacionales.
Nacida en Azerbaiyán del primer matrimonio de su padre, Isabel dos
Santos -la hija mayor de la familia- se crió en Luanda, donde también
reside actualmente. Casada con el congoleño Sindika Dokolo, quien se
define a sí mismo como hombre de negocios y coleccionista de arte, tiene
tres hijos.
De regreso a la capital angoleña tras su experiencia británica,
arrancó su trayectoria en los negocios convirtiéndose en socia de un
restaurante llamado "Miami", con apenas 24 años.
"El papel que desempeñaba entonces era de relaciones públicas. No
había muchos sitios en la ciudad de calidad y ellos aprovecharon ese
vacío, se convirtió en una referencia gastronómica, con música en vivo y
exposiciones", recordó un periodista angoleño residente en Portugal.
Sus defensores consideran que su imperio comenzó a tomar forma con su
entrada en la empresa de telecomunicaciones Unitel, hoy un gigante en
Angola con voluntad de convertirse en uno de los grandes operadores del
continente.
"Siempre ha tenido buen ojo para invertir en el momento adecuado.
Cuando el mercado internacional apenas miraba hacia Angola, decidió
apostar por Unitel, que en poco tiempo creció enormemente por la
expansión de la telefonía móvil e Internet", dijeron las fuentes.
Después vinieron sus negocios en el área petrolífera, sector en el
que entró capital portugués. Las relaciones creadas entonces facilitaron
su salto a Lisboa.
Sólo en Portugal cuenta con participaciones en la petrolera Galp, en
el Banco Portugués de Inversiones (BPI) y en la empresa de
telecomunicaciones NOS, tres firmas "de bandera" para la antigua
metrópoli.
Además de Unitel -con negocio en otras naciones de lengua portuguesa
como Cabo Verde y Santo Tomé y Príncipe-, posee también acciones del
banco angoleño BIC y se le atribuyen participaciones en compañías del
sector de los diamantes y del petróleo, dos áreas fundamentales para su
país natal.
Angola, antigua colonia lusa, ha crecido en la última década con
fuerza -algunos ejercicios hasta los dos dígitos-, aunque presenta
"elevados índices de pobreza", en palabras de su propio presidente, José
Eduardo dos Santos.
El país es considerado el segundo mayor productor de petróleo de toda
África y tiene una gran riqueza natural, pero sigue siendo uno de los
países con menor esperanza de vida del mundo (55 años) y presenta
elevadas tasas de mortalidad infantil.
Entidades como la ONG Transparencia Internacional o Human Rights
Watch denuncian la corrupción en el país y acusan a su presidente de
impedir el desarrollo de una democracia real.
Todo ello hace que las ambiciosas inversiones de Isabel dos Santos
levanten ciertas suspicacias en Portugal entre algunos sectores.
Por el momento, el deterioro en las relaciones entre los dos países
-de dominio público- no parece afectar a los negocios de la "Princesa"
angoleña, como es conocida en su país natal.
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