ROMA.- La esperada decisión del
presidente italiano de presentar su dimisión el próximo año dejará al
primer ministro, Mateo Renzi, ante un delicado reto político.
Después de lanzar indirectas durante meses, es probable
que Giorgio Napolitano, de 89 años, anuncie en su discurso de fin de
año este miércoles por la tarde que dejará su puesto a principios del
próximo curso, aunque podría no decir la fecha exacta.
El jefe de Estado italiano tiene unos poderes amplios
pero poco definidos, incluido el nombramiento de primeros ministros y
puede vetar legislaciones y usar el peso moral de la oficina para
influir en la agenda política.
Si Renzi no puede plantear un candidato aceptable
durante el complicado proceso de elección presidencial, levantará dudas
sobre su capacidad para impulsar duras reformas económicas y planear
cambios en la constitución y el sistema electoral.
Eso alentaría las especulaciones sobre unas elecciones anticipadas, añadiendo incertidumbre política a la zona euro.
Napolitano, un excomunista respetado tanto en Europa
como en Washington, aceptó de mala gana un segundo mandato el año pasado
después de que las elecciones estuvieran a punto de dejar una Italia
políticamente a la deriva, pero dijo que no cumpliría los siete años
completos.
En los últimos meses la especulación sobre los
potenciales sucesores se han disparado y han arrojado nombres que van
desde el presidente del Banco Central Europeo, Mario Draghi, al actual
ministro de Economía, Pier Carlo Padoan, o la ministra de Defensa,
Roberta Pinotti.
Renzi, de 39 años, fue nombrado por Napolitano hace
menos de un año como el primer ministro más joven de la historia, y dijo
el lunes que estaba "absolutamente seguro" de que se podría nombrar un
sucesor. Pero el proceso está lleno de peligros que podrían absorber la
valiosa energía política de una Italia que lucha por salir de la
recesión.
Elegir un presidente involucra a alrededor de 1.000
votantes - miembros del parlamento y representantes de las regiones.
Permite varias rondas de voto secreto, ofreciendo una amplia oportunidad
para la revancha para muchos de los enemigos internos que Renzi se ha
granjeado en sus meses en el cargo.
El ex primer ministro Silvio Berlusconi, todavía
resentido sobre el supuesto papel de Napolitano en su tumultuosa caída
en 2011, ha insistido que un acuerdo sobre el presidente será necesario
para que él dé su apoyo sobre reformas constitucionales más amplías.
Pero la experiencia de 2013, cuando el ex primer
ministro Romano Prodi fue rechazado por alrededor de 100 descontentos
parlamentarios de su propio partido, muestra también los peligros
internos.
Ese fiasco derrocó entonces al líder del Partido
Demócrata, Pierluigi Bersani, que propuso a Prodi, allanando finalmente
el camino para que Renzi tomase el control del partido pocos meses
después.
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