Último
domingo de enero. Tiempo “Ordinario” en las liturgias cristianas pasada
la Navidad y en espera de la Cuaresma. Los electores griegos han
anticipado los carnavales. También fueron sus inventores con los cultos a
Baco a los que siguieron las saturnales y lupernales romanas en honor
de Saturno, dios de la agricultura, y Pan, el pastorcillo de los
rebaños. Fiestas paganas que florecieron en los años de esplendor del
Imperio Romano. Luego vendrían oscuros siglos de austeridad.
Tsipras
y Syriza marcan un tiempo nuevo con el refuerzo de Kammenos y sus
Griegos Independientes, de acusado carácter nacionalista. La
campaña de Tsipras ha girado sobre el cómo escapar al tormento
fiscal que determina la dedicación de importantes recursos para
atender al pago de los bancos acreedores, aquellos que con tanta
liberalidad prestaron a un país cuyas garantías era ser miembro de
la eurozona y cuyas cuentas trucadas eran conocidas de Bruselas y
objeto de examen por Lehman Brothers.
Los riesgos de insolvencia tendrían que ser asumidos en unas dos terceras partes y a través de la Facilidad de Estabilidad Financiera Europea por los contribuyentes de Alemania, Francia, Italia y España, principalmente.
Una deuda de 317.000 millones de Euros que los Estados de la eurozona han aceptado prorrogar hasta 2041 a la vez que se reducían los tipos de interés desde los 300-400 puntos básicos por encima del euribor a tres meses a sólo 0,50 puntos.
El periodo de amortización de los préstamos de la EFSF se ha prorrogado en 30 años de los que los 10 primeros serán de gracia. Los cálculos realizados por un economista de la UBS, J. Tibert, marcan un periodo medio de vencimiento de la deuda griega de 16,5 años, más favorable que los de la deuda de Portugal e Irlanda con 11 y 12,5 años de vencimientos medios.
El pago anual del servicio de la deuda griega ha representado en 2014 el 4,3% de su PIB, un porcentaje inferior al de Italia o Portugal. Los cálculos del think-tank Bruegel determinan que la carga anual de intereses que Grecia deberá pagar, después de las bonificaciones que se le han concedido, serán del orden del 2,6% del valor bruto de su producción.
Todas estas facilidades han llevado a que un experto tan reconocido como Lorenzo Bini Smaghi, exdirector del BCE, pueda afirmar que "el impacto de la deuda griega sobre su economía es inferior al de Portugal e Italia".
Tiempos nuevos los de Syriza y sus aliados que coinciden con las nuevas facilidades monetarias puestas en marcha por el BCE, pero que también coinciden con las fortísima bajada de las cotizaciones bursátiles de los principales bancos griegos al día siguiente de las elecciones. Respuesta al riesgo Tsipras con una retirada de depósitos que condiciona una subida de los tipos de interés para mantenerlos y una mayor consolidación de sus reservas de capital, que, por otro lado, cumplen con holgura a día de hoy las exigencias de Basilea III.
Un tiempo nuevo para unas nuevas negociaciones que deben permitir un crecimiento sostenido de la economía griega suficiente para hacer frente a sus obligaciones financieras: credibilidad de cara a los inversores extranjeros y nacionales. Quizá habrá que extender todavía más los plazos de amortización, tanto y lo suficiente como para generar esa necesitada confianza.
(*) Economista del Estado en EspañaLos riesgos de insolvencia tendrían que ser asumidos en unas dos terceras partes y a través de la Facilidad de Estabilidad Financiera Europea por los contribuyentes de Alemania, Francia, Italia y España, principalmente.
Una deuda de 317.000 millones de Euros que los Estados de la eurozona han aceptado prorrogar hasta 2041 a la vez que se reducían los tipos de interés desde los 300-400 puntos básicos por encima del euribor a tres meses a sólo 0,50 puntos.
El periodo de amortización de los préstamos de la EFSF se ha prorrogado en 30 años de los que los 10 primeros serán de gracia. Los cálculos realizados por un economista de la UBS, J. Tibert, marcan un periodo medio de vencimiento de la deuda griega de 16,5 años, más favorable que los de la deuda de Portugal e Irlanda con 11 y 12,5 años de vencimientos medios.
El pago anual del servicio de la deuda griega ha representado en 2014 el 4,3% de su PIB, un porcentaje inferior al de Italia o Portugal. Los cálculos del think-tank Bruegel determinan que la carga anual de intereses que Grecia deberá pagar, después de las bonificaciones que se le han concedido, serán del orden del 2,6% del valor bruto de su producción.
Todas estas facilidades han llevado a que un experto tan reconocido como Lorenzo Bini Smaghi, exdirector del BCE, pueda afirmar que "el impacto de la deuda griega sobre su economía es inferior al de Portugal e Italia".
Tiempos nuevos los de Syriza y sus aliados que coinciden con las nuevas facilidades monetarias puestas en marcha por el BCE, pero que también coinciden con las fortísima bajada de las cotizaciones bursátiles de los principales bancos griegos al día siguiente de las elecciones. Respuesta al riesgo Tsipras con una retirada de depósitos que condiciona una subida de los tipos de interés para mantenerlos y una mayor consolidación de sus reservas de capital, que, por otro lado, cumplen con holgura a día de hoy las exigencias de Basilea III.
Un tiempo nuevo para unas nuevas negociaciones que deben permitir un crecimiento sostenido de la economía griega suficiente para hacer frente a sus obligaciones financieras: credibilidad de cara a los inversores extranjeros y nacionales. Quizá habrá que extender todavía más los plazos de amortización, tanto y lo suficiente como para generar esa necesitada confianza.
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