En 2014 la mayoría de economías avanzadas ha dejado atrás la "Gran
Recesión". 2015 se inicia marcado por la súbita caída del crudo y la
incertidumbre en cuanto a la continuidad de Grecia en el euro. La
primera, independientemente de su causa y de su impacto en Rusia y otros
productores, tendrá un efecto neto positivo en el crecimiento global,
en especial el europeo y asiático, por transferencia de rentas entre
países productores y consumidores. La segunda permitirá, a partir del 25
de enero, una aclaración definitiva de la postura de Grecia en cuanto a
su mantenimiento en la eurozona. A pesar de todo, 2015 apunta
globalmente a una mejora económica, con acortamiento de distancias entre
las tasas de crecimiento globales (más los desarrollados, menos los
emergentes) aunque con mantenimiento del esquema general: China
creciendo en torno al 7%, EE.UU. al 3%, la eurozona en torno al 1% (con
España entre los países en cabeza).
El crudo, -50% en el último mes.
Es pronto para saber en qué precios tenderá a estabilizarse el crudo,
que hoy cotiza en torno a 50 $/barril frente a los más de 100 $/barril
en los últimos cuatro años. Asumiendo que se estabilice en el futuro
próximo en torno a 60 $/barril, el impacto de este cambio tendría los
siguientes efectos, en una estimación rápida:
- Para Rusia: una caída del PIB de en torno al 4% en 2015. La caída del
crudo, junto con el gas principal fuente de riqueza y exportaciones,
supondrá un claro deterioro en el hasta ahora muy mejorado nivel de
bienestar del pueblo ruso. No obstante la paralela depreciación del
rublo (-40% vs dólar en 2014) permitirá previsiblemente mantener en
rublos los sueldos públicos (que no su poder adquisitivo) y podría dar
un giro a la política industrial, hasta ahora conforme con importar
muchos productos básicos que Rusia debería ser capaz de producir por si
sola. La fuga de capitales y la drástica subida de tipos de interés (los
oficiales ya en 17% desde el 9,5% previo al desplome) suscitarán dudas
acerca de un eventual impago de la deuda, aunque el holgado nivel de
reservas con respecto a la deuda en dólares no hace previsible tal
suceso, al menos en los dos próximos años. En estas circunstancias el
suministro de gas a Europa se convierte en indispensable para la
estabilidad política en Rusia y debería facilitar una solución pacífica
al conflicto con Ucrania.
- Para otros productores: además de la ralentización económica, es de
esperar el fin de la exuberancia en los presupuestos estatales de los
países productores (Venezuela, Ecuador, Bolivia, países árabes...). Un
mantenimiento de los precios actuales durante tiempo prolongado podría 2
poner en serias dificultades a los productores de crudo de mayor coste
(Iberoamérica).
- Para la inversión mundial: el sector petrolífero y sus sectores
auxiliares son intensivos en capital, en especial si nos limitamos al
universo de compañías cotizadas. La caída de la inversión en subsectores
centrados en crudo no convencional (shale gas o gas pizarra, petróleo
en aguas profundas o en arenas bituminosas) y en compañías proveedoras
de equipos para su extracción se hará notar, pero puede ser
perfectamente compensable con mayor inversión y consumo en otros.
- Para el crecimiento global: el efecto neto será positivo, por
transferencia de rentas entre grandes compañías y estados de países
productores y una amplia base de consumidores de países importadores. A
título de ejemplo: Rusia exporta unos 2.000 mns de barriles equivalentes
de petróleo al año, por lo que una caída del crudo de 40 $/barril (en
€, de unos 30 €/barril con la depreciación acumulada hasta la fecha)
mermaría los ingresos nacionales del país en 60.000 M€ al año. Esta
cantidad es inferior a lo que se ahorrarían en importaciones de crudo
sólo entre España, Francia e Italia, donde millones de consumidores
medios verán reducida su factura media en gasolina en unos 300 € anuales
(un automóvil que haga 20.000 km al año consume el equivalente a 10
barriles de petróleo).
Grecia, la hora de la verdad.
Las encuestas apuntan a la victoria de la coalición de izquierdas
liderada por Syriza aunque el desenlace de los comicios sea incierto.
Las declaraciones de Alemania y de la Comisión Europea sobre la
posibilidad o rechazo a la salida de Grecia del euro en caso de que la
opción victoriosa en las urnas se declarara contraria al cumplimiento de
los compromisos financieros escenifican el desconcierto. En caso de
salida, las inevitables turbulencias a corto plazo deberían encontrar
fin dada la mejora de la 3 situación del resto de países periféricos,
España, Portugal e Italia (con primas de riesgo en niveles ya casi
"normales", denotando la confianza acerca de su compromiso con el área
euro). En caso de que se opte por la permanencia, la solución más
verosímil para lograrla pasaría por una inyección de fondos
(inversiones, subvenciones) por parte de la Unión Europea, antes que por
una reestructuración adicional de la deuda. La diferencia de renta per
capita entre Grecia y sus vecinos (el PIB per capita de Grecia más que
duplica el de Turquía y quintuplica el de Macedonia, Bulgaria y Albania)
hace prever que los griegos, como el común de los mortales, aunque
hablen con el corazón, decidan en última instancia (o lo haga la opción
votada) con el bolsillo.
El resto del mundo
Países desarrollados. En EE.UU. los datos indican que la economía crece
con vigor, alrededor del 3%, y la Reserva Federal ha dado ya por
finalizada su política monetaria ultra-expansiva, esperándose una
primera subida de tipos probablemente en el segundo trimestre de 2015.
Mientras, la Unión Monetaria avanza muy lentamente y el BCE, a la
inversa de la Fed, ha puesto en marcha un conjunto de medidas de
expansión monetaria vía facilitación del crédito y compra de activos,
algunas pendientes de concreción. En el conjunto del área las
diferencias entre países tienden a agrandarse, contrastando la relativa
fortaleza de Alemania y algunos países periféricos (en particular
España) con la debilidad de Francia e Italia. Para los primeros el
crecimiento en 2015 se espera superior al 1,5%, para los segundos
inferior al 0,5%. Aunque el recorte del crudo, la depreciación del euro y
el mantenimiento de los tipos de interés en niveles muy bajos podrían
jugar a favor de un mayor crecimiento. Japón se encuentra en recesión, a
pesar de lo cual el Primer Ministro Shinzo Abe revalidó la mayoría
absoluta en el parlamento, y el Banco de Japón prosigue en su programa
de compra de activos.
Los países emergentes continúan mostrando síntomas de pérdida de
dinamismo, mayor en la medida en que es mayor su dependencia del sector
exterior y del precio de las materias primas. China, el gran motor,
sigue mostrando datos de signo mixto y el Banco de China prevé una
ligera ralentización del ritmo de crecimiento hasta el +7,1% en 2015
desde el +7,4% previsto en 2014. Prosigue la lenta transformación de su
modelo de crecimiento, desde el sector exterior hacia la demanda
interna, y desde la inversión hacia un mayor consumo, amparado en el
continuo crecimiento de la clase media y su poder adquisitivo. En
Latinoamérica la atención se centra en Brasil, donde la reelección como
Presidenta de Dilma Rouseff anticipa el mantenimiento de una política de
compromiso con los acreedores e inversores (se han elevado los tipos de
interés al 11,75% para combatir la inflación y se ha anunciado recorte
en partidas asociadas a pensiones y subsidios de desempleo, con el
objetivo de mantener el país en grado de inversión) a la vez que se
avanza en la senda de lucha contra la pobreza extrema ya iniciada por su
antecesor: "Hoy tenemos la primera generación de brasileños que no
vivió la tragedia del hambre". El coste será previsiblemente la
continuación en 2015 de la situación de estancamiento económico de
2014.
España, crecimiento a la cabeza de la eurozona.
España podría superar el 2% de crecimiento previsto para 2015,
mejorando sensiblemente la marca de 2014 (+1,3% previsto), como reflejo
de la mejora en varios ámbitos. Acumulamos ya cinco trimestres con el
PIB en positivo, con la demanda tanto interna como externa contribuyendo
positivamente y con una notable mejora de competitividad (las
exportaciones de bienes y servicios representan un tercio del PIB frente
a un cuarto en 2008); en 2014 se recuperaron medio millón de empleos
(un sexto de los perdidos desde 2008); el endeudamiento de empresas y
familias ha empezado a reducirse; el sector financiero ha obtenido en el
reciente test de estrés la mejor nota de la eurozona (y el crédito
nuevo al consumo y a PYMEs ya crece); la prima de riesgo cerró 2014 en
100 pb (la mitad que en 2013 y un quinto que en mayo 2012); la inversión
exterior en España en empresas y activos casi se duplicó en 2014,
acercándose a los 50.000 M€; finalmente, el déficit público sigue siendo
muy elevado aunque se ha reducido en 5 puntos desde 2009. Si de alguna
manera el inicio del desplome del precio de la vivienda en 2008 marcó el
inicio de la crisis, el fin de su caída o principio de su recuperación,
manifiesto en las últimas estadísticas tanto de vivienda usada como
nueva, puede ser el indicador, algo retrasado, de la recuperación.
En 2015 el impacto y velocidad de la recuperación de la eurozona se
seguirán dejando sentir en España, aunque como en el resto de la
Eurozona los bajos tipos de interés, la caída del crudo y la
depreciación del euro jugarán a nuestro favor. Por ejemplo, la bajada de
tipos de interés ha permitido ya en 2014 un ahorro de 15.000 M€ en el
coste de la deuda pública, a pesar del aumento de ésta; una
consolidación del crudo en niveles en torno a 60 $/barril permitiría un
ahorro en importaciones energéticas del orden de otros 15.000 M€;
finalmente; la depreciación del euro (actualmente en torno a 1,20 $/€)
se traduce en una mayor competitividad, que permite a la Comisión
Europea estimar una aceleración del crecimiento de las exportaciones
españolas del 3,8% en 2014 al 4,9% en 2015 (en la UME del 2,9% al 3,9%).
Todo ello permitiendo una mejora adicional del PIB y una continuación
de la recuperación, quizá a ritmo más pausado, del empleo (previsiones
de crear unos 300.000 empleos).
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