En 2014 la
recuperación económica en España se da por consolidada con un peso
creciente de la demanda nacional. El PIB estimado ha crecido un 1,4%,
con las siguientes características.
•
El gasto de las familias, tanto en consumo, cuyo crecimiento ha
superado al del PIB por primera vez desde 2007, como en vivienda,
que aumentó en el tercer trimestre del año por primera vez en seis
años, han sido una sorpresa positiva.
• Las importaciones
han mostrado una elevada sensibilidad a la demanda nacional,
similar a la del periodo de pre-crisis. Ello pone de manifiesto
que ésta es un área de mejora para corregir la tradicional
tendencia de la economía española a desequilibrar las cuentas
exteriores en las fases expansivas.
• Las debilidades en
el crecimiento del área euro han limitado el crecimiento de las
exportaciones y de la inversión en bienes de equipo. Ambas
variables, aunque han registrado tasas positivas, están quedado
por debajo de lo que se esperaba.
• La creación de empleo se
ha consolidado. Las estimaciones apuntan que los ocupados han
subido un 2% según la EPA del último trimestre, una mejora que se ha
extendido a todos los sectores. Aunque ha seguido dominando la
contratación temporal y a tiempo parcial, se observa una
incipiente mejora en los contratos permanentes a tiempo completo.
Para
2015 los analistas de referencia han reestimado la previsión de
crecimiento del PIB, incorporando las tendencias
anteriormente descritas y el descenso en el precio del petróleo.
El descenso previsto del crudo es del 30% en media del año (derivado
de suponer que el precio suba hacia niveles de 70 dólares/barril a
finales de 2015 y una estabilidad del euro/dólar).
Este shock positivo por el lado de la oferta se espera que se materialice de la siguiente forma:
•
La inflación se mantendrá en tasas negativas hasta noviembre,
alcanzando un mínimo de -1,6% en febrero, con un -0,8% en media de
2015. El efecto se espera que sea transitorio, de forma que en
diciembre la tasa interanual repuntaría al 0,4%.
• El
descenso del precio de la energía significará una mejora del poder
adquisitivo de las familias, pues su renta real sube. El efecto
positivo en consumo se amortigua por el hecho de que este factor no
altera la expectativa de bajo crecimiento de la renta futura, por
lo que en parte se traslada a subida de ahorro. En consecuencia,
el consumo de las familias se estima que alcanzará una tasa de
crecimiento del 2,9% en 2015 y la tasa de ahorro subirá hacia el 9,7%
desde el 9,2% que se estima para 2014.
• Las empresas reciben
el efecto positivo en forma de descenso en los costes de
producción, lo que se supone dará lugar a una subida en su
capacidad de financiación y no tanto a una aceleración en la
inversión en bienes de equipo, debido a la vacilante evolución de
la confianza empresarial en el área euro. Sin embargo, si hubiera
sorpresas positivas en el crecimiento del área euro, la
inversión en equipo tendría bastante margen de mejora con respecto
a las previsiones.
• El saldo por cuenta corriente que en
2014 estaba registrando un déficit estimado del -0,5% del PIB
volverá a un superávit del 0,9% del PIB pues se reduce
significativamente el déficit energético. No obstante, el
saldo comercial excluyendo la energía se espera que muestre un
cierto deterioro debido al crecimiento de las importaciones.
En
conjunto, los analistas de referencia elevan la previsión de
crecimiento del PIB en 2015 hasta el 2,3% desde el 2,1% que fijaban
las estimaciones anteriores, con un repunte de la demanda
nacional hasta el 2,9% alentada por el aumento del gasto de las
familias y una contribución negativa de la demanda exterior
neta (-0,8 pp.).
Por último, el fuerte descenso en el precio del
petróleo reparará temporalmente nuestras cuentas exteriores,
pero también debería ser una oportunidad tanto para profundizar en
la orientación exportadora de nuestra economía como para
sustituir importaciones por producción propia al abaratarse los
costes internos.
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