WASHINGTON.- Para la Reserva Federal de
Estados Unidos, decidir el momento de una subida de tipos de interés por
primera vez en casi una década ahora es lo más fácil.
Lo difícil, y es algo que preocupa cada vez más a los
banqueros centrales estadounidenses, es cómo de rápido ir después de
eso, en medio de un crecimiento global irregular y el nerviosismo de los
mercados durante el largo camino de la Fed hacia las políticas previas a
la crisis.
Apostar al "despegue" de los tipos desde casi cero ya
no es tan arriesgado, particularmente tras un informe de empleo
excepcionalmente fuerte del viernes pasado.
Tras meses de dudas por las señales de debilidad de la
economía mundial, los inversores han anticipado esa primera subida de
tipos para mediados del próximo año, y parecen haber aceptado que la
economía de Estados Unidos puede avanzar con impulso propio.
Recientes conversaciones con funcionarios, técnicos y
economistas de la Fed apuntan a que el debate interno se ha movido desde
el primer movimiento de los tipos al ritmo de incrementos que le
seguiría.
El estancamiento de la inflación es una preocupación
menor a la luz de la continua mejoría de los mercados laborales.
Excluyendo algún shock grave, funcionarios indicaron que seguirán
adelante con el despegue en los próximos meses, moviéndose luego
cautamente para asegurar que no ahoguen la recuperación actuando
demasiado rápido.
"Empezar probablemente ayude (...) de otro modo, se
seguirá aplazando y aplazando y entonces el mercado simplemente seguirá
postergando esto (...) hay que romper el cristal", dijo un exresponsable
de la Fed familiarizado con el debate.
A partir de ese momento, "si la inflación sigue baja,
habrá menos prisa (...) no habrá que actuar en cada reunión", dijo,
refiriéndose a la posibilidad de subir o no los tipos en cada encuentro
del banco central.
Esa sensación está arraigándose en la Fed y reduciendo
las diferencias entre los siete gobernadores y 12 presidentes de los
bancos regionales del organismo, que hasta hace unos meses parecían muy
divididos por cuestiones como la cantidad de holgura en el mercado de
trabajo.
Los funcionarios de la Fed actualizarán sus
proyecciones tras un encuentro que concluye el 17 de diciembre, que
posiblemente marcará una convergencia mayor de sus opiniones.
Naturalmente, hay algún desacuerdo. El ala ortodoxa,
preocupada por la inflación, siente que la Fed debería actuar pronto
para evitar que el estímulo monetario de la era de la crisis genere
burbujas de activos y alzas de precios excesivas.
Otros, como el jefe de la Fed de Minnesota Narayana
Kocherlakota, temen que el banco central sea muy complaciente con el
riesgo de un declive de la inflación. Un desplome financiero en China o
alguna otra perturbación también podrían modificar completamente el
cronograma de la Fed.
Pero con una economía menos dependiente del comercio
exterior y bancos más fuertes, Estados Unidos se ve más robusto que
Japón y Europa, donde la actividad no crece. Más empleos, mayores
sueldos y bolsas en alza y otras noticias nacionales positivas podrían
establecer un escenario para que las familias jueguen un papel mayor en
la recuperación.
"Se está dando todo para un crecimiento del gasto del
consumidor bastante sólido", dijo Mark Zandi, economista jefe de Moody's
Analytics.
Incluso los miembros más cautos de la Fed están
dispuestos a ofrecer una modesta subida del tipo referencial, de acuerdo
con entrevistas con responsables, técnicos y analistas.
Un tipo de interés de un cero por ciento deja a los
responsables sin una manera simple de reaccionar si se debilitan las
condiciones. También está cada vez menos en sintonía con datos que
reforzaron la confianza de la Fed sobre el impulso de la economía.
De hecho, los banqueros centrales están tan confiados
que incluso una clara aceleración de los precios ya se ve como una
condición para el despegue, dijeron funcionarios y técnicos de la Fed en
entrevistas y declaraciones públicas.
Existe un amplio consenso en que el petróleo más barato
y la fortaleza del dólar, por ejemplo, implican que la medida preferida
de la Fed para la inflación puede seguir alrededor del 1,5 por ciento
en los próximos meses.
Eso es considerado muy por debajo de la meta de 2 por
ciento del banco central, dado el lento ritmo al que se cree que se
están moviendo actualmente los precios y salarios de Estados Unidos.
Los funcionarios han dicho que tratan de mirar
más allá del impacto directo del crudo en la inflación, hacia otros
factores que en última instancia harán subir los precios y los salarios.
El crudo más barato probablemente reduzca la inversión
en el sector energético y sus contrataciones en el corto plazo, por
ejemplo, pero con el tiempo subirá la demanda en general, quizá
incrementando las ganancias y las contrataciones de otras firmas,
produciendo finalmente un crecimiento más fuerte.
Los funcionarios de la Fed también quieren ver la
confirmación de tendencias de largo plazo de precios y salarios en
factores como uso de capacidad, el tiempo que requiere llenar puestos de
trabajo y una serie de mediciones de expectativas de inflación.
"Podríamos tener que desvincular las influencias de
corto plazo de los precios de energía de la tendencia subyacente (...)
pero realmente creo que veremos una aceleración del ritmo subyacente de
la inflación", dijo el presidente de la Fed de Atlanta, Dennis Lockhart,
a reporteros la semana pasada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario