BRUSELAS.- Los eurófobos y populistas se quedaron hoy solos en la defensa de la moción de censura contra el presidente de la Comisión Europea (CE), Jean-Claude Juncker, por el caso LuxLeaks de presuntas ventajas fiscales a multinacionales.
Los
grandes grupos del hemiciclo, desde el Partido Popular Europeo (PPE)
hasta la Izquierda Unitaria Europea (GUE/NGL), pasando por
socialdemócratas (S&D), los Verdes y liberales (ALDE), quisieron
distanciarse de la jugada política contra el Ejecutivo comunitario de
los euroescépticos, liderados por Nigel Farage (UKIP) y Marine Le Pen
(No Inscritos).
En el debate previo al voto el jueves de la moción de censura,
el líder del PPE, Manfred Weber, acusó a los euroescépticos de buscar
sus "15 minutos de gloria", y les acusó de "no trabajar nunca de manera
constructiva por Europa".
Por su parte, el presidente del S&D,
Gianni Pittella, les echó en cara que no se dan cuenta de que el plan
de crecimiento y empleo lanzado por Juncker puede ser "la última
oportunidad para relanzar la economía europea".
Una de las
posiciones más difíciles ha sido la de la líder de la GUE/NGL, Gabi
Zimmer, cuyo grupo no apoyará la moción presentada por los
euroescépticos a pesar de que ellos mismos intentaron, sin éxito,
recabar las 76 firmas preceptivas para presentar una moción de censura
contra Juncker.
El GUE/NGL, al que pertenecen los españoles Podemos, IU y Bildu,
no consiguió los apoyos que buscaba entre los Verdes y ALDE para su
moción, a la que no querían sumar firmas de euroescépticos, por
considerarlos en las antípodas de su idea de Europa.
"Nosotros
queremos una Europa solidaria y por eso miramos mucho los aliados que
nos buscamos", explicó Zimmer, que reclamó la rápida composición de una
comisión de investigación en la Eurocámara sobre el caso LuxLeaks.
A
esa eventual investigación parlamentaria, así como a las pesquisas que
está llevando a cabo la propia CE, se refirió el presidente de los
liberales europeos, Guy Verhofstad, que tachó de "estúpida" la moción de
censura y opinó que no tiene sentido que se vote mientras todavía no
hay resultados de dichos expedientes.
El eurodiputado del
Movimiento 5 Estrellas, Marco Zanni, ponente de la moción que la
Eurocámara votará el jueves, dijo en la apertura del debate que el PE se
ha convertido en "el templo de la hipocresía europea".
Le Pen
fue con su habitual estilo vehemente la encargada de criticar
directamente a Juncker, a quien acusó de "robar a los pobres para
dárselo a los ricos" y de ser "el representante de la Europa de la
codicia".
En su turno de respuesta, el luxemburgués lamentó que
algunos quieran tacharle como "el gran aliado del capital" y defendió
que, si la Eurocámara y los Gobiernos le apoyan, continuará con la lucha
contra la evasión fiscal.
Juncker recordó sus propuestas de
directiva para el intercambio de información fiscal automática y de
armonización de la base imponible consolidada del impuesto de
sociedades, así como sus propuestas de mayor transparencia fiscal en la cumbre del G-20 en Brisbanne (Australia).
El
presidente del Gobierno europeo estuvo en el debate flanqueado por 26
de sus 27 comisarios pues la moción, si es contra el presidente de la
CE, lo es automáticamente contra todo el colegio de comisarios.
La
moción, que fue presentada formalmente por el Grupo Europa por la
Libertad y la Democracia Directa (EFDD, en inglés) con el apoyo de No
Inscritos como los diputados del Frente Nacional, tiene pocas
posibilidades de salir adelante porque precisa el respaldo de dos
tercios de los votos emitidos y de la mayoría de los diputados que
integran el PE.
Populares y socialistas europeos no parecen
dispuestos a pedir la dimisión de una CE que gobierna precisamente
gracias a su apoyo y al de los liberales.
La maniobra contra Juncker
fue impulsada por el grupo eurófobo tras saberse que Luxemburgo pactó
ventajas fiscales secretas con casi 340 multinacionales, entre ellas
Pepsi, IKEA, AIG, Coach o Deutsche Bank, entre 2002 y 2010.
Juncker,
que fue primer ministro de Luxemburgo entre 1995 y 2013, dijo el pasado
día 13 ante los eurodiputados que él no fue el arquitecto del modelo
luxemburgués, pero admitió ser "políticamente" responsable de lo que
ocurrió "en cada esquina de ese país" mientras lo gobernaba.
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