ATENAS.- Dístomo, Kalávrita o
Likiades son solo tres de los muchos nombres de pueblos que se han
quedado grabados en la memoria colectiva de los griegos como paradigmas
de los horrores cometidos por los nazis durante la II Guerra Mundial y
que el Gobierno heleno se ha propuesto honrar exigiendo reparaciones.
En cada uno de estos pueblos, batallones de la Wehrmacht cometieron
matanzas indiscriminadas en represalia por ataques de la resistencia,
dejando en algunos casos sin habitantes a poblaciones enteras.
Algunos de estos pueblos presentaron hace años demandas colectivas contra Alemania, todas ellas sin éxito.
El ejemplo más conocido sea quizás el de Dístomo, 200 kilómetros al
noroeste de Atenas, donde soldados alemanes ejecutaron en junio de 1944 a
casi trescientas personas.
Sus familiares presentaron en los años noventa demandas colectivas
contra la Alemania unificada, que no prosperaron porque la Corte
Internacional de Justicia de La Haya concedió a Alemania la inmunidad
que el Derecho Internacional otorga a un Estado, protegiéndolo así de
toda reclamación particular.
Alemania pudo con ello respirar con "alivio" pues desde 1995 había
recibido más de 50.000 peticiones de compensaciones de guerra, en su
mayoría procedentes de judíos.
Las reclamaciones de particulares solo son uno de los tres
principales componentes del conflicto que ha estado planeando sobre las
relaciones entre Grecia y Alemania en las últimas décadas.
Los otros dos se refieren a la devastación de infraestructuras
durante la ocupación nazi y al crédito que el III Reich obligó al
Gobierno griego a extender al alemán.
Para ambos casos el Gobierno del izquierdista Alexis Tsipras reclama
ahora satisfacción, una petición, por cierto, que no es nueva, pues
ningún Gobierno desistió de pedir reclamaciones, fuera de la tendencia
política que fuera.
El primer acto de Tsipras nada mas jurar el cargo el pasado 27 de
enero fue depositar en Atenas una corona de flores en el monumento a las
víctimas del fascismo, un gesto que los ciudadanos acogieron con
conmoción y que en Alemania causó, por lo menos, extrañeza.
En su primera declaración como primer ministro en el Parlamento
Tsipras fue al grano y anunció que reclamará a Alemania la devolución
del préstamo forzoso y que pedirá reparaciones de guerra para las
víctimas de la ocupación.
"Es un deber moral no solo hacia nuestro pueblo, sino también hacia
todos los pueblos de Europa que lucharon contra el fascismo", dijo.
En Alemania se ha interpretado como un gesto de que Grecia quiere
sanear sus finanzas con dinero alemán. Tsipras sostiene que se trata de
una compensación sobre todo moral.
"El problema no es el capital tangible, sino las cuestiones morales.
El hecho de que Alemania reconozca su deuda, aunque se tratara de un
sólo euro", señaló Tsipras en una reciente entrevista con el semanario
germano "Stern".
Alemania ha venido rechazando toda reclamación con argumentos poco
tangibles, como por ejemplo que la guerra terminó hace 70 años o que ha
aportado mucho dinero a las arcas comunitarias, como si las ayudas de la
Unión Europea que ha recibido Grecia fueran pagos de reparaciones.
Concretamente, se trata del préstamo obligatorio de 476 millones de
reichsmark (moneda utilizada en Alemania hasta 1948) que nunca fue
devuelto a Grecia, y cuyo valor actual ascendería a entre 7.000 y 11.000
millones de euros.
A ello se añadirían reclamaciones por la devastación de las
infraestructuras, costes difíciles de cifrar, pero que, según algunas
estimaciones de expertos, alcanzarían los 162.000 millones de euros, la
mitad de la deuda helena.
Los juristas ven difícil que Grecia realmente pueda lograr el pago de
reparaciones, pero valoran de otra forma la cuestión del crédito,
firmado en 1942 como cualquier préstamo normal, incluidas las
modalidades de pago.
Tal fue la normalidad inicial que los nazis cumplieron sin rechistar
las reglas del contrato y hasta su retirada en octubre de 1944 pagaron
religiosamente los plazos, dejando el crédito inicial de 568 millones de
reichsmark en 476 millones. Una vez en democracia, la República Federal
de Alemania suspendió todo pago.
"Es una lucha como la de David contra Goliat", señaló hace algún
tiempo el ahora eurodiputado izquierdista
Manolis Glezos.
Él en 1941, con apenas 19 años, subió a la colina de la Acrópolis de
Atenas junto a su compañero Apóstolos Santas para arriar la bandera nazi
que las fuerzas de ocupación alemanas habían izado tres días antes.
Fue el primer acto de resistencia contra la ocupación fascista.
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