miércoles, 25 de febrero de 2015

Grecia se da un respiro, pero las cuestiones se agolpan

ATENAS.- Tras asegurarse un respiro de varios meses, el gobierno de Atenas deberá esforzarse en mantener a su vez las promesas hechas a sus electores y a sus socios europeos, mientras la sombra de un tercer plan de rescate financiero planea sobre la economía griega.

El martes, la zona euro aceptó extender cuatro meses, hasta finales de junio, el programa de asistencia financiera que mantiene a Grecia a flote. A cambio, el primer ministro, Alexis Tsipras, se comprometió a llevar a cabo varias reformas sin renegar demasiado de sus medidas antiausteridad.
Pero el ministro de Finanzas griego, Yanis Varoufakis, alertó de "lo peor", en declaraciones publicadas este miércoles en la última edición del semanario francés Charlie Hebdo.
"Si se asfixia a los gobiernos proeuropeos y democráticos, como al que pertenezco, y se empuja a la desesperanza a la gente que los escogieron, los únicos beneficiados de esta situación serán los fanáticos, los racistas, los nacionalistas", aseguró.
Un día después del acuerdo con la eurozona, las cuestiones volvían a agolparse. Para empezar, cómo se enfrentará Atenas a los vencimientos financieros de las próximas semanas.
Además, los préstamos del Fondo Monetario Internacional (FMI) vencen en marzo y los europeos no tienen pensado desbloquear fondos antes de abril, fecha en la que quieren evaluar los avances en las reformas de Atenas.
"No se entregará un solo euro" a Grecia antes de que haya cumplido sus compromisos, aseguró en una radio el ministro alemán de Finanzas, Wolfgang Schäuble.
Otro gran interrogante es si de verdad será posible aplicar el ambicioso programa puesto sobre la mesa por el ejecutivo griego, que apuesta por la lucha contra el fraude y la corrupción, y por la reforma del aparato estatal.
Aún falta "mucho trabajo" por hacer, indicó el miércoles la jefa del gobierno alemán, Angela Merkel.
"El gobierno avanzará muy rápido para concretar" las reformas, aseguró Tsipras durante una reunión del grupo parlamentario de su formación Syriza, al que mostró su disposición a llevar a cabo "todas las rupturas necesarias" con las antiguas prácticas.
Pero, con el objetivo de tranquilizar al electorado de Syriza, el portavoz del gobierno, Gabriel Sakellaridis, se felicitó en una entrevista televisada del carácter "general" de los compromisos adoptados, que otorga "márgenes" de actuación al ejecutivo griego.
Syriza centró su campaña electoral en la promesa de liberar a Grecia de la tutela de los acreedores internacionales, que exigieron duras reformas a Atenas a cambio de un préstamo de 240.000 millones de euros desde 2010.
Sin embargo, el primer ministro, que mantiene su popularidad, tuvo que hacer marcha atrás en varios puntos, entre ellos, el aumento del salario mínimo, que no cuenta ahora ni con fecha de aplicación ni monto.
La pregunta que surge ahora es cómo será el "nuevo contrato" de Grecia con sus socios tras la prórroga de junio.
Varoufakis quiere poner sobre la mesa una reestructuración de la deuda, que en estos momentos asciende a 320.000 millones de euros (175% del PIB griego). El debate de esta cuestión "debe empezar inmediatamente", apuntó en una entrevista en Grecia.
El diario alemán Rheinische Post dejaba caer la cifra de 20.000 millones de euros para un eventual tercer rescate, citando a fuentes próximas a Berlín. Es "demasiado pronto" para hablar de un tercer programa, indicó el portavoz de Schäuble.
Para Atenas, supondría un duro revés deber someterse nuevamente a medidas de ahorro draconianas impuestas desde Bruselas, cuando los anteriores programas de ayuda (2010 y 2012), han convertido a Grecia en una "colonia de la deuda" y han robado la "dignidad" a los griegos, en palabras de Varoufakis.
Grecia preferiría una línea de crédito, pero es poco probable que ocurra, según fuentes europeas.
Los cuatro próximos meses serán "una negociación diaria", reconoció el ministro de Trabajo griego, Panos Skourletis.
Mientras tanto, además del propio parlamento griego, otras cámaras europeas, entre ellas, el Bundestag alemán, deben avalar antes del fin de semana la prolongación de la ayuda. Esta etapa debería ser, en principio, una mera formalidad.

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