MOSCÚ.- - La caída del precio del petróleo y las sanciones
contra Moscú por su implicación en la crisis ucraniana han puesto en
jaque a la economía rusa y amenazan con acabar con la estabilidad de los
últimos años, aireada como el principal logro de la gestión de Vladímir Putin al frente del Kremlin.
Esta semana el barril de crudo Urals se cotizó por debajo de los 90
dólares, cuando en Rusia los presupuestos generales del Estado para los
próximos tres años están calculados en base a un precio promedio del
crudo de 100 dólares.
Y éste no es un asunto baladí, ya que poco más del 50 por ciento de
la partida de ingresos del presupuesto de Rusia se completa con los
recursos que generan las exportaciones de hidrocarburos.
Algunos economistas, como Ígor Nikoláyev, apuntan que ni siquiera los
elevados precios del petróleo de los últimos años han impedido la
ralentización de la economía rusa, cuyo ritmos de crecimiento han
disminuido del 4,6 por ciento en 2010 al 0,8 por ciento en el primer
semestre de este año.
Según Nikólayev, director del instituto de análisis estratégico de la
consultora FBK, ya hoy el precio del crudo está por debajo de los
proyectos de pruebas de solvencia para los programas sociales, que
contemplaban un valor de 90 dólares por barril y que fue descartado en
su momento por el Ejecutivo ruso por poco verosímil.
El doctor en economía y catedrático de la Universidad Plejánov de
Moscú Serguéi Valentéi advierte de que en caso de que el precio del
petróleo continúe disminuyendo, Rusia se verá obligada a "recortar la
mayoría de los programas económicos y sociales, con el consiguiente
descenso del nivel de vida de la población".
"Será el pago por el vector de desarrollo económico del país, basado
en la exportación de materias primas", agregó Valentéi.
En lo que va del año, el rublo, la moneda rusa, se ha depreciado el
23,1 por ciento frente al dólar estadounidense y el 13,3 por ciento
frente al euro.
La devaluación se aceleró a partir de julio, cuando la Unión Europea,
Estados Unidos y otros país occidentales incrementaron las sanciones a
Rusia por su implicación en la crisis ucraniana y Moscú replicó con el
veto a las importaciones de alimentos desde esos estados.
Aunque los expertos coinciden en que la depreciación del rublo no
reviste de momento un carácter alarmante, sus efectos se dejan sentir en
la inflación, que para este año se pronostica ya del orden del 8 por
ciento y que en opinión de algunos economistas podría alcanzar dos
dígitos en 2015.
La desaceleración de la economía rusa y las sanciones occidentales
han incrementado considerablemente la fuga de capitales del país, que
según estimaciones del Ministerio de Finanzas de Rusia superará este año
los 90.000 millones de dólares, cuando en 2013 fue de 59.700 millones.
Desde comienzos de año, el índice RTS de la Bolsa de Moscú, que
expresa el valor de las acciones en dólares, ha perdido el 26,23 por
ciento.
Según Valentéi, en esta situación Rusia no debe renunciar a la
adopción de medidas para reindustrializar la economía del país y
aumentar la sustitución de las importaciones con producción propia.
"Bueno sería que entendiésemos que las sanciones son una oportunidad
de desechar el modelo de desarrollo económico que se aplica actualmente y
de desengancharnos de la 'droga' del petróleo", recalcó el economista.
En su informe semestral publicado el 24 de septiembre pasado, el
Banco Mundial (BM) rebajó el pronóstico de crecimiento de Rusia para los
años 2015 y 2016, aunque mantuvo en 0,5 % su previsión para este año a
pesar de las sanciones contra Moscú.
"Nuestro pronóstico base es una situación cercana al estancamiento.
Un 0,5 % en 2014, un 0,3 en 2015 y un 0,4 en 2016. Este escenario
contempla que no habrá nuevas escaladas de la tensión geopolítica ni
sanciones añadidas", señala el documento del BM.
El anterior informe pronosticaba que la economía rusa crecería un 1,5
% el año que viene y hasta un 2,2 % en 2016, pero las sanciones de
Occidente a Rusia por su intervención en el conflicto de Ucrania tiraron
por los suelos esas previsiones.
El BM considera que aún sin nuevos paquetes de sanciones ni el
empeoramiento de las ya maltrechas relaciones de Rusia con los países
occidentales, la tensión geopolítica seguirá afectando a la economía
rusa.