La chicos de
la Furia Española han ganado unas veces y los helenos otras. Pero ahora
es distinto. No es fútbol, pero puede haber patadas. Todo el mundo está
pendiente del resultado del partido que se está jugando en Europa entre
dos socios en el club de los PIIGS convertidos en rivales por las urnas.
El inimitable ministro griego de Finanzas, Yanis Varufakis, está al
tanto: ‘Nos han advertido de que hay ciertos miembros del Eurogrupo que
quieren derribarnos’.
En
su segunda entrevista con un periódico británico en dos días
dentro de su gira para vender la necesidad de aliviar la deuda
pública griega, Varufakis añade en The Daily Telegraph: ‘Pero también
tenemos apoyos; está equilibrado, mitad y mitad’. Este miércoles
está en Frankfurt, para reunirse con Mario Draghi, el presidente del
BCE que no está nada contento con sus propuestas.
Y mañana, en
Berlín para ver al ogro alemán, el ministro Wolfgang Schäuble. ¿Qué le
dirá? Esto, según le cuenta a Ambrose Evans-Pritchard, del Telegraph:
‘Le diré a Schäuble que podremos ser una chusma de izquierdas, pero
que puede contar con Syriza para limpiar Grecia de cárteles y
oligarquías’.
Mientras, el primer ministro Alexis Tsipras vuela
de Roma a Bruselas y a París. Un frenético despliegue que le empuja
a The New York Times a titular: ‘En su gira, los líderes griegos no
llevan corbata y aspiran a aflojarse los cinturones’.
Lo que
ocurre es que lo que quiere Grecia puede venirle mal a España. O para
decirlo con más precisión, un triunfo de Tsipras podría perjudicar
a Rajoy, una victoria del partido Syriza dañaría al PP y auparía a
Podemos. Eso es lo que está en juego en este año electoral, aparte de
la salvación del euro y el destino de Grecia. Ambrose Evans-Pritchard
lo resume con crudeza: ‘Se dice que los líderes conservadores de
España y Portugal quieren ver el aplastamiento de Syriza’
La
prensa internacional tiene todo esto muy claro. Dos artículos
destacan este miércoles dentro de los análisis de la situación
creada por el vuelco de Gobierno en Grecia. Uno lo firma en la revista
Foreign Policy un antiguo asesor de la presidencia de la Comisión,
Philippe Legrain: ‘Bienvenida a la era de la reacción en contra,
Europa’. Y explica con su conocimiento de los pasillos de
Bruselas: ‘De Grecia a España y Francia, los partidos radicales están
subiendo, y los eurócratas no tienen a nadie a quien culpar más que a
ellos mismos’.
La tesis de Legrain: la victoria de Syriza ‘ha
electrizado a Europa’ y ahí está Podemos a la espera, así como otros
partidos ‘insurgentes’ de izquierda o de derecha en otros países.
Algo lógico después de tantos años de austeridad, con la
particularidad de que los que han hecho los deberes, como España,
Irlanda y Portugal, ahora ‘se ven políticamente expuestos’.
Mientras, el presupuesto de Bruselas de casi un billón de euros sirve
para que ninguno de los eurócratas haya perdido su puesto de
trabajo.
Dice Legrain. ‘El enorme peso de la deuda, mayormente
privada en España y más bien pública en Grecia, está sofocando la
economía y es impagable en su totalidad’. Y se despacha más:
‘Tampoco es políticamente sostenible que la eurozona esté
gobernada de hecho por una Alemania hegemónica que actúa en virtud
de sus intereses estrechos como acreedor en lugar de por los
intereses más amplios de la unión monetaria’. Conclusión: ‘Europa
necesita con urgencia alternativas tradicionales al Merkelismo o
se arriesga a que Le Pen llegue a la presidencia’.
El segundo
artículo es una crónica de fondo de Tobias Buck, corresponsal en
España de Financial Times: ‘España se pone dura con Grecia entre el
desmoronamiento de la solidaridad del sur: Madrid tiene más razón
que la mayoría para abogar por la línea dura con Atenas’. Los datos de
partida son similares, aunque Buck hace notar que Madrid no está en
el itinerario de Tsipras ni de Varufakis. La razón es clara: ese
choque de intereses, tanto económicos como políticos, entre
Madrid y Atenas.
Choque de intereses y cuestión de
ejemplaridad. Si Tsipras consigue un acuerdo favorable para él,
‘¿por qué España no lo ha tenido?’, pregunta Buck para exponer el
papelón que le caería a Merkel, al Eurogrupo y a Rajoy. ¿Tanta
austeridad para que ahora se tenga manga ancha con unos y no con
otros?
Sigue la crónica: ‘Luego está el factor Podemos’. Si
Syriza se sale con la suya, ‘Podemos probablemente se
envalentonaría’ y los españoles verían que votar por la extrema
izquierda ‘podría producir los resultados que no han conseguido
los partidos tradicionales’. La ascensión de Podemos se ha hecho a
costa sobre todo del PSOE. Dilema para Rajoy: empujar a Grecia para
que salga del euro sería calamitoso para la economía española.
Buck
termina donde comenzaron estas líneas, con el choque Atenas-Madrid:
‘Por disparatados que parezcan todos estos factores, hay un tema
común, que España y otros países similares de la periferia europea
ya no sienten que están en el mismo barco que Grecia. En Madrid, eso se
contabiliza claramente como un progreso. En Atenas, debería ser
causa de profunda preocupación’.
Faltan siete días. El
próximo día 11 Varufakis y De Guindos coinciden en el Eurogrupo. Y al
día siguiente, Rajoy y Tsipras se verán en el Consejo Europeo.
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