sábado, 20 de diciembre de 2014

Tras el hundimiento del rublo, Rusia se enfrenta a un inmenso desafío

MOSCÚ.- Rusia se enfrenta a corto plazo a un inmenso desafío, con amenaza de recesión, desbocada subida de precios y sistema bancario fragilizado, pese a que el rublo parece estabilizado tras su derrumbe a principios de semana.

El movimiento de pánico bursátil el lunes y martes, cuando el euro superó de forma impensable los 100 rublos y el dólar los 80, se asemejó a una pesadilla que viene a cerrar un año de progresiva caída de la moneda, en un contexto de crisis ucraniana y baja de las cotizaciones del petróleo, principal fuente de ingreso del Estado ruso.
Después de ese descalabro es un alivio para los rusos que el rublo parezca estabilizarse este viernes, a 74 rublos por euro y 59 por dólar.
Esa recuperación se debió a la decisión del banco central, obligado a una radical subida de su principal tipo de interés (de 10,5% a 17%), pero también a una mejora en los precios internacionales del crudo.
El presidente Vladimir Putin, en su conferencia de prensa anual del jueves, intentó tranquilizar a los rusos asegurando que lo peor de la crisis habría pasado en dos años. Pero no anunció ninguna medida para apoyar a una economía muy debilitada.
"La trayectoria de la economía en los próximos seis meses será peor de lo previsto debido a lo ocurrido esta semana" advierte Chris Weafer, de Macro Advisory, que prevé una caída del PIB ruso del 5% en el primer semestre de 2015.
"Consumo e inversiones van a sufrir por la subida de las tasas de interés, la inflación va a aumentar por el debilitamiento de la moneda, la confianza va a desaparecer (...)" enumera el experto.
El efecto inmediato de la caída del rublo fue la decisión de algunos suministradores de cesar sus entregas, en lugar de librarse a inciertos aumentos de precio: Apple cerró su tienda en línea, Ikea suspendió durante dos días sus ventas de cocinas, y los automóviles Opel y Chevrolet dejaron de ser entregados a los concesionarios.
La prensa rusa cita decisiones similares para las bebidas alcohólicas y la ropa importada (Zara, TopShop, Calvin Klein...), una forma de evitar vender con pérdidas, en un momento en que los rusos se precipitan a hacer sus compras antes de nuevas caídas de la moneda nacional.
Ello genera una inflación, cercana ya al 10% anual y que amenaza con acercarse al 15% en los meses venideros, con la consecuente pérdida de poder adquisitivo para las familias.
"Se observan creciente signos de que la crisis se expande al sector bancario" advirtió este viernes el gabinete londinense Capital Economics.
El sector financiero ruso es particularmente vulnerable: por un lado, existen poderosos mastodontes públicos, y por el otro, centenares de establecimientos frágiles. Las primeras medidas anunciadas el martes tienen como objetivo asegurar la estabilidad financiera, mediante un mejor acceso a la liquidez, y una flexibilización de las normas contables.
Este viernes, además, los diputados de la Duma (parlamento) aprobaron un texto que prevé la recapitalización de los bancos por un billón de rublos (13.000 millones de euros). El ministro de Finanzas espera así aumentar un 13% el capital del sector bancario y, por tanto, el volumen de los créditos otorgados.
La espiral del rublo recordó a muchos rusos la crisis de 1998, cuando Rusia estuvo al borde de la suspensión de pagos. "La gente reacciona como en 1998 pero no hay motivo para ello: en 1998, Rusia era un país en quiebra, ahora tiene buena salud financiera", según el analista.
Más de 10 años de precios altos del petróleo le han permitido a Moscú acumular muy fuertes reservas de divisas, que superan los 400.000 millones de rublos, aunque hayan quedado fuertemente devaluados por esta crisis. Su deuda pública apenas supera el 10% de su PIB y el presupuesto es hasta ahora equilibrado, e incluso registra superávit.

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