ATENAS.- Tras asegurarse un
respiro de varios meses, el gobierno de Atenas deberá esforzarse en
mantener a su vez las promesas hechas a sus electores y a sus socios
europeos, mientras la sombra de un tercer plan de rescate financiero
planea sobre la economía griega.
El martes, la zona euro aceptó extender cuatro meses, hasta finales
de junio, el programa de asistencia financiera que mantiene a Grecia a
flote. A cambio, el primer ministro, Alexis Tsipras, se comprometió a
llevar a cabo varias reformas sin renegar demasiado de sus medidas
antiausteridad.
Pero el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, alertó de "lo
peor", en declaraciones publicadas este miércoles en la última edición
del semanario francés Charlie Hebdo.
"Si se asfixia a los gobiernos proeuropeos y democráticos, como al
que pertenezco, y se empuja a la desesperanza a la gente que los
escogieron, los únicos beneficiados de esta situación serán los
fanáticos, los racistas, los nacionalistas", aseguró.
Un día después del acuerdo con la eurozona, las cuestiones volvían a
agolparse. Para empezar, cómo se enfrentará Atenas a los vencimientos
financieros de las próximas semanas.
Además, los préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) vencen
en marzo y los europeos no tienen pensado desbloquear fondos antes de
abril, fecha en la que quieren evaluar los avances en las reformas de
Atenas.
"No se entregará un solo euro" a Grecia antes de que haya cumplido
sus compromisos, aseguró en una radio el ministro alemán de Finanzas,
Wolfgang Schäuble.
Otro gran interrogante es si de verdad será posible aplicar el
ambicioso programa puesto sobre la mesa por el ejecutivo griego, que
apuesta por la lucha contra el fraude y la corrupción, y por la reforma
del aparato estatal.
Aún falta "mucho trabajo" por hacer, indicó el miércoles la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel.
"El gobierno avanzará muy rápido para concretar" las reformas,
aseguró Tsipras durante una reunión del grupo parlamentario de su
formación Syriza, al que mostró su disposición a llevar a cabo "todas
las rupturas necesarias" con las antiguas prácticas.
Pero, con el objetivo de tranquilizar al electorado de Syriza, el
portavoz del gobierno, Gabriel Sakellaridis, se felicitó en una
entrevista televisada del carácter "general" de los compromisos
adoptados, que otorga "márgenes" de actuación al ejecutivo griego.
Syriza centró su campaña electoral en la promesa de liberar a Grecia
de la tutela de los acreedores internacionales, que exigieron duras
reformas a Atenas a cambio de un préstamo de 240.000 millones de euros
desde 2010.
Sin embargo, el primer ministro, que mantiene su popularidad, tuvo
que hacer marcha atrás en varios puntos, entre ellos, el aumento del
salario mínimo, que no cuenta ahora ni con fecha de aplicación ni monto.
La pregunta que surge ahora es cómo será el "nuevo contrato" de Grecia con sus socios tras la prórroga de junio.
Varoufakis quiere poner sobre la mesa una reestructuración de la
deuda, que en estos momentos asciende a 320.000 millones de euros (175%
del PIB griego). El debate de esta cuestión "debe empezar
inmediatamente", apuntó en una entrevista en Grecia.
El diario alemán Rheinische Post dejaba caer la cifra de 20.000
millones de euros para un eventual tercer rescate, citando a fuentes
próximas a Berlín. Es "demasiado pronto" para hablar de un tercer
programa, indicó el portavoz de Schäuble.
Para Atenas, supondría un duro revés deber someterse nuevamente a
medidas de ahorro draconianas impuestas desde Bruselas, cuando los
anteriores programas de ayuda (2010 y 2012), han convertido a Grecia en
una "colonia de la deuda" y han robado la "dignidad" a los griegos, en
palabras de Varoufakis.
Grecia preferiría una línea de crédito, pero es poco probable que ocurra, según fuentes europeas.
Los cuatro próximos meses serán "una negociación diaria", reconoció el ministro de Trabajo griego, Panos Skourletis.
Mientras tanto, además del propio parlamento griego, otras cámaras
europeas, entre ellas, el Bundestag alemán, deben avalar antes del fin
de semana la prolongación de la ayuda. Esta etapa debería ser, en
principio, una mera formalidad.
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