ATENAS.- El Gobierno de
izquierda de Grecia comenzó este domingo su campaña para convencer a los
escépticos líderes europeos de que acepten un nuevo acuerdo de deuda,
mientras empieza a retirar las medidas de austeridad impuestas en virtud
de su acuerdo de rescate en vigor.
Después de una primera semana en el cargo llena de
turbulencias, el nuevo gobierno ha dejado claro que no quiere ampliar su
actual acuerdo con la "troika" de la Unión Europea y el Fondo Monetario
Internacional, un programa de apoyo cuyo plazo final termina el 28 de
febrero.
En lugar de plegarse a los términos que le ofrecen, el
primer ministro Alexis Tsipras está intentando convencer a sus socios
europeos para conseguir márgen de maniobra mientras trabajan en un nuevo
acuerdo que reduzca la inabordable deuda pública griega, que ya supone
más del 175 por ciento de su PIB.
El ministro de Finanzas Yanis Varoufakis comenzó una ofensiva diplomática, ya en París hoy domingo, donde se
reunió con su homólogo francés Michel Sapin y el ministro de Economía
Emmanuel Macron antes de viajar hacia Londres este lunes para encontrarse
allí con el ministro de Finanzas británico George Osborne. El martes
visitará Roma.
De cara a la reunión, Sapin reiteró que Grecia no podía
esperar que sus socios aceptaran una quita. Sin embargo, dejó la puerta
abierta a otras opciones que podrían incluir dar Atenas más tiempo para
la devolución.
"No, no vamos anular (la deuda), podemos discutir,
podemos retrasarla, podemos reducir su peso, pero no anularla", dijo al
canal de televisión Canal Plus.
El propio Tsipras partirá esta semana hacia Roma y
París, las dos grandes capitales con más propensión a mostrarse
comprensivas con sus propuestas, llevando a ambos países un llamamiento
para relajar la rígida austeridad presupuestaria de la Eurozona.
También se reunirá con el presidente de la Comisión
Europea, Jean-Claude Juncker, pero aún tiene que anunciar sus planes
para un encuentro con la canciller alemana Angela Merkel o el ministro
de finanzas de ese país, Wolfgang Schaeuble, que hasta ahora ha
rechazado considerar una quita de la deuda griega.
En Grecia, donde los ciudadanos han tenido que
enfrentarse a niveles de pobreza y precariedad sin parangón en Europa
Occidental, el Gobierno no ha perdido tiempo a la hora de dejar claras
sus intenciones de cumplir sus promesas.
Ha detenido una serie de privatizaciones que considera
una venta a precio de saldo de los activos estratégicos nacionales, y
anunció planes para reintegrar a miles de trabajadores del sector
público despedidos por la anterior administración.
El domingo, el nuevo ministro de trabajo Panos
Skourlatis dijo que el gobierno seguiría insistiendo en sus planes para
restaurar el convenio colectivo y aumentar el salario mínimo, que fue
reducido de 751 euros al mes a 586 después del acuerdo de rescate de
2012.
Se espera que Tsipras dé más detalles cuando revele su
programa completo en el parlamento griego en los próximos días.
Skourletis dijo que el gobierno negociaría el aumento del salario mínimo
con la patronal y los sindicatos antes de tomar ninguna acción.
Los socios europeos, incluyendo al líder del grupo de
ministros de economía de la Eurozona Jeroen Dijsselbloem, ya han
expresado sus dudas respecto a que el gobierno de Tsipras pueda mantener
sus promesas electorales manteniendo en funcionamiento la economía.
Varoufakis causó consternación el viernes cuando dijo
que Grecia ya no cooperaría con los inspectores de la troika que
supervisan en Atenas el acuerdo de rescate.
Nikos Chountis, el viceministro de Relaciones
Exteriores encargado de los asuntos europeos, dijo que Atenas quería
hablar con los líderes europeos y el FMI directamente.
"Por lo tanto, no vamos a tener conversaciones con los
tecnócratas", dijo a la radio griega, señalando que era "insultante"
tener que tratar con los funcionarios de menor rango.
La presión sobre el gobierno para llegar a un acuerdo
se intensificó el sábado cuando Erkki Liikanen, miembro del Consejo de
Gobierno del BCE , dijo que podía cortarse el suministro de fondos a los
bancos de Grecia si Atenas sale del programa de rescate.
El sector bancario del país, que ha sufrido una
importante salida de fondos durante las turbulencias políticas de las
últimas semanas y un fuerte castigo en bolsa desde las elecciones del
domingo, es uno de los puntos más vulnerables del sistema.
El domingo, el líder del partido socio de Syriza en el
Ejecutivo dijo que está planeando proponer una amnistía fiscal sobre
ingresos no declarados depositados en bancos griegos, en un intento de
revertir la salida de fondos del país.
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