jueves, 5 de febrero de 2015

Presiones europeas para una Grecia en busca de cambios

BERLÍN.- Mientras el Gobierno griego prosigue hoy su búsqueda de una salida a la crisis de deuda, el Banco Central Europeo (BCE) aumenta la presión sobre la nación helena para hacerla continuar en el programa de rescate. 

El organismo financiero con sede en Alemania, que conforma la troika de acreedores internacionales junto a la Comisión Europea y el Fondo Monetario Internacional, tomó la decisión de no aceptar bonos emitidos o garantizados por Grecia en sus operaciones de refinanciación.

La medida, que entrará en vigor a partir del 11 de febrero, responde al hecho de que, según el BCE, en este momento no es posible concluir de forma satisfactoria la revisión del programa de rescate financiero recibido por el país desde 2011.

El anuncio realizado anoche, horas después de una reunión entre el ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, y el presidente del BCE, Mario Draghi, obliga al Estado a financiar a sus prestamistas y lo aísla del resto del bloque, a menos que acepte implementar nuevas reformas económicas.

De ese modo, el Banco Central de Grecia deberá proveer a las instituciones financieras de la nación con decenas de miles de millones de euros en liquidez adicional de emergencia en las próximas semanas.

La nueva política implica que millones de euros en bonos soberanos griegos, además de deuda bancaria respaldada por Atenas, ya no calificarán como garantía por el financiamiento del BCE a esos prestamistas.

Con esa decisión, el organismo se rehúso al pedido realizado por Grecia de que mantuviera a flote sus bancos mientras intentaba negociar con los socios de la Eurozona un alivio en su carga de deuda, que asciende a 315.000 millones de euros (el 175 por ciento del Producto Interno Bruto).

Ante esa postura, el portavoz del Ejecutivo griego, Gavriil Sakelaridis, recalcó este jueves que no hay motivo de preocupación y que se trata de una presión política por parte del BCE.

No chantajeamos, pero tampoco dejamos que nos chantajeen, expresó a la televisión local tras asegurar que la liquidez bancaria del país está garantizada pese a la determinación de la entidad comunitaria.

Las autoridades griegas remarcaron que mantendrán sus promesas de acabar con las impopulares medidas de austeridad implementadas por el Gobierno anterior, lo cual implica buscar una reestructuración de la deuda y, además, el desconocimiento de la troika como interlocutora.

Este jueves el miembro del consejo del BCE, Ewald Nowotny, matizó el dictamen emitido la víspera y señaló que la institución podría aceptar nuevamente los bonos griegos como garantía en las operaciones de liquidez, siempre que Atenas llegue a un acuerdo con los acreedores extranjeros.

Según Nowotny, la medida no es una sanción contra el país, sino una condición que depende del resultado de las futuras negociaciones políticas sobre el programa ligado al memorando de préstamo.

Pero, como la prórroga del rescate concedida a Grecia a finales de 2014 vence el próximo 28 de febrero, los socios del euro quieren que el Ejecutivo encabezado por el partido de izquierda Syriza pida una línea de crédito adicional y continúe con la agenda de reformas estructurales y saneamiento de cuentas.

El Gobierno de Tsipras, sin embargo, ha remarcado que no desea prorrogar el programa actual -principal causa del endeudamiento del país- y que, por el contrario, quiere más margen fiscal y aplicar un programa propio de reformas.

De acuerdo con las promesas electorales de su formación, Syriza busca aumentar el salario mínimo, suspender las ventas de activos nacionales, restablecer empleos públicos y reinstaurar un bono de Navidad para jubilados pobres, entre otras medidas.

Esas ideas no han sido bien recibidas ni por la troika ni por varios miembros del bloque comunitario, sobre todo Alemania, la nación que con más fuerza ha defendido las estrategias de austeridad implementadas en varios territorios europeos.

Por eso, según varios analistas, el objetivo del BCE es situar al Gobierno griego al borde de la bancarrota, al cortarle una de sus principales vías de financiación.

La estrategia es hacer que a Atenas no le quede otra salida que pedir un nuevo tramo del rescate, lo cual implica aceptar nuevamente las exigencias de los acreedores.

El anuncio del BCE ha sido apoyado por personalidades como el primer ministro italiano, Matteo Renzi, y el presidente francés, Francois Hollande,

Para ambos líderes, la decisión sobre Grecia es legítima y oportuna, pues coloca a todos los actores alrededor de una mesa y abre la posibilidad de un acuerdo con las instituciones europeas.

En tanto, al interior del país muchos griegos mantienen su apoyo a la postura de Syriza, y miles de personas salieron hoy a las calles a protestar contra lo que consideran un chantaje del BCE.

La convocatoria a la manifestación, difundida a través de la red social Facebook, expresó que la era de una Grecia de rodillas y de gobiernos sumisos ha terminado.

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