ATENAS.- El nuevo gobierno
griego reveló el domingo sus planes para elevar el salario mínimo,
continuando con el retroceso en las políticas de austeridad impuestas
tras el rescate internacional, poniendo de relieve los malabarismos a
los que se enfrenta el ejecutivo de Tsipras para persuadir a Europa de
que firme un nuevo acuerdo de deuda.
Después de una primera semana en el cargo llena de
turbulencias, el nuevo gobierno ha dejado claro que no quiere ampliar su
actual acuerdo con la "troika" de la Unión Europea y el Fondo Monetario
Internacional, un programa de apoyo cuyo plazo final termina el 28 de
febrero.
En lugar de plegarse a los términos que le ofrecen,
Tsipras está intentando convencer a sus socios europeos para conseguir
márgen de maniobra mientras trabajan en un nuevo acuerdo que reduzca la
inabordable deuda pública griega, que ya supone más del 175 por ciento
de su PIB.
En su país, donde los griegos han tenido que
enfrentarse a niveles de pobreza y precariedad sin parangón en Europa
Occidental, el gobierno no ha perdido tiempo a la hora de dejar claras
sus intenciones de respetar sus promesas electorales para terminar con
años de dura austeridad.
Ha detenido una serie de privatizaciones que considera
una venta a precio de saldo de los activos estratégicos nacionales, y
anunció planes para reintegrar a miles de trabajadores del sector
público despedidos por la anterior administración.
El domingo, el nuevo ministro de Trabajo Panos
Skourlatis dijo que el gobierno seguiría insistiendo en sus planes para
restaurar el convenio colectivo y aumentar el salario mínimo, que fue
reducido de 751 euros al mes a 586 después del acuerdo de rescate de
2012.
"Hemos dicho que volver a subir el salario mínimo a ese
nivel puede ser un pequeño impulso para la economía", dijo a la
televisión griega. "Cuando le das a la gente ingresos tan bajos, se lo
gastan en las necesidades básicas: leche, pan, un par de zapatos", dijo.
Se espera que Tsipras dé más detalles cuando revele su
programa completo en el parlamento griego en los próximos días.
Skourletis dijo que el gobierno negociaría el aumento del salario mínimo
con la patronal y los sindicatos antes de tomar ninguna acción.
Los socios europeos, incluyendo al líder del grupo de
ministros de economía de la Eurozona, Jeroen Dijsselbloem, ya han dejado
claras sus dudas respecto a que el gobierno de Tsipras pueda mantener
sus promesas electorales al tiempo que mantiene en funcionamiento la
economía, pero aún tienen que ver planes detallados.
El ministro de Finanzas Yanis Varoufakis está listo
para comenzar una ofensiva diplomática en París este domingo, donde se
reunirá con su homólogo francés Michel Sapin y el ministro de Economía
Emmanuel Macron antes de viajar hacia Londres el lunes para encontrarse
allí con el ministro de Finanzas británico George Osborne.
El propio Tsipras partirá esta semana hacia Roma y
París, las dos grandes capitales con más propensión a mostrarse
comprensivas con sus propuestas, llevando a ambos países un llamamiento
para relajar la rígida austeridad presupuestaria de la Eurozona.
También se reunirá con el presidente de la Comisión
Europea, Jean-Claude Juncker, pero aún tiene que anunciar sus planes
para un encuentro con la canciller alemana Angela Merkel o el ministro
de finanzas de ese país, Wolfgang Schaeuble, que hasta ahora ha
rechazado considerar una quita de la deuda griega.
En cualquier caso, ha ganado algo de apoyo después de
que una encuesta publicada el domingo mostrase que hasta seis de cada
diez alemanes quieren que Grecia permanezca en el euro, incluso con la
mayoría oponiéndose a una quita de su deuda.
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