MADRID.- Un
profesor universitario se negaba a subirse a la ola del optimismo
irracional y auguraba grandes catástrofes económicas, traducidas en
enormes descensos del PIB y una tasa de deuda disparada.
Despectivamente, muchos llamaron a Santiago Niño-Becerra el "profeta del
apocalipsis", pero la realidad acabó dándole la razón. Ahora, situado
en el nuevo olimpo de los economistas mediáticos, Niño-Becerra publica
el libro 'La economía. Una Historia muy personal' ('Los libros del
lince'), en el que desgrana su tesis de que "el nexo que vincula los
últimos 2.500 años de Historia es la economía".
-La Biblia ya hablaba de ciclos económicos: siete años de buenas cosechas seguidos por siete años de malas...
-Eso podía ser cierto en la época agraria, cuando las tormentas y las
sequías determinaban el ser o no ser económico. Pero la última crisis
agraria, considerada como tal, tuvo lugar en 1782. A partir de ahí, la
industria adquirió cada vez más importancia, y hoy en día, debido al
comercio internacional, es factible exportar o importar por las
necesidades de cada país. El capitalismo ha sufrido cuatro grandes
crisis: 1820, 1873, 1929 y 2010. Cada una ha tenido su duración, no hay
un periodo de años determinados.
-¿Qué caracteriza a la crisis actual?
-Una crisis sistémica tiene lugar cuando se agota el modelo económico
que se estaba utilizando durante el periodo de vigencia de ese modelo.
Cuando acaba la Segunda Guerra Mundial se pone en marcha nuestro modelo
económico, que ha funcionado muy bien basándose en el pleno empleo, el
consumo, salarios crecientes, protección social, una política fiscal que
redistribuye las rentas… Este modelo ha ido creando una capacidad
productiva brutal, por la tecnología, pero llegó un punto, en 2003-2004,
en el que la oferta comenzó a ser muy superior a la demanda. Esto se
ha arreglado a base de crédito. La idea era que tenemos que inyectar a
la gente una insatisfacción permanente para que consuman muchísimo y, a
la vez, darles medios para que consuman. Así, desde 1991, pero sobre
todo, desde 2002, se le ha dado a la gente una capacidad de
endeudamiento salvaje. Baste ver un dato: en 1996, la deuda privada de
los españoles representaba el 67% del PIB: en 2005, era del 207%. Se
absorbió esta capacidad de endeudamiento con crédito y por eso, cuando
estalla la crisis, los españoles tienen una cantidad enorme de
endeudamiento.
-Pero se supone que los que promovieron este
modelo sabían que no podía durar eternamente, que no se podía pensar en
vivir siempre a crédito sin devolver lo que se debía...
-Mañana. La idea es que ya se pagará todo mañana. En aquel momento,
el horizonte que se tenía era de un año, el tiempo que media entre junta
de accionistas y junta de accionistas. La inmensa mayoría de los
directivos de una empresa acababa una junta de accionistas y ya pensaba
en la del año siguiente, con el objetivo, en su cabeza, de lograr una
rentabilidad del 15% y asegurar así sus bonus. A la vez, en los
gobiernos, el horizonte es de 4 años. No pensemos en nada parecido a
planificación, estrategia… Hace unos meses, un directivo de un gran
banco me dijo que mañana era a largo plazo. Se ha mirado lo inmediato.
-Usted fue uno de los primeros en vislumbrar cuán
profunda iba a ser esta crisis. Dijo que íbamos a caer mucho y durante
mucho tiempo. Y se quedó solo...
-Yo no fui el único que vio esto. Pero yo tenía una independencia que
otros no tenían. Solo tengo dos carnés, el DNI y el de identidad, y
porque me obligan. Pero ninguno político. La verdad es que lo que yo vi
lo vio más gente, pero no convenía decirlo. ¿Usted cree que el Banco de
España, o el Santander o el BBVA, que tienen servicios de estudios
fabulosos, no lo vieron? Claro que lo vieron, pero no convenía decirlo.
Con los datos de endeudamiento del 2005, esto apuntaba al desastre. Y el
presidente dijo en el 2007 que España jugaba en la Champions. Hubo un
ejercicio de camuflaje consciente para que la rueda siguiera girando,
pensando que ya se pararía por sí sola. Y no se quiso parar antes. Para
hacer mis previsiones, yo me basé en la evolución de la deuda privada.
España antes no tenía un problema de deuda pública, lo tiene ahora. Pero
no en 2007. Nos hemos comido 600.000 millones en ocho escasos años.
Esto es trágico.
-Parece, sin embargo, que vuelve el optimismo a
la economía española. Por lo menos, así lo parece en las previsiones del
Gobierno o de la Comisión Europea. Y usted se muestra, otra vez, mucho
más pesimista...
-El Gobierno, mejor déjelo aparte. Lo que diga este Gobierno, o
cualquiera, hay que cogerlo con pinzas porque hay cinco procesos
electorales. Cojamos mejor los pronósticos de una organismo neutro, como
la Unión Europea. Hablan de un crecimiento del 2,3% este año y del 2,4%
para el año que viene. Pero si se analiza el desglose, ese crecimiento
está basado en la demanda. Las exportaciones netas se han estancado y ya
no aportan nada, y la inversión aporta muy poco. Por otra parte, las
previsiones dicen que los salarios reales no van a subir nada este año y
el que viene van a bajar. Nos está diciendo que nuevamente España va a
crecer a través del consumo, pero si los salarios no suben y los
créditos están estancados porque los bancos no los conceden, ¿de dónde
va a salir este consumo? Pues del ahorro. En España el ahorro ha bajado
seis puntos, y el ahorro de hoy es la inversión del futuro. Sí, es
posible que España crezca el 2,3% este año, pero es un crecimiento muy
sesgado. Veo a España cada vez cargada con más deuda, con un desempleo
estructural altísimo y un crecimiento muy sesgado. En conjunto, no me
refiero a regiones muy concretas, veo un horizonte problemático. El
instituto IFO alemán ha realizado una serie de estudios que apuntan a
una estabilización entre 2020 y 2025, con una probabilidad de que ocurra
en 2023. Pero además, España tiene un problema grave, como el resto de
los países: en 2012 se comprometió a llegar al 2020 con una deuda
pública del 60% y un déficit público del 0,5%. España tiene que bajar su
déficit en 50.000 millones y su deuda en 400.000 millones. ¿Esto cómo
se hace? Teniendo en cuenta el paro que hay, el bajo nivel salarial… Si
España tiene que cumplir estos requisitos, solo hay dos vías: recortes y
subidas de impuestos. Yo creo que en cuanto tenga lugar el último
proceso electoral el IVA va a subir.
-Entonces, ¿cuál va a ser el verdadero programa
económico que va a tener que hacer el partido que gane las últimas
elecciones, allá por el mes de noviembre?
-Va a haber un aumento del IVA, también del IBI, si no sube antes, y
recortes importantes de gasto público. Las pensiones, por ejemplo. En
dos años y medio nos hemos comido 20.000 millones del fondo de reserva. A
este ritmo, queda para tres años. O pasa un milagro o hacia 2018 va a
haber que hacer recortes en pensiones porque es gasto público. Los
recortes sí o sí van a continuar.
-¿Cómo ve la situación de Grecia?
-Bien. ¿A quién le interesa que Grecia quiebre? A nadie. Grecia
llegará un pacto porque nadie quiere un foco de inestabilidad allí. Pero
claro, nunca van a volver a 2004, al año de sus Juegos Olímpicos. La
cuestión social la arreglarán un poco y volverá a ser un país limitado,
como lo fue antes. O sea, igual que otros, que no cumplía los requisitos
para pertenecer al euro.
-El economista Garicano, que ha preparado el
programa económico de Ciudadanos, se pregunta si España quiere ser
Venezuela o Dinamarca. ¿Usted qué piensa?
-De entrada, España no va a ser Dinamarca porque no puede. No es un
asunto de quién gobierne, ni de la orientación sexual de los españoles.
Es imposibilidad material. Analice usted la estructura del PIB de
Dinamarca, la productividad, el nivel de inversión, la I+D, el
desempleo… Estamos a años luz de Dinamarca. Pero tampoco puede ser
Venezuela: a Venezuela usted le quita el petróleo y un poco de turismo y
no queda nada. Venezuela para existir necesita un petróleo a 90
dólares. Pues eso, que no seremos ni una cosa ni otra.
-¿Qué opina de Podemos?
Podemos tiene dos ideas muy buenas. No las dice así, pero esta es mi
lectura. Podemos dice que no se puede pagar la deuda, y es verdad. El
planeta debe 200 billones de euros a sí mismo. Y la segunda cosa que
tiene mucha lógica es la creación de una renta básica porque el paro
estructural va a ser tremebundo, y algo habrá que dar a la gente que no
va a ser necesaria laboralmente para que subsista. En estas dos líneas,
estoy de acuerdo con ellos.
-Pero si la deuda es el problema, ¿quién paga la renta básica?
-La renta básica se podría pagar ya. Los críticos de la renta básica
lo que nunca dicen es que la renta básica absorbe otros subsidios. Si
una persona recibe una renta básica de 600 euros y recibía una ayuda de
400 euros, esos 400 euros desaparecen. Así lo dice uno de los
principales expertos de renta básica, que está en la Universidad de
Barcelona, Daniel Raventós. Es falso lo que dijo Pedro Sánchez de que
costaría 285.000 millones de euros. La renta básica tendrá que ser
necesaria por un problema de orden público. Un 18% de paro estructural
significa un paro estacional del 30%. Habrá una masa de gente desocupada
descomunal y si no se les da nada, va a haber un cataclismo. Pueden
conseguir un buen resultado electoral. Ha sabido dirigirse a gente
desencantada, indignada, que estaba huérfana de ideología, que estaba
harta de los partidos políticos. Ahora habrá que ver cómo se canaliza
esto en votos. Puede sacar un porcentaje de votos muy significativo.
Puede ser el próximo partido bisagra.
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