miércoles, 26 de noviembre de 2014

Los jóvenes tienen sobre sus espaldas las mayores consecuencias de la crisis económica global

GINEBRA.- La actual precaria situación laboral es hoy una muestra de que los jóvenes ven frutrado su desenvolvimiento profesional, y tienen sobre sus espaldas las mayores consecuencias de la crisis económica global. De acuerdo con el informe "Estado de la población mundial 2014" publicado por la Organización de Naciones Unidas (ONU), el número de personas entre 10 y 24 años supera los 1.800, lo cual marca un nuevo record, por lo que ese grupo conforma la cuarta parte de la población mundial.

Sin embargo, señala el documento, el 90 por ciento de los mismos viven en países en desarrollo, que no les brindan suficientes oportunidades para incrementar su potencial.

Seis por cada 10 de esos jóvenes están desvinculados del estudio o el trabajo, y más de 500 millones viven con menos de dos dólares diarios, situación que aumenta el malestar social y la migración no controlada en busca de mejoras económicas, informó la ONU.

Paradójicamente, a pesar de que el elevado nivel de pobreza en este grupo social es un tema tratado en casi todas las reuniones de la comunidad internacional, dos de cada tres países ignoran por completo tal problema al establecer sus estrategias y planes de desarrollo.

Desde 2013 la relación entre desempleo juvenil y adulto alcanzó máximos históricos, registrando tasas preocupantes en el Oriente Medio y África del Norte, así como en algunos países de América Latina y el Caribe y Europa Meridional, señaló la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Esta situación trae como resultado que el índice mundial de paro entre menores de 25 años llegue al 13 por ciento, un valor tres veces mayor que el de los mayores, informó la OIT.

Los jóvenes son los innovadores, creadores, constructores y líderes del futuro, pero pueden transformar el porvenir solo si cuentan con las aptitudes, la salud, la capacidad de adoptar decisiones y verdaderas oportunidades en la vida, expresó Babatunde Osotimehim, director ejecutivo del UNFPA.

El pleno ejercicio de los derechos humanos es un sueño lejano para millones de adolescentes, pues las atroces violaciones son cotidianas para muchos de ellos, comunicó el Fondo de las Naciones Unidas para la Población (UNFPA).

La inversión en los jóvenes es una de las más acertadas para un país, pues al disponer de los servicios básicos, las futuras generaciones estarán en condiciones de ayudar a romper el círculo de la pobreza, agregó la ONU.

La responsable de Salud Sexual y Reproductiva del UNFPA, Laura Laski, subrayó que 175 millones "son incapaces de leer una frase completa de corrido debido a la mala educación que recibieron" y añade que 58 millones de niños en todo el mundo aún permanecen sin escolarizar.

Sin embargo, la experta se muestra optimista, al manifestar que "no hay que ver el gran tamaño de la población actual de jóvenes como un reto abrumador ni una amenaza, sino como los posibles arquitectos de una transformación histórica del bienestar humano".

Laski declaró que la manera de aprovechar el potencial de este sector social es a través del "dividendo demográfico", que ocurre cuando una sociedad tiene más ciudadanos laboralmente activos que sin trabajar, o dependientes.

Añade que esto sólo puede lograrse si se establecen medidas concretas para proteger los derechos de las generaciones tempranas, así como los sistemas de salud y enseñanza.

Los países que no presten atención a la juventud pueden experimentar un incremento progresivo de la tasa de fecundidad y verse obligados a mantener a un elevado porcentaje de personas dependientes, lo que resultaría en una fuerza de trabajo poco calificada que atrapará a las economías en actividades de escaso valor y débiles índices de crecimiento.

La situación actual demanda la implementación de mecanismos en todos los países para lograr tasas bajas de mortalidad, así como una fecundidad que fomente el surgimiento de una población joven capaz de impulsar la economía.

Por otra parte, el acceso a la salud y la educación, así como políticas encaminadas a la inclusión y el desarrollo profesional de los que aun no son adultos, resultan imprescindibles para mejorar su nivel de vida y reducir la pobreza.

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