DUBLÍN.- La economía de Irlanda crece y el
desempleo baja, pero la llegada al poder de un Gobierno de izquierda
radical en Grecia ha reavivado el debate sobre los sacrificios de la
austeridad y los recortes.
La victoria de Syriza en Grecia le da
un impulso extra a los partidos de oposición, entre ellos el radical
izquierdista Sinn Fein, que llevaba meses ganando nuevos apoyos. "Esta
carga insostenible de la deuda que se ha impuesto a nuestro pueblo es la
principal causa de nuestra miseria económica", ha dicho el líder de
Sinn Fein, Gerry Adams, en el Parlamento después de las trascendentales
elecciones griegas. "No es solo un problema irlandés. Es un problema
europeo. Se necesita una solución europea", ha añadido Adams, que quiere
una conferencia sobre la deuda europea como ha sugerido el nuevo primer
ministro griego, Alexis Tsipras.
Irlanda estima que su
crecimiento en 2014 fue del 4,7%, será del 3,9% en 2015 y que el
desempleo caerá hasta un 9,8% este año. El país ya no está asumiendo
nuevos préstamos de rescate de la Unión Europea/Fondo Monetario
Internacional, pero todavía está enfrascado en el reembolso de los
anteriores y el partido Sinn Fein quiere una renegociación, en
particular, de los 64.000 millones de euros inyectados en los bancos
desde 2008.
A pesar de algunas
similitudes, el Gobierno irlandés ha insistido en que no es Grecia y
esgrime los datos macroeconómicos positivos.
"Las especulaciones
en los medios y las especulaciones políticas van por delante del
Gobierno griego", ha dicho Simon Harris, secretario de Estado de
Finanzas. "No sabemos exactamente lo que el Gobierno griego va a pedir",
ha añadido. Harris también ha señalado que Irlanda ya había
reestructurado sus deudas del rescate en cuatro ocasiones para
reembolsar antes, recortar las tasas de interés o extender los
vencimientos.
Esta semana, el Fondo Monetario Internacional (FMI)
ha dicho que la recuperación de Irlanda vive un "buen comienzo", pero se
necesitan esfuerzos para poner "la deuda pública en una senda
decreciente".
"Las perspectivas a medio plazo de Irlanda son positivas,
pero el estancamiento de la Eurozona plantea inconvenientes", ha
señalado el FMI en su último examen post-rescate.
La introducción
de nuevas tarifas de agua a partir del 1 de enero de este año, así como
una serie de contratiempos políticos en 2014, ha hecho caer el apoyo a
los partidos gobernantes a su nivel más bajo en los últimos meses. El
impuesto al agua era la última pieza de un paquete de aumentos de
impuestos y recortes de gastos de 30.000 millones de euros desde 2008
que ha afectado a todos los ciudadanos, en un país donde el desempleo
subió a un 15,1% en 2012.
Este mes, sin embargo, ha habido unas
primeras reducciones modestas de impuestos en Irlanda en el primer
presupuesto expansivo en siete años y los ministros venden el mensaje de
recuperación económica cada vez que pueden.
Sin embargo, las
elecciones griegas muestran que unos resultados considerados increíbles
"hace cinco años, son ahora una posibilidad", recalca Nat O'Connor, de
Tasc, una organización de análisis independiente. "Ahora existe la
posibilidad de un cataclismo electoral similar en Irlanda, pero también
en Portugal y España", dice. Irlanda se enfrenta a la posibilidad de que
ninguno de los dos partidos históricamente dominantes, Fine Gael o
Fianna Fail, estén fuera del poder por primera vez desde la fundación
del Estado en 1922.
Con unas
elecciones generales en 2016, las negociaciones sobre la
reestructuración de la deuda griega serán observadas de cerca en
Irlanda.
"Si los griegos reciben algún tipo de oferta mejor por
haber votado al Gobierno que votaron, los irlandeses harán lo mismo y
dirán que esa es la verdadera respuesta a nuestros problemas", ha dicho el comentarista político Johnny Fallon.
Sin embargo, el
economista jefe de KBC Bank, Austin Hughes, dice que hay diferencias
entre Grecia e Irlanda. "La lección fundamental es que es necesario
tener una economía que genere al menos la promesa de un aumento de los
ingresos y del empleo, e Irlanda está, probablemente, en esa etapa",
declara.
"El desafío que afronta el Gobierno es encontrar un equilibrio
que haga que la gente sienta que está en el camino correcto, pero que
sus expectativas no estén alejadas de lo que la economía puede
razonablemente proporcionarles", dice Hughes.
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