PARÍS.- Con la inyección de más de un billón de euros en la economía de la zona euro para comprar deuda, el BCE quema uno de sus últimos cartuchos con resultado incierto, y su presidente, Mario Draghi, se queda con pocas opciones.
Tras
meses de dudas, la institución monetaria decidió el jueves inyectar a
partir de marzo hasta 60.000 millones de euros de deuda pública y
privada al mes, al menos hasta finales de septiembre de 2016.
Una
ofensiva muy esperada ante la debilidad de los precios en la zona euro,
aunque muchos son los que dudan que sea la solución milagro para los
males europeos.
La expansión cuantitativa o EC "no es la panacea
para los numerosos problemas de la zona euro", opina Howard Archer,
economista jefe de IHS.
Sus colegas Michael Schubert y Ralph Solveen, de Commerzbank, predicen que el "BCE sin duda va a decepcionarse por el alcance de sus compras de deuda".
Y
es que, si la política fracasa, "no habrá otras medidas posibles, lo
que significaría que la misión de Draghi sería un fracaso", estima
Laurent Bakhtiari, analista de mercado de IG Bank.
Las compras de la deuda a gran escala es el "último cartucho de Draghi", asegura.
Las
tasas, herramientas tradicionales de la política monetaria, ya están en
mínimos (0,05% desde septiembre), tras siete recortes en tres años. En
cuanto a las denominadas medidas no convencionales ya puestas en marcha
-masivos préstamos para los bancos y compras puntuales de títulos
financieros - no han dado muchos resultados hasta ahora.
Los
precios cayeron 0,2% en un año en diciembre en la zona euro, por primera
vez desde 2009, y las previsiones de inflación se han deteriorado
significativamente. La deflación acecha.
Con la inyección de
montañas de liquidez en el circuito económico, las compras de deuda,
versión moderna de la plancha impresora de billetes, debe contribuir a
disipar este peligro.
En total, la institución se prepara para
inyectar 1,14 billones de euros en el circuito financiero. Aunque el
anuncio de este programa de expansión cuantitativa era muy esperado, su
envergadura, superior a las expectativas de los analistas, ha
sorprendido agradablemente.
Se espera que la inyección de dinero
fresco revolucione la demanda de la deuda soberana y haga bajar el
rendimiento. Pero los Estados ya pagan barato por el dinero que piden
prestado a los mercados, lo que amenaza con limitar considerablemente
los resultados.
Para el Fondo Monetario
Internacional (FMI), el plan del BCE será "insuficiente para relanzar la
economía europea y sostener el crecimiento". Pero la directora gerente
Christine Lagarde consideró crucial lanzar esta EC.
"El BCE envió
una señal muy importante en el buen momento", se felicitó el ministro
italiano de Finanzas Pier Carlo Padoan en la prensa alemana este
viernes.
Otros grandes bancos centrales ya han puesto en marcha la
EC, en particular la Reserva Federal estadounidense, el Banco de
Inglaterra y el Banco de Japón. La maniobra dio buenos resultados en
Estados Unidos y Gran Bretaña, pero no tanto en Japón.
Aunque no
haga milagros, la EC europea "podría aportar una pequeña ayuda al
estímulo ya en marcha gracias a los precios muy bajos del petróleo y la
debilidad del euro" ante las monedas internacionales, según Archer.
Aunque
la política monetaria puede crear las bases para el crecimiento, son
los responsables políticos los que deben generar las condiciones para
que vuelva la confianza y las inversiones a los países, dice Draghi.
El jueves instó a los gobiernos y a la Comisión Europea a que actúen más "rápidamente".
"Son
necesarias reformas estructurales de fondo que permitan acentuar la
competitividad de cierto número de economías", aconseja Lagarde.
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