KIEV.- Un año después de ser anexionada
por Rusia, la economía de Crimea padece las consecuencias de las
sanciones económicas occidentales, entre ellas el éxodo de
multinacionales como McDonald's o Shell , y la paralización de los intercambios bancarios internacionales.
Las empresas de Crimea no recibieron ninguna ayuda
para adaptarse a la legislación y las reglas de contabilidad rusas.
Con la
integración a la Federación de Rusia, aprobada masivamente, los
habitantes de Crimea esperaban una mejor situación económica que con
Ucrania, país con un nivel de vida menor y en crisis política
permanente. Sin embargo, el bloqueo impuesto por el Gobierno ucraniano a
las transacciones, comunicaciones y transportes ferroviarios y las
sanciones occidentales provocaron un aislamiento económico de la
península.
Ahora, Crimea sólo puede ser aprovisionada por vía
aérea o marítima desde el sur de Rusia, lo que provoca cada tanto
penuria de productos en los supermercados. Las tarjetas de crédito Visa y Mastercard no funcionan y los intercambios se hacen, sobre todo, en efectivo.
La
industria turística de Crimea, muy apreciada por sus playas en el Mar
Negro y sus montañas, sufrió un parón muy fuerte, pasando de 5,9
millones de turistas en 2013 a 3,8 millones en 2014.
Por su parte,
las grandes empresas ucranianas fueron nacionalizadas, muchas de ellas
tras ser ocupadas por fuerzas paramilitares, como la compañía de
electricidad Krymenergo y la telefónica Ukrtelecom.
Massandra,
legendario productor de vino de Crimea desde la época de los zares,
ahora bajo control público, escribió recientemente a Putin pidiéndole
ayuda frente a la "incompetencia total" de los nuevos administradores,
que están poniendo en peligro 2.500 empleos. Las autoridades rusas
acaban de abrir una investigación contra el director de Massandra,
Nikolai Boiko, sospechoso de abuso de poder y de haber perjudicado a la
empresa.
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