MADRID.- La globalización de la economía y la interconexión de los mercados financieros y económicos, hace que la independencia de una región de cualquier país genere un importante coste económico que se traslada fuera y especialmente dentro de las fronteras, según www.ahorro.com
Así se argumentó en el
referéndum de Escocia que finalizó en el no, y en el que el peso de la economía tuvo
un importante componente para la decisión de miles de escoceses. Estos
argumentos son aún más poderosos en Cataluña, ya que el peso de la
economía catalana sobre el total de la española es proporcionalmente
mucho mayor que lo es la escocesa sobre el total de Gran Bretaña. Un 19%
del PIB procede de Cataluña y una independencia llevaría a que España
perdiera una quinta parte del Producto Interior Bruto de un plumazo.
Pero también Cataluña sufriría por diferentes razones
una importante caída de su PIB, especialmente por su salida de la Unión
Europea y su complicada integración como país miembro, dado que su
readmisión debería contar con el voto favorable de los 28 miembros
actuales, entre ellos, España.
El efecto más claro y contundente estaría en sus exportaciones,
tanto las que se venden a otros países como las que se harían a una
España, que deja de ser mercado interior. Cataluña exportó en el año
2013 bienes por un valor de 58.358 millones de euros, con un 65% destino
la zona euro. En el momento que deje de ser miembro de la Unión Europea
las exportaciones estarían gravadas por aranceles, la Tarifa Exterior
Común (TEC), que supondría directamente un incremento sobre el precio de
las exportaciones del 5,7%. Este aumento no sólo repercutiría a las
ventas a países de la UE, sino también a las decenas de naciones con los
que la Unión Europea tiene acuerdos preferenciales con rebajas
arancelarias que desaparecerían.
Esta perdida de competitividad se estima que tendrá un impacto de 7.400 millones de euros,
un 13% del volumen de exportaciones y un 3,8% del PIB de Cataluña. Pero
el impacto mayor sería en la venta de productos que realiza actualmente
a otras Comunidades Autónomas de España.
La suma de lo que vende al extranjero y al resto de España supone el 66% del PIB.
El resto de España es su mercado principal, sus 50.000 millones de
ventas suponen más de cinco veces lo que se vende en su segundo país por
ventas (Francia con 10.000 millones) y más de ocho veces que el tercero
(Alemania con 6.600 millones). Por ello mantener el mercado español es
más que importante y es precisamente el que más riesgos tiene:
El llamado Efecto Frontera por el cual el comercio entre países es siempre muy inferior al comercio entre regiones.
El
efecto frontera sería en todas las hipótesis muy superior a cualquier
tipo de boicot o encarecimiento de tarifas y ha sido analizado en casos
producidos en los últimos años (Eslovenia y Croacia o Eslovaquia con la
República Checa). Las hipótesis parten de una caída del 50% y los más
pesimistas hasta el 80%, lo que haría inasumible compensarlo con mayores
compras dentro de Cataluña. En términos del Producto Interior Bruto
supondría un descenso de alrededor del 20%.
En inversión directa de otros países el golpe sería también importante. Cataluña es la segunda región en recepción de capitales y la primera de España en inmovilizado material,
lo que denota la preponderancia en inversión industrial. Las
principales razones de recepción de capitales las perdería de golpe, es
decir, dejar de ser miembro de la UE y empeorar el stock de trabajadores
cualificados que traería la deslocalización de empresas, su traslado a
otros países.
Y es que, en lo más álgido del debate de
independencia de Escocia, empresas y bancos importantes advirtieron que
cambiarían Edimburgo por Londres como sede de sus negocios. Algo
parecido sucedería en Cataluña, con una cuantía por supuesto
indeterminada.
Cataluña tiene un gran número de filiales multinacionales
en sectores tan variados como automoción, químico, textil, electrónica o
alimentación entre otros. La razón de la salida sería que no estarían
dispuestas a asumir los grandes costes que supondría una salida de la
UE. Algo que podrían hacer empresas catalanas y españolas con fábricas
en Cataluña, y que beneficiarían especialmente a regiones limítrofes o
que ofrezcan facilidades para su traslado.
Otra caída importante de ingresos lo tendría vía turismo. Cataluña
recibió el pasado año más de cuatro millones de visitantes españoles que se
dejaron 155,5 euros de media por cada uno de ellos. Por cada
100.000 turistas españoles que dejen de viajar a Cataluña se perderán
15,5 millones o lo que es más importante, un 0,007% del PIB. Peor es el
caso de los más de 15 millones de turistas extranjeros (la Comunidad
Autónoma con más turismo extranjero) que se dejaron 903 euros de media,
por lo que cada 100.000 turistas que pierda supondría una pérdida del
0,04% del PIB.
Además de la caída de venta y salida de empresas, Cataluña se enfrentaría a un problema grave de financiación,
al menos en el corto plazo. Actualmente es la Comunidad más endeudada
de España (27,2% de su PIB) y tras asumir la parte proporcional de la
deuda nacional alcanzaría el 78% del PIB de arranque de la región. A esto se añade que la salida de la Unión Europea llevaría a perder los mecanismos de financiación del Banco Central Europeo.
Cataluña
tendría dificultad para captar fondos de fuera y lo haría mucho más
caro que ahora a la vez que tendría un enorme dilema en su moneda, tal y
como lo hubiera tenido Escocia si se hubiera independizado y optado por
la Libra para sus intercambios sin ser ya su moneda.
Cataluña podría optar porque el euro fuera su moneda oficial tal y como ocurre con Andorra,
San Marino, Mónaco o el Vaticano o por otro lado, utilizarla aunque no
tenga acuerdo legal lo hace Kosovo y Montenegro. La primera opción es
complicada, ya que Cataluña si tiene un peso importante económico (no el
testimonial de estos países) y en ambos casos llevarían a perder
independencia en política monetaria y fiscal, teniendo que adaptarse a
las decisiones que tome el BCE. Pero peor sería el problema en las
reservas, ya que el déficit comercial de Cataluña es sistemático (importa
más que exporta) y se haría mayor al salir de la UE. Si necesita más
moneda que la que entra porque compra más que vende, añadiría un
problema mayor a su PIB, ya que tendría que captar fondos del extranjero
a un precio importante.
En resumen,
el impacto económico para España y Cataluña sería importante. Cambiaria mucho el mapa de los intercambios económicos
y generaría incertidumbres en los mercados financieros, además, de perder
"independencia" económica y financiera por mantener el euro como moneda
base. En definitiva un duro golpe económico en el que perdemos todos.