lunes, 1 de diciembre de 2014

Una Europa envejecida necesita los inmigrantes que no quiere

PARÍS.-Europa está envejeciendo más rápido que otras regiones del mundo. Necesita inmigrantes, pero muchos europeos no los quieren. El "viejo continente" puede compensar el impacto del envejecimiento haciendo trabajar más tiempo a los empleados e incorporando a más mujeres, alentando la movilidad en Europa y utilizando mejor a los inmigrantes actuales, según expertos de la UE y la OCDE. 

Pero a medio y largo plazo, la Unión Europea necesitará atraer a un número significativo de trabajadores cualificados de fuera de sus fronteras - y superar la creciente oposición de la opinión pública, como muestra la subida de los partidos populistas contrarios a la inmigración.
"Si cierras la puerta (a la inmigración), pagarás un precio económico", dice Jean-Christophe Dumont, experto en inmigración en la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económica.
"Por ahora, podemos hacer un mejor uso de los inmigrantes que ya están aquí, encajando mejor sus capacidades con las necesidades del mercado laboral. A más largo plazo, no se tratará sólo de encajar capacidades, sino también de cifras", dijo.
Teniendo en cuenta las tendencias actuales, Alemania - potencia industrial de Europa-, junto con España y Polonia, verán reducirse su población, ralentizando el potencial crecimiento económico.
Los 82 millones de alemanes se quedarán en 74,7 millones en 2050 y su edad media aumentará hasta casi 50 años, si permanecen sin cambios los niveles de inmigración, según el organismo de estadísticas Eurostat. Algunas proyecciones son incluso peores, situando la población alemana en 65 millones para 2060.
Eso conllevará "graves restricciones de suministro laboral" en algunas de las economías más fuertes de la UE - Austria, Holanda y Finlandia, además de Alemania -, según un estudio de la Comisión Europea que asume una recuperación económica de referencia de apenas un 1 por ciento.
Por contra, Reino Unido, Francia, Irlanda y en menor extensión Italia pueden esperar una expansión saludable. Reino Unido puede superar a Alemania para 2050 como la nación más poblada de la UE con 77,2 millones, mientras que Francia estará cerca de Alemania con 74,3 millones.
Muchos países europeos, que aún se están recuperando de una crisis de seis años, están viviendo una oleada de retórica política contraria a la inmigración.
Marine Le Pen, en Francia; Nigel Farage, en Reino Unido; y Geert Wilders, en Holanda, están atrayendo a votantes de la clase obrera asumiendo posturas contra la libertad del movimiento de trabajadores dentro de la UE, desde más pobre este y sur al norte más rico.
Acusan a la UE de abrir las puertas a los inmigrantes "que roban puestos de trabajo", tirando por tierra los salarios y el nivel de vida e incrementando los índices delictivos.  
El rechazo a la inmigración llevó al papa Francisco a pedir en el Parlamento Europeo que el continente "anciano y demacrado" ponga buena cara a quienes cruzan el Mediterráneo en busca de una vida mejor.
Otro argumento de presión para el debate racional es el creciente impacto de la caída demográfica en la financiación de las pensiones y en el sistema sanitario, especialmente en países como Alemania y España, que tendrán las poblaciones más envejecidas.
La mayoría de los países de la UE han elevado su edad de jubilación a 65 años o más y están obligando a sus ciudadanos a contribuir más tiempo para recibir la pensión, íntegra, pero hay más incrementos por delante.
Además, hay impacto sobre la economía de que una gran parte de la población se centre en "necesidades, en lugar de apetencias", como explica Paul Hodges, coautor del libro electrónico "Boom, Gloom and The New Normal".
"La demografía marca la demanda", dijo. "Los mayores tienen menos necesidad de coches, casas y productos de consumo y se apañan con ingresos más bajos a medida que se van acercando a la edad de jubilación, ralentizando la economía".
Antes de que comenzara la crisis financiera en 2008, el crecimiento económico de la eurozona era de media del 2 por ciento anual, llevando aproximadamente a un 1 por ciento de ganancia en el empleo y un 1 por ciento en productividad.
Ese potencial de crecimiento, considerado necesario para mantener el nivel actual de bienestar, colapsó durante la crisis y aún tiene que recuperarse en la mayoría de los países.
Sin incorporar a inmigrantes, Europa necesitará un impulso grande e improbable en productividad para mantener sus niveles de vida, o verlos decrecer.

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