LUANDA.- La caída del precio del petróleo
ha empujado a Angola, segundo productor de petróleo de África, a
emprender duras medidas de austeridad, que amenazan con alimentar el
descontento social, alertan los analistas.
"Vamos a pasar un
momento difícil, ya que el gobierno no tiene los medios para llevar a
cabo el presupuesto que adoptó este año", subraya José de Oliveira,
consultor independiente en el sector petrolero.
Cerca del 70% de
los recursos fiscales de Angola proviene del petróleo. El hundimiento de
los precios que está viviendo el mercado desde junio debido al exceso
de oferta se traduce en una fuerte caída de los ingresos del Estado.
Adoptado
a finales de 2014, el presupuesto del país fue elaborado sobre la base
de un barril a 81 dólares y no los 50 que vale en la actualidad. Por
primera vez desde 2002, con el final de la guerra civil, el gobierno
preveía consagrar más dinero al rublo social que al de defensa o
seguridad.
"Algunos gastos públicos se reducirán, sobre todo las
subvenciones a los precios del carburante, los proyectos se aplazan y el
control de los gastos del Estado, como la disciplina presupuestaria, se
van a reforzar", había advertido el presidente, José Eduardo dos
Santos, al final de año.
"Puede haber problemas para pagar los
salarios de los funcionarios y para garantizar los servicios sociales
básicos, cuya calidad y cantidad van a disminuir, lo que afecta a las
personas más modestas", dice Elias Isaac, director de la fundación Open
Society.
En Angola, el 54% de la población vive con menos de dos dólares al día, según los datos oficiales comunicados en octubre.
El
campo presidencial, que en 2012 hizo campaña con la promesa de mejorar
las condiciones de vida, ve sus ambiciones en peligro. Quiere evitar a
cualquier precio fomentar el descontento social, a dos años de las
próximas elecciones generales de 2017.
"Los movimientos
reivindicativos de jóvenes, que han aparecido en un contexto más
favorable, van a multiplicarse", prevé Celso Malavoloneke, profesor de
periodismo y analista político. Desde 2011, se organizan regularmente
manifestaciones en Luanda, que son sistemáticamente reprimidas por la
policía.
Inicialmente poco numerosos, los jóvenes que promueven
estas manifestaciones piden la salida del presidente angoleño, en el
poder desde hace 35 años, y denuncian la pobreza, las desigualdades, las
dificultades de acceso al agua, la electricidad y las deficiencias de
los sistemas de salud y educación.
Salida de una dura guerra civil
que concluyó en 2002, Angola vive desde hace una década un fuerte
desarrollo económico gracias a su petróleo. Una riqueza que ha suscitado
el interés de China, Estados Unidos y Europa.
No obstante, el país vivió un frenazo importante y doloroso por la crisis financiera mundial de 2008.
La
caída de los precios del petróleo supuso un estancamiento de la
economía, un aumento de los déficits y el hundimiento de las reservas de
divisas. Esa recesión provocó un aumento del desempleo, la devaluación
de la moneda y la inflación.
"Es muy probable que los angoleños
tengan que pasar de nuevo por todo esto", decía Carlos Rosado, director
del semanario Expansao, en la web de la publicación el 12 de enero. "Lo
que desconocemos, es en qué proporción", agregó.
Para muchos,
Angola está hoy mejor preparada para hace frente a un shock económico
que en el pasado. El país ha llevado a cabo reformas fiscales, dispone
de reservas financieras más sólidas y ha hecho esfuerzos para
desarrollar el sector no petrolero. Pero, "aunque el país esté mejor
armado económicamente, la situación actual es más explosiva que en 2008,
ya que mientras tanto, las expectativas ciudadanas han aumentado", dice
el analista político Celso Malavoloneke.
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