BRUSELAS.- Políticos, ecologistas, empresarios y artistas europeos
apuntaron hoy a la parálisis que ha vivido el continente en materia
medioambiental a raíz de la crisis y reivindicaron la necesidad de
reinventar la ecología, para que avance de la mano de la economía, sin
lastrarla ni quedarse atrás.
La cumbre sobre el "Nuevo Ecologismo", organizada por la Comisión
Europea (CE) como pistoletazo de salida de su Semana Verde, se ha
convertido en la primera gran reflexión colectiva europea sobre el
estado del medioambientalismo, mientras la crisis amaina en la Unión
Europea y se aproxima la cumbre de
Cambio Climático (COP) de París 2015.
"No es que no se haya hecho nada, hemos oído muchas advertencias y el
público en su mayoría está de acuerdo con que se tiene que actuar, pero
parece que estamos en una especie de parálisis que nos impide progresar
en cosas sobre las que cualquiera podría pensar que debemos estar de
acuerdo", recalcó el comisario europeo de Medio Ambiente, Janez
Potocnik.
Durante su intervención en el foro, el comisario instó tanto a los
ciudadanos como a las autoridades a actuar, y lamentó las dificultades
que él mismo ha sufrido en Bruselas para impulsar medidas verdes.
"No os revelo ningún secreto si os digo que durante la crisis ha sido
muy difícil aprobar medidas medioambientales en la Comisión Europea, ha
sido difícil incluir consideraciones medioambientales en políticas de
otras áreas", señaló Potocnik.
Afirmó que los gobiernos "están en la posición" de aprobar medidas
contra el cambio climático o a favor de una economía más verde, pero
"por varias razones, no lo hacen".
También defendió que la ecología no puede desentenderse de la
economía y que si ésta no tiene en cuenta los límites medioambientales
"no hay manera de hablar de desarrollo económico, erradicación de la
pobreza y de crear trabajos".
Potocnik afirmó que es necesario establecer normas verdes, dado que
sin éstas los negocios tienden por naturaleza a acumular más beneficios
sin tener en cuenta su impacto medioambiental, y debido a que los
precios del mercado no están ajustados al verdadero coste de los
recursos.
"He sonado como un jinete de apocalipsis, pero mi mensaje es que sí,
se puede", afirmó el comisario, quien defendió la necesidad de que
Europa opte por buscar el "valor añadido" y la innovación.
"En nuestros países, y sí, también en la Unión Europea, tenemos que
lograr que se den cuenta de que no solo se trata de economía,
estúpidos", dijo, dando la vuelta a la frase que utilizó Bill Clinton en
la campaña presidencial de 1992.
El director ejecutivo del Programa de las Naciones Unidas para el
Medio Ambiente (PNUMA), Achim Steiner, coincidió en que el ecologismo
cuenta con un amplio apoyo entre los ciudadanos, pero apuntó a que sigue
prevaleciendo la idea de que "el riesgo de actuar en esta dirección es
que realmente no aportamos soluciones".
Por lo tanto, abogó por centrarse "no tanto en explicar el problema,
sino en avanzar mucho más en articular oportunidades y soluciones".
"En el ecologismo del siglo XXI, tenemos que centrarnos en lo que la
gente necesita, es decir, en trabajos, comida, educación, servicios,
sanidad", defendió Steiner.
"Tenemos que cambiar radicalmente la manera en la que operamos",
aseguró el director general de la ONG WWF, Marco Lambertini, quien
consideró un error mantener estrategias "post-colonialistas" como la
trasmisión de fondos desde los países del norte al sur, dado que "no
funcionan".
Lambertini también apostó por salir de la "zona de confort" para
"conectar el medioambiente con la gente y el desarrollo, (...) y
traducirlo en acciones", así como pasar de "guiar a la gente, a darles
el poder".
El director de cine francés Yann Arthus Bertrand se mostró muy
crítico y confesó sentirse "triste" por que en el ecologismo "hay ganas,
pero no acción", y apuntó con especial dureza a los políticos, al
considerar que "nos han fallado".
"Hay que reconocer que no hay modelos alternativos, yo no los veo",
señaló, a la vez que apuntó a la necesidad de llevar a cabo una
"revolución espiritual" en la que se asuma que se puede vivir "un poco
mejor, con un poco menos", y en este sentido apuntó al presidente de
Uruguay, José Mújica, como un ejemplo.