MOSCÚ.- Rusia se enfrenta a corto plazo a
un inmenso desafío, con amenaza de recesión, desbocada subida de
precios y sistema bancario fragilizado, pese a que el rublo parece
estabilizado tras su derrumbe a principios de semana.
El
movimiento de pánico bursátil el lunes y martes, cuando el euro superó
de forma impensable los 100 rublos y el dólar los 80, se asemejó a una
pesadilla que viene a cerrar un año de progresiva caída de la moneda, en
un contexto de crisis ucraniana y baja de las cotizaciones del
petróleo, principal fuente de ingreso del Estado ruso.
Después de
ese descalabro es un alivio para los rusos que el rublo parezca
estabilizarse este viernes, a 74 rublos por euro y 59 por dólar.
Esa
recuperación se debió a la decisión del banco central, obligado a una
radical subida de su principal tipo de interés (de 10,5% a 17%), pero
también a una mejora en los precios internacionales del crudo.
El
presidente Vladimir Putin, en su conferencia de prensa anual del
jueves, intentó tranquilizar a los rusos asegurando que lo peor de la
crisis habría pasado en dos años. Pero no anunció ninguna medida para
apoyar a una economía muy debilitada.
"La trayectoria de la
economía en los próximos seis meses será peor de lo previsto debido a lo
ocurrido esta semana" advierte Chris Weafer, de Macro Advisory, que
prevé una caída del PIB ruso del 5% en el primer semestre de 2015.
"Consumo
e inversiones van a sufrir por la subida de las tasas de interés, la
inflación va a aumentar por el debilitamiento de la moneda, la confianza
va a desaparecer (...)" enumera el experto.
El efecto
inmediato de la caída del rublo fue la decisión de algunos
suministradores de cesar sus entregas, en lugar de librarse a inciertos
aumentos de precio: Apple
cerró su tienda en línea, Ikea suspendió durante dos días sus ventas de
cocinas, y los automóviles Opel y Chevrolet dejaron de ser entregados a
los concesionarios.
La prensa rusa cita decisiones similares para
las bebidas alcohólicas y la ropa importada (Zara, TopShop, Calvin
Klein...), una forma de evitar vender con pérdidas, en un momento en que
los rusos se precipitan a hacer sus compras antes de nuevas caídas de
la moneda nacional.
Ello genera una inflación, cercana ya al 10%
anual y que amenaza con acercarse al 15% en los meses venideros, con la
consecuente pérdida de poder adquisitivo para las familias.
"Se
observan creciente signos de que la crisis se expande al sector
bancario" advirtió este viernes el gabinete londinense Capital
Economics.
El sector financiero ruso es particularmente
vulnerable: por un lado, existen poderosos mastodontes públicos, y por
el otro, centenares de establecimientos frágiles. Las primeras medidas
anunciadas el martes tienen como objetivo asegurar la estabilidad
financiera, mediante un mejor acceso a la liquidez, y una
flexibilización de las normas contables.
Este viernes, además, los
diputados de la Duma (parlamento) aprobaron un texto que prevé la
recapitalización de los bancos por un billón de rublos (13.000 millones
de euros). El ministro de Finanzas espera así aumentar un 13% el capital
del sector bancario y, por tanto, el volumen de los créditos otorgados.
La
espiral del rublo recordó a muchos rusos la crisis de 1998, cuando
Rusia estuvo al borde de la suspensión de pagos. "La gente reacciona
como en 1998 pero no hay motivo para ello: en 1998, Rusia era un país en
quiebra, ahora tiene buena salud financiera", según el analista.
Más
de 10 años de precios altos del petróleo le han permitido a Moscú
acumular muy fuertes reservas de divisas, que superan los 400.000
millones de rublos, aunque hayan quedado fuertemente devaluados por esta
crisis. Su deuda pública apenas supera el 10% de su PIB y el
presupuesto es hasta ahora equilibrado, e incluso registra superávit.
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