BRISBANE.- Las autoridades australianas quieren que el G-20 se comprometa este fin de semana a perseguir agresivamente la evasión fiscal, coincidiendo con las revelaciones de las concesiones que ofrece Luxemburgo a las multinacionales.
El cierre de las lagunas fiscales de las que se benefician las
empresas y la dotación de reglas comunes para aumentar la transparencia
centran la agenda del G-20 que se celebra este fin de semana en Brisbane,
Australia.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico (OCDE)
advirtió que el final de los paraísos fiscales incentivará la
competencia entre países para atraer empresas del mundo digital como
Apple and Google.
Los líderes de las mayores economías del planeta quieren asegurarse
de que las multinacionales pagan impuestos allá donde obtengan
beneficios, en vez de recurrir a complejas estructuras financieras que
les permitan eludir pagos, privando a los gobiernos de miles de millones
de ingresos.
La opacidad de los acuerdos fiscales que ha realizado Luxemburgo con
una serie de compañías, cuando era primer ministro Jean-Claude Juncker,
actual presidente de la Comisión Europea, se ha erigido en un ejemplo
para el G-20.
La anfitriona Australia ha convertido la evasión fiscal en uno de los
puntos clave de su presidencia del G-20. Su ministro de Finanzas, Joe
Hockey, dice que esta práctica equivale a un "robo".
El viernes pidió que estas prácticas se persigan "muy agresivamente" en el G-20, lo que cuenta con el apoyo de Estados Unidos.
"Al principio, estaban muy cautelosos, pero Estados Unidos ha perdido
ingresos de muchas de estas grandes multinacionales", dijo a la radio
ABC.
El gobierno estadounidense ha perseguido con denuedo a sus propios
contribuyentes con cuentas en el extranjero, en lugares como Suiza.
"Ahora, con todos comprometidos con el plan y todos comprometidos con
los resultados del plan, estoy confiado en que vamos a empezar a ver
algunos métodos muy agresivos con las grandes multinacionales", dijo
Hockey.
El responsable del departamento sobre evasión fiscal de la OCDE,
Pascal Saint-Amans, dijo que el plan de la organización contra la base
erosiva y el desvío de beneficios (BEPS) acabará con los paraísos
fiscales, pero no eliminará las ofertas fiscales, más bien al contrario,
se aumentarán en la medida en que los países van a competir por las
inversiones empresariales en términos más igualitarios.
"Si deja de haber paraísos fiscales, entonces los países se
enzarzarán en una competición con imposición más atractiva", dijo a
Fairfax Media, agregando que algunos países podrán reducir la
fiscalización de las empresas cuando se introduzca el BEPS.
"El BEPS pone fin a la dañina competición fiscal, pero no a toda.
Algunos países pueden hacerse más atractivos con la reducción del
porcentaje de su imposición. Creemos que eso es aceptable".
Las revelaciones sobre la evasión de impuestos ha alcanzado mayor
relevancia si cabe con la participación de Juncker en al cumbre del G-20.
Juncker, que asumió la presidencia de la Comisión Europea el 1 de
noviembre, está en el punto de mira por las generosas concesiones
fiscales a algunas de las mayores multinacionales cuando era primer
ministro de Luxemburgo de 1995 a 2013.
Las acusaciones son políticamente sensibles ya que muchos países de
la UE que han tenido que llevar a cabo recortes draconianos siguen
luchando con el impacto de la austeridad, en particular desde que
Juncker aboga por una reforma fiscal en su nuevo cargo.
La Comisión Europea está investigando a varios Estados miembros por
las acusaciones de que ofrecen a los gigantes como Apple, Starbucks y
Amazon ayudas públicas en la forma de acuerdos fiscales.
En un encuentro de ministros de Finanzas en septiembre, el director
de la OCDE, el mexicano Ángel Gurría, dijo que el plan para cerrar
lagunas fiscales es el mayor cambio en la legislación mundial en más de
un siglo.
Los esfuerzos mundiales para luchar contra la evasión fiscal ya han
destapado 37.000 millones de euros (53.000 millones de dólares) gracias a
confesiones voluntarias en 24 países en cinco años, y agregó que "habrá
más".
Las primeras recomendaciones de la BEPS identifica siete objetivos
que ayudarán a las empresas a pagar impuestos en los países donde
generan ingresos.
Incluyen propuestas para tapar esos portillos que permiten el abuso
de acuerdos fiscales y llegar hasta los negocios que tienen las
multinacionales en lugares donde pagan pocos impuestos y que Gurría
estimó que podrían elevarse a dos billones de dólares.