FRANCFORT.- El BCE decidió este jueves
inyectar mensualmente hasta 60.000 millones de euros en el sistema
financiero, en lo que se denomina expansión cuantitativa (EC), como ya
han hecho Estados Unidos, Japón y Gran Bretaña, en un intento de
reactivar la economía y alejar el fantasma de la deflación.
PREGUNTA: ¿Qué es la expansión cuantitativa?
RESPUESTA:
Consiste en que el banco central compre títulos de deuda tanto pública
como privada. Como el Banco Central Europeo (BCE) no puede financiar directamente a los Estados de la zona euro, es
decir, no puede hacer de impresor de moneda, sólo puede comprar los
títulos ya existentes, que se cambian en el denominado mercado
secundario.
Para hablar verdaderamente de expansión cuantitativa,
se necesita un programa de gran envergadura y de largo plazo. La compra
por el BCE de títulos de deuda soberana de algunos países en crisis
(Grecia, Portugal, Irlanda) entre 2010 y 2012 o el programa OMT,
anunciado en el verano de 2013 pero que nunca vio la luz, no están
considerados como EC ya que sólo estaban destinados a algunos países,
para hacer bajar los fuertes intereses que les exigía el mercado por
comprar su deuda, considerada de riesgo.
P: ¿Cuáles son los efectos esperados?
R:
El principal objetivo es devolver la confianza entre los inversores con
una "demostración de fuerza", resumen los economistas del banco
Berenberg.
El objetivo es fomentar un círculo virtuoso: al
provocar una fuerte demanda, el valor de la deuda aumenta y
automáticamente el rendimiento baja, lo que hace que los bancos destinen
su dinero a otras inversiones, por ejemplo, a prestarlo a empresas
empresas y consumidores.
Estos a su vez, al obtener unos
intereses muy bajos de los bancos por mantener su dinero en ellos,
pueden preferir consumir más o por ejemplo, invertirlo en vivienda, en
bolsa, en fondos o en negocios al amparo de los bajos intereses. Al
final de la cadena, esto permite reactivar la economía y empujar al alza
la inflación.
La inyección masiva de dinero en el sistema
financiero influye también en el valor de la moneda. Como las tasas son
bajas, las colocaciones en la zona euro resultan poco interesantes para
los inversores de otras regiones, y el dinero sale de la unión
monetaria, lo que hace bajar el valor del euro con relación a otras
divisas. Esto favorece a las empresas europeas exportadoras (sus
productos vendido en dólares o en yenes resultan más baratos). Al
contrario, las importaciones se encarecen, lo que puede permitir
importar inflación, y favorecer a la dinámica de los precios.
Actualmente, el euro se cambia ya a su nivel más bajo en una década ante el dólar.
P: Los programas precedentes de EC en otros países han sido eficaces?
R:
Para superar la crisis financiera surgida en 2008, la Reserva Federal
estadounidense (Fed) lanzó tres programas sucesivos de expansión
cuantitativa, por un total de unos 400.000 millones de dólares que
contribuyeron a relanzar la máquina económica y el empleo. El empleo es
uno de los objetivos explícitos de la política monetaria de la Fed pero
no el del BCE, cuyo mandato se limita exclusivamente a la estabilidad de
los precios.
A principios de la expansión monetaria
estadounidense, los críticos le pusieron al entonces presidente de la
Fed Ben Bernanke el mote de "Ben Helicóptero", que hacía llover sobre la
multitud billetes de banco.
El Banco de Japón (BoJ) inició un
primer programa de expansión monetaria en 2001. La maniobra fue
demasiado gradual para yugular la deflación, mal crónico de la economía
japonesa. En 2013 fue adaptada en el marco de la política de
reactivación del primer ministro Shinzo Abe. El plan era inyectar a la
economía cada año más de 400.000 millones de euros, un monto que en
octubre pasado subió a 550.000 millones de euros, en la forma de compra
de activos, incluidos los activos de riesgo. Esta política ha mejorado
la confianza de los actores económicos y hace subir el crecimiento en un
primer momento. La economía nipona volvió a caer en recesión en el
tercer trimestre de 2014.
Los reacios al EC temen que al abrir el
grifo del dinero, los gobiernos europeos dejen de sufrir la presión de
los mercados mediante las primas de riesgo, y dejen aparcadas las
reformas de largo plazo, a menudo dolorosas e impopulares.
El Reino Unido también se sirvió de este instrumento en 2009 y después en 2011 y 2012.
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