MANAGUA.- Un canal interoceánico en
Nicaragua, una central hidroeléctrica en Honduras: detrás de estos
proyectos de grupos chinos, que desde hace poco demuestran un interés
por América Central, que parecía monopolio de Estados Unidos.
En
Nicaragua, las empresas chinas no tienen por el momento "el nivel de
presencia que tienen empresas de Canadá o Estados Unidos", sostiene
Mónica López Baltodano, directora de la Fundación de Desarrollo Local
Popolna.
Una realidad que empezará a cambiar el 22 de diciembre,
con el inicio de las obras del canal, el proyecto más ambicioso de
América Latina, emprendido por la china HKND.
Al grito de "¡Fuera,
chinos!", miles de nicaragüenses (7.000, según los organizadores)
desfilaron recientemente en Managua, denunciando el riesgo de amenaza
ecológica.
Abogada de 29 años, Mónica López Baltodano está a la
cabeza del movimiento de protesta. "Si se suman las 15 marchas locales
organizadas en dos meses y medio, en total han participado 40.000
personas", asegura.
"Tengo mis dudas" sobre la viabilidad del
faraónico proyecto, cuyo coste se estima en 50.000 millones de dólares,
admite Jaume Giné, especialista en asuntos chinos en la Escuela de
Comercio española Esade. Ve allí "una operación de imagen" para afirmar
la potencia china frente al Canal de Panamá, construido por
estadounidenses.
"El proyecto enfrenta aún grandes obstáculos",
asegura James Bosworth, analista de la consultora norteamericana
Southern Pulse, quien hace referencia a las dificultades técnicas y la
fuerte oposición popular. Pero, "en realidad, el acuerdo (con HKND) va
mucho más allá del canal propuesto. Ofrece oportunidades a numerosos
proyectos de infraestructura, entre ellos puertos, rutas, complejos
turísticos y un nuevo aeropuerto", que, "a diferencia del canal, son
económicamente viables, por cierto, y darán beneficios a los
inversores", agrega Bosworth.
Y, "lógicamente, si el canal se
llega a construir, la presencia de empresas chinas en toda la región se
multiplicará", asegura Ronald Arce, investigador del Centro
Latinoamericano para la Competitividad y el Desarrollo Sustentable
(CLACDS) de Costa Rica. Dado que el arribo de grupos económicos chinos
"es un fenómeno realmente reciente" en América Central "las inversiones
no son grandes", precisa.
Un
estudio del CLACDS publicado en agosto sostenía que Panamá es el
principal destino de las inversiones chinas en esta región. Sin embargo,
en este país, apenas representaban un 2,5% de la inversión extranjera
directa (IED) en 2011. En Costa Rica y Guatemala, menos del 1%.
"En
Centroamérica, aparte del canal (en Nicaragua), las inversiones no son
grandes", afirma Jaume Giné. "Son inversiones pequeñas, como si
estuviesen tanteando las piedras para cruzar el río, que es una frase
muy china", opina.
Poco a poco, "China intenta posicionarse en toda el área de América Central y el Caribe", agrega.
Sus
objetivos: energía, telecomunicaciones e infraestructuras. En Costa
Rica, por ejemplo, hay un proyecto con China National Petroleum
Corporation (CNPC), por 1.300 millones de dólares. En Honduras, una
central hidroeléctrica de Sinohydro (que ya construyó una en Belice),
por 350 millones. Ambos proyectos han sido criticados localmente y
suspendidos por cuestiones de procedimiento, pero están llamados a
reanudarse en los próximos meses.
China Harbour Engineering
Company (CHEC) estudia la construcción de una línea ferroviaria
interoceánica en Honduras, cuyo coste superaría los 20.000 millones de
dólares.
En esta región, "hay también intereses políticos, porque
estamos hablando del patio trasero de Estados Unidos", explica Jaume
Giné, que cita el gran número de pequeños países (incluidos los del
Caribe), cada uno de los cuales tiene un voto en la asamblea general de
las Naciones Unidas, "lo que permite ir reforzando el peso geopolítico
de China".
No hay que olvidar que en América Central están seis de
los 22 que reconocen a Taiwán y "a largo plazo China espera aislar a
Taiwán de los apoyos que le quedan", subraya James Bosworth. Hasta 2007,
aún eran siete, es decir, todas los países centroamericanos, pero ese
año, Costa Rica rompió relaciones con Taiwán para reconocer a China.
Eso
le permitió firmar un tratado de libre comercio con el gigante asiático
en 2011 y luego acuerdos de cooperación en infraestructuras, energía,
educación y comercio en 2013 por 2.000 millones de dólares, cerca del 4%
de su PIB.
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