martes, 20 de enero de 2015

El plan Juncker favorece al Sur de Europa / Antonio Sánchez-Gijón

El vicepresidente de la Comisión Europea, Jyrki Katainen, visitará España los próximos días 26 y 27, para promocionar el Plan Juncker dedicado a proyectos de inversión por un monto de €315.000 millones. Será parte de una gira que ya le habrá llevado a Italia, Alemania, Croacia y la República Checa.

La fi­nan­cia­ción del Plan Europeo de Inversiones Estratégicas (PEIE, o EFSI su sigla in­glesa) no está ase­gu­rada to­da­vía. Obtenerla de­pen­derá del atrac­tivo de los pro­yectos que los países miem­bros de la Unión pre­senten a la Comisión. La Comisión sólo se com­pro­mete a ofrecer ga­ran­tías por €21.000 mi­llo­nes, que en gran parte se impu­tarán a las cuentas de otros pro­gramas co­mu­ni­ta­rios.

El grueso de­berá venir de pro­mo­tores eu­ro­peos o apor­tados por fondos ge­ne­rados en todos los cua­drantes del pla­neta, que buscan an­siosos nuevas pro­puestas de in­ver­sión. En todo caso, los pro­yectos serán su­per­vi­sados por el Banco Europeo de Inversiones, y los cré­ditos serán ca­na­li­zados por los bancos hacia los ges­tores de los pro­yec­tos.

El Plan, que que­dará ins­ti­tuido en junio pró­ximo, puede ser una opor­tu­nidad para la es­tan­cada Europa del Sur. Los grandes fondos se re­fu­gia­ron, desde que es­talló la cri­sis, en las eco­no­mías con­so­li­dadas del Norte de Europa, por lo que ya no son tantas las opor­tu­ni­dades de buena ren­ta­bi­lidad que allí que­dan. Ahora, el sa­nea­miento de las eco­no­mías del Sur hace aflorar nuevas opor­tu­ni­dades para el ca­pi­tal. La Comisión, ade­más, es­pera usar este pro­grama como in­cen­tivo para que los países que a él se acojan con­ti­núen las re­formas es­truc­tu­ra­les, es de­cir, los países del Sur.

La ca­pital con­tri­bu­ción del sector pri­va­do
Gran parte de los fondos de­berá ne­ce­sa­ria­mente ca­na­li­zarse en pro­yectos desa­rro­llados bajo fór­mulas de Participación Público-Privada (Public Private Partnership o PPP, en la parla del gre­mio). Su es­truc­tu­ra­ción como PPPs de fi­nan­cia­ción y ges­tión de­berá li­de­rarse por los es­ta­dos, con el ase­so­ra­miento, apoyo y ra­ti­fi­ca­ción del BEI (por parte de la deuda) y del PEIE (por parte de su in­ver­sión en ca­pi­tal).

El Banco Mundial, el Banco Asiático de Inversiones, el Interamericano de Desarrollo y otras or­ga­ni­za­ciones fi­nan­cieras pa­tro­cinan este mo­delo de desa­rro­llo, no sólo en los mer­cados donde el ac­ceso al ca­pital por parte de la in­dus­tria y de los go­biernos no es fluido ni está ase­gu­rado, sino tam­bién en mer­cados ma­duros donde la ad­mi­nis­tra­ción pú­blica no quiere o no puede eje­cutar y ex­plotar las in­fra­es­truc­turas de las que es res­pon­sa­ble.

Aunque los mer­cados de Europa tienen me­ca­nismos de fi­nan­cia­ción mucho más desa­rro­llados que los del área de países emer­gen­tes, las em­presas y ne­go­cios eu­ro­peos del área pri­vada tienen una gran des­ven­taja en com­pa­ra­ción con sus pares de los Estados Unidos. En Europa de­penden prin­ci­pal­mente de la fi­nan­cia­ción ban­ca­ria, mien­tras que en aquel país pueden acudir a una in­mensa red de fondos pri­vados que buscan agre­si­va­mente nuevas opor­tu­ni­dades de in­ver­sión, con el apoyo de una so­ciedad con una cul­tura acen­drada de “venture ca­pi­tal”, junto a grandes fondos de aho­rra­dores más bien con­ser­va­do­res.

Nada com­pa­rable hay en Europa, si ex­cep­tuamos en parte al Reino Unido. La crisis ban­caria en nu­me­rosos países eu­ro­peos está en el origen del cierre de mu­chas em­presas me­dianas y pe­queñas, con el con­si­guiente au­mento del paro.

En la pre­sen­ta­ción del PEIE, el pa­sado día 13, Juncker in­formó de que una junta de la Comisión y del BEI había exa­mi­nado la fac­ti­bi­lidad de 2.000 pro­yectos pre­sen­tados a la nueva Comisión, y había es­ti­mado su vo­lumen de in­ver­sión ne­ce­sario en €1,3 bi­llo­nes.

Sin em­bargo, hay ra­zones para poner esas ci­fras en pers­pec­tiva, tanto desde el punto de vista de su vo­lu­men, como en cuanto a su es­pe­cia­li­za­ción.

Aunque el vo­lumen anual de in­ver­siones de todo tipo en la EU28 ha caído un 15% desde 2007 (CE, co­mu­ni­cado de prensa del 13 de enero), hoy se es­timan en €2,6 bi­llones (millones de mi­llo­nes), por lo que el im­pacto del PEIE, desde el punto de vista cuan­ti­ta­tivo podrá ser sig­ni­fi­ca­tivo sólo en un área geo­grá­fica li­mi­tada: di­gamos al­gunos países del Sur, los cua­les, en con­junto, son el des­tino de un cuarto del total de las in­ver­siones de todo tipo que se rea­lizan en Europa.

En cuanto a la es­pe­cia­li­za­ción, con­si­de­rando que del total de in­ver­siones de todo tipo en la EU28, apro­xi­ma­da­mente sólo un 10% va a in­fra­es­truc­tu­ras, que son el ob­je­tivo prin­cipal del PEIE, puede de­cirse que éste puede tener una in­ci­dencia muy sig­ni­fi­ca­tiva en este área par­ti­cu­lar. (Al ob­jeto de mo­derar las ex­pec­ta­tivas del PEIE, ver un aná­lisis crí­tico en Daniel Gross, “The Juncker Plan: from €21 to €315 bi­llion… CEPS Commentary, Center for European Policy Studies, 27 nov. 2014).

Lograr el im­pacto in­versor del PEIE pre­visto por la CE-BEI (como se ha di­cho, €1,3 bi­llo­nes) pondrá a prueba la efi­cacia de la in­terfaz entre el sector pri­vado y las ad­mi­nis­tra­ciones pú­bli­cas.

Las ad­mi­nis­tra­ciones solas no pue­den
El di­na­mismo de esa in­terfaz es cru­cial para poner a buen uso los ca­pi­tales dis­po­ni­bles en los mer­cados mun­dia­les. Según el do­cu­mento de la pro­mo­tora Linklater (“Set to Revive: Investing in Europe’s Infrastructure”) hay $1 bi­llón en manos de in­ver­sores ins­ti­tu­cio­na­les, tales como fondos de pen­sio­nes, ase­gu­ra­doras y fondos so­be­ranos dis­puestos a in­vertir en pro­yectos de in­fra­es­truc­tura eu­ro­peos, y en las del Sur quizás des­cu­bran nuevas opor­tu­ni­da­des.

La ges­tión de ne­go­cios bajo la fór­mula PPP tiene largo his­to­rial en España, pero to­davía ca­rece de un ór­gano de va­lo­ra­ción y co­no­ci­miento de la ex­pe­rien­cia, como ya existen en otros paí­ses. SEOPAN rea­liza es­ta­dís­ticas de todos los sec­tores de in­fra­es­truc­turas menos ener­gía, y es­tima que entre 2003 y 2013 el vo­lumen de in­ver­siones bajo la fór­mula PPP fue de €56.000 mi­llo­nes, de los que unos 20.000 mi­llones fueron para ca­rre­te­ras, para su man­te­ni­miento y ex­plo­ta­ción otros 20.000, y el resto para mo­vi­lidad ur­bana, sector sa­ni­ta­rio, fe­rro­ca­rri­les, puer­tos, etc. Sin em­bargo, el vo­lumen total de in­ver­sión en in­fra­es­truc­turas fue muy su­perior: entre 1995-2013, se es­tima en €550.000 mi­llo­nes.

Esas ci­fras dan idea de cuánto debe aún desa­rro­llarse la cul­tura de la coope­ra­ción PPP, en unos mo­mentos en que los es­tados no pueden se­guir acu­mu­lando obli­ga­ciones fi­nan­cieras de­bido al peso de sus dé­fi­cits, por lo que deben re­cu­rrir a fuentes de fi­nan­cia­ción ex­ternas y pri­vadas si quieren ase­gurar el cum­pli­miento de nuevos pro­yec­tos, ne­ce­sa­rios pero cre­cien­te­mente com­plejos y es­pe­cia­li­za­dos, y que por tanto ne­ce­sitan la asis­tencia de ca­pa­ci­dades téc­nicas y tec­no­ló­gi­cas, in­no­vadas de modo con­tinuo por la ini­cia­tiva pri­vada.

El Plan Juncker puede, qui­zás, ser la mecha que en­cienda el motor de una nueva fase del desa­rrollo eu­ropeo des­pués de ocho años de es­tan­ca­miento. Veremos.

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