martes, 20 de enero de 2015

El efecto del petróleo en las cuentas de España / Carlos Díaz Güell

En 2014 la recuperación económica en España se da por consolidada con un peso creciente de la demanda nacional. El PIB estimado ha crecido un 1,4%, con las siguientes características.

• El gasto de las fa­mi­lias, tanto en con­sumo, cuyo cre­ci­miento ha su­pe­rado al del PIB por pri­mera vez desde 2007, como en vi­vienda, que au­mentó en el tercer tri­mestre del año por pri­mera vez en seis años, han sido una sor­presa po­si­tiva.

• Las im­por­ta­ciones han mos­trado una ele­vada sen­si­bi­lidad a la de­manda na­cio­nal, si­milar a la del pe­riodo de pre-­cri­sis. Ello pone de ma­ni­fiesto que ésta es un área de me­jora para co­rregir la tra­di­cional ten­dencia de la eco­nomía es­pañola a des­equi­li­brar las cuentas ex­te­riores en las fases ex­pan­si­vas.

• Las de­bi­li­dades en el cre­ci­miento del área euro han li­mi­tado el cre­ci­miento de las ex­por­ta­ciones y de la in­ver­sión en bienes de equipo. Ambas va­ria­bles, aunque han re­gis­trado tasas po­si­ti­vas, están que­dado por de­bajo de lo que se es­pe­raba.

• La crea­ción de em­pleo se ha con­so­li­dado. Las es­ti­ma­ciones apuntan que los ocu­pados han subido un 2% según la EPA del úl­timo tri­mes­tre, una me­jora que se ha ex­ten­dido a todos los sec­to­res. Aunque ha se­guido do­mi­nando la con­tra­ta­ción tem­poral y a tiempo par­cial, se ob­serva una in­ci­piente me­jora en los con­tratos per­ma­nentes a tiempo com­pleto.

Para 2015 los ana­listas de re­fe­rencia han re­es­ti­mado la pre­vi­sión de cre­ci­miento del PIB, in­cor­po­rando las ten­den­cias an­te­rior­mente des­critas y el des­censo en el precio del pe­tró­leo. El des­censo pre­visto del crudo es del 30% en media del año (derivado de su­poner que el precio suba hacia ni­veles de 70 dó­la­re­s/­ba­rril a fi­nales de 2015 y una es­ta­bi­lidad del eu­ro/­dó­lar).

Este shock po­si­tivo por el lado de la oferta se es­pera que se ma­te­ria­lice de la si­guiente forma:

• La in­fla­ción se man­tendrá en tasas ne­ga­tivas hasta no­viem­bre, al­can­zando un mí­nimo de -1,6% en fe­brero, con un -0,8% en media de 2015. El efecto se es­pera que sea tran­si­to­rio, de forma que en di­ciembre la tasa in­ter­anual re­pun­taría al 0,4%.

• El des­censo del precio de la energía sig­ni­fi­cará una me­jora del poder ad­qui­si­tivo de las fa­mi­lias, pues su renta real sube. El efecto po­si­tivo en con­sumo se amor­tigua por el hecho de que este factor no al­tera la ex­pec­ta­tiva de bajo cre­ci­miento de la renta fu­tura, por lo que en parte se tras­lada a subida de aho­rro. En con­se­cuen­cia, el con­sumo de las fa­mi­lias se es­tima que al­can­zará una tasa de cre­ci­miento del 2,9% en 2015 y la tasa de ahorro su­birá hacia el 9,7% desde el 9,2% que se es­tima para 2014.

• Las em­presas re­ciben el efecto po­si­tivo en forma de des­censo en los costes de pro­duc­ción, lo que se su­pone dará lugar a una subida en su ca­pa­cidad de fi­nan­cia­ción y no tanto a una ace­le­ra­ción en la in­ver­sión en bienes de equipo, de­bido a la va­ci­lante evo­lu­ción de la con­fianza em­pre­sa­rial en el área euro. Sin em­bargo, si hu­biera sor­presas po­si­tivas en el cre­ci­miento del área euro, la in­ver­sión en equipo ten­dría bas­tante margen de me­jora con res­pecto a las pre­vi­sio­nes.

• El saldo por cuenta co­rriente que en 2014 es­taba re­gis­trando un dé­ficit es­ti­mado del -0,5% del PIB vol­verá a un su­pe­rávit del 0,9% del PIB pues se re­duce sig­ni­fi­ca­ti­va­mente el dé­ficit ener­gé­tico. No obs­tante, el saldo co­mer­cial ex­clu­yendo la energía se es­pera que muestre un cierto de­te­rioro de­bido al cre­ci­miento de las im­por­ta­cio­nes.

En con­junto, los ana­listas de re­fe­rencia elevan la pre­vi­sión de cre­ci­miento del PIB en 2015 hasta el 2,3% desde el 2,1% que fi­jaban las es­ti­ma­ciones an­te­rio­res, con un re­punte de la de­manda na­cional hasta el 2,9% alen­tada por el au­mento del gasto de las fa­mi­lias y una con­tri­bu­ción ne­ga­tiva de la de­manda ex­te­rior neta (-0,8 pp.).

Por úl­timo, el fuerte des­censo en el precio del pe­tróleo re­pa­rará tem­po­ral­mente nues­tras cuentas ex­te­rio­res, pero tam­bién de­bería ser una opor­tu­nidad tanto para pro­fun­dizar en la orien­ta­ción ex­por­ta­dora de nuestra eco­nomía como para sus­ti­tuir im­por­ta­ciones por pro­duc­ción propia al aba­ra­tarse los costes in­ter­nos.

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