BRUSELAS.- Una huelga general contra las
medidas de austeridad del gobierno conservador belga paralizó este lunes
el país, desde el aeropuerto de Bruselas hasta los hospitales, cerrados
salvo para las urgencias.
"Nunca hubo una huelga tan fuerte,
producto de un frente común sindical, del norte al sur y del este al
oeste" del país, se congratuló la secretaria general del primer
sindicato belga, la central cristiana CSC, Marie-Hélène Ska.
Al
igual que en Italia, paralizada el viernes por una huelga general contra
las reformas económicas y sociales del primer ministro Matteo Renzi,
los sindicatos belgas critican el plan de austeridad del nuevo gobierno
de Charles Michel, formado a principios de octubre, y que prevé ahorros
de 11.000 millones de euros en cinco años.
La coalición de Charles
Michel, que integra a los nacionalistas flamencos de la N-VA, prevé
asimismo elevar de 65 a 67 años la edad legal de la jubilación en 2030.
Charles
Michel dijo que quiere relanzar el diálogo con los sindicatos, pero
dejó claro que no cederá en cuanto a los grandes ejes de su política,
que según dice es la única capaz de reducir el déficit y reactivar la
economía.
El dirigente recibió este lunes el apoyo del Fondo
Monetario Internacional, que aplaudió la inclusión de medidas como el
aumento de la edad de jubilación.
Durante la jornada, los piquetes
formados desde la madrugada a la entrada de las empresas dieron un
aspecto de "ciudad fantasma" a varias zonas comerciales o industriales.
Igualmente
hubo algunos incidentes esporádicos, en particular en Charleroi (sur),
donde un automovilista exasperado embistió contra un piquete e hirió a
tres sindicalistas, según la prensa local.
En Bruselas hubo
altercados entre la policía y manifestantes que lanzaron cientos de
huevos contra la sede del partido N-VA. Las fuerzas del orden llegaron a
usar cañones de agua y gases lacrimógenos.
El transporte fue, como se esperaba, el sector más afectado.
Debido
a la huelga de controladores aéreos, ningún avión despegó o aterrizó en
los aeropuertos desde el domingo a las 22.00 (21.00 GMT), lo que supuso
la supresión de 600 vuelos solamente en el de Bruselas.
Los
trenes dejaron de circular el domingo por la noche y ningún Thalys, tren
de alta velocidad o Eurostar (hacia Londres) estaba previsto este lunes
en Bélgica. La navegación comercial hacia y desde los grandes puertos
de Zeebruges y Amberes también estaba detenida.
Tampoco ningún
autobús, tranvía o metro funcionó en Flandes (norte) o Bruselas. En
Valonia (sur) sólo circularon algunos autobuses.
Las escuelas, las
prisiones, las administraciones y también los hospitales --donde fueron
suspendidas las consultas y operaciones no urgentes-- se mostraron
solidarios con la huelga. Muchos centros comerciales estaban asimismo
cerrados.
Esta huelga de 24 horas culmina de momento una serie de
huelgas regionales que ya frenaron la actividad del país en las últimas
tres semanas.
Los sindicatos, que
congregaron a 120.000 personas en una manifestación el 6 de noviembre en
Bruselas, están muy irritados contra los recortes en los servicios
públicos, la cultura o el transporte decididos por el gobierno, que
prevé además congelar en 2015 la indexación automática que permite
revalorizar los salarios en función de la inflación.
El jefe de la
N-VA y alcalde de Amberes, Bart De Wever, considerado el hombre fuerte
de la coalición, criticó con dureza a los sindicatos y denunció una
"huelga política" fomentada por el Partido socialista a través del
sindicato FGTB.
Los sindicatos no quieren "de ninguna manera"
provocar la caída del gobierno, replicó el lunes el jefe de la FGTB,
Marc Goblet, que señaló de paso las "primeras disensiones" en el seno
del gobierno.
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