miércoles, 31 de diciembre de 2014

Cuando la economía rusa estornuda, la antigua Unión Soviética se resfría

MOSCÚ.- Libros de pedidos vacíos en Armenia, pánico en las oficinas de cambio de Bielorrusia o la caída de las transferencias de la diáspora de Tayikistán muestran que la crisis económica rusa tiene una onda expansiva en toda la ex-URSS.

El desmoronamiento del rublo (-40% frente al dólar desde principios de año) sobre fondo de crisis ucraniana y de caída de los precios del petróleo tiene un efecto muy concreto para Manvel Gasparian, emprendedor armenio cuya fábrica de zapatos exporta un 90% de su producción hacia Rusia.
"El precio de nuestros productos aumenta en Rusia mientras que los ingresos de la población se reducen... La demanda cae de forma espectacular", lamenta el hombre de negocios. "Es muy triste".
Con una bajada del 11% de su moneda, el dram, y una caída de cerca del 20% (en dólares) de las remesas de dinero que envían los armenios instalados en Rusia, este país del Caucaso tuvo que rebajar al 3,3% sus estimaciones de crecimiento para 2014 frente al 4,1% que vaticinaba.
No es de extrañar, asegura el economista armenio Achot Aramian, ya que "son empresas rusas las que controlan sectores estratégicos como la energía, el transporte ferroviario y las comunicaciones".
Desde Bielorrusia hasta Asia Central, pasando por el Caucaso, la lógica es la misma, explica el economista Igor Nikolaiev, de la asesoría FBK en Moscú: "Los intercambios comerciales con Rusia y los envíos de dinero de los que emigraron disminuyen al tiempo que cae el rublo".
La decepción es mayúscula en Armenia, que había renunciado en 2013, a última hora, a un acercamiento con la Unión Europea para orientarse hacia Moscú y su unión aduanera con Bielorrusia y Kazajistán. En Kiev, el expresidente Viktor Yanukovich sumió el país en una grave crisis política al tomar la misma decisión.
Los socios más fieles de Moscú son los que más están sufriendo la situación actual, justo antes de que su zona de libre comercio se convierta, el 1 de enero, en una unión euroasiática más amplía.
En la peor etapa de la caída del rublo, a mediados de diciembre, los bielorrusos, que ya vivieron una grave crisis financiera en 2011, se lanzaron a las oficinas de cambio. El banco central impuso entonces medidas de emergencia, como una tasa sobre el cambio de divisas, y el presidente Alexandre Lukashenko, considerado como el más autoritario de Europa, acabó despidiendo a su primer ministro.
En Kazajistán, un país rico en hidrocarburos, la caída del rublo provocó que el mercado interior se viera invadido por productos rusos con precios ahora más competitivos en detrimento de los productos locales.
El presidente Lukashenko y su homólogo kazajo Nursultán Nazarbaiev viajaron la semana pasada a Kiev, donde pidieron que se respetara la independencia de Ucrania, en una clara señal de que desean guardar sus distancias con Moscú.
Nazarbaiev consideró incluso que la unión euroasiática que defiende el presidente ruso, Vladimir Putin, estaba sometida a "riesgos muy importantes".
En Asia Central, las antiguas repúblicas soviéticas dependen en gran medida de las remesas de dinero enviadas por la diáspora que trabaja en Rusia, que representan hasta la mitad del PIB del paupérrimo Tayikistán. Y los emigrantes, que ocupan a menudo empleos poco cualificados y no declarados en Rusia, cobran en rublos y sufren la actual inflación (11,4% en 2014) en su país de residencia.
Según el analista independiente Alexei Karasin, el Kirguistán vio cómo se caían en un 70% (en dólares) sus transferencias.
La moneda local, el som, perdió el 17% de su valor frente al dólar en 2014, y el gobernador del banco central, Toktotul Adbygulov, avisó de que su institución no podría "mantener el som fuera del agua por mucho tiempo".
En el resto de la región, Azerbaiyán y Turkmenistán resisten de momento gracias a sus inmensas reservas de hidrocarburos. Pero en Moldavia y en Georgia, los efectos de las dificultades rusas se notaron, a pesar de que dieron la espalda a Moscú en beneficio de la UE.
La presidenta del banco central ucraniano, Valeria Gontareva, reconoció el martes que las dificultades de Moscú empeoran las graves turbulencias que atraviesa el país, a pesar de la distancia que separa ahora a ambos países, enfrentados por el conflicto en el este separatista.
"Como ciudadana, me alegra lo que pasa con el rublo. Como presidenta del banco nacional, no me puedo alegrar por esto, porque Rusia sigue siendo uno de nuestros mayores socios comerciales", declaró.

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