ATENAS.- Grecia, acorralada, espera que el Banco Central Europeo (BCE) acuda en su ayuda, pero la institución, al mismo tiempo supervisora
de las reformas en Atenas y salvavidas de los bancos y acreedores, se
muestra poco dispuesta a dar su brazo a torcer.
El BCE supervisa
desde 2010, junto al Fondo Monetario Internacional (FMI) y la Comisión
Europea, el cumplimiento de los compromisos por parte de Atenas a cambio
de apoyo financiero y continuará haciéndolo ahora que el programa de
ayuda acaba de ser prolongado.
La lista de nuevas promesas
presentada por Atenas la semana pasada suscitó una reacción tibia del
presidente del BCE, Mario Draghi. Por ello, "no está claro que el BCE
esté dispuesto" a apoyar a Grecia, que espera una ayuda para poder
enfrentarse a sus próximos vencimientos, explica Carsten Brzeski,
economista de ING.
Atenas desearía poder pedir prestado más, en
forma de obligaciones a corto plazo. Esos bonos del Tesoro son, por el
momento, su único ingreso posible. Pero el BCE y las dos otras
instituciones, que forman la 'troika', no están dispuestas a revisar al
alza el límite impuesto por el programa de ayuda de 15.000 millones de
euros.
A principios de
febrero, el consejo de gobernadores del BCE, que se reunirá el jueves,
eliminó una excepción que permitía a los bancos refinanciarse ofreciendo
la deuda griega como garantía. Mientras el BCE no evalúe los esfuerzos
de reforma de Atenas, no restablecerá ese régimen de favor.
Desde
que ese grifo se cerró, los bancos prestan al Banco de Grecia en peores
condiciones, en virtud de un mecanismo de urgencia (ELA), renovado
periódicamente por el BCE, que también también fija el tope. La reunión
del jueves será la ocasión de volver a tratar el asunto.
El BCE
pidió a los banco griegos que detuvieran la compra de bonos del Tesoro
griego, de los que hoy son los principales poseedores, y los préstamos
de urgencia podrían detenerse si los bancos no dan su brazo a torcer.
El
ministro griego de Finanzas, Yanis Varoufakis, considera que el BCE
debe 1.900 millones de euros a su país y querría emplearlo para pagar
una deuda con el FMI que vence este mes. Esos 1.900 millones
corresponden a una ganancia del BCE sobre obligaciones griegas.
En
2010, la institución decidió comprar deuda soberana a los países más
afectados por la crisis de la deuda; cuando esos títulos llegaron a su
madurez, el BCE logró ganancias, que redistribuyó entre los bancos
centrales de la eurozona.
Para acceder a su parte -sus socios
accedieron a que las ganancias "griegas" le fueran devueltas a Grecia-,
Atenas debe "adecuarse al programa", insistió Draghi. Y de todas formas,
ese dinero ya fue entregado a los bancos centrales de la zona euro.
"Es
el dinero del pueblo griego", insistió Varoufakis el sábado, "¿Por qué
nos deben evaluar antes de entregárnoslo?", se preguntó.
Con
las obligaciones que tiene en cartera, el BCE detenta unos 27.000
millones de euros de deuda griega. Ni hablar de reestructurarla,
advirtió en enero Benoît Coeuré, uno de los directores de la
institución.
Si esa deuda siguiera en manos de bancos o de fondos,
habría sido parcialmente eliminada durante una reestructuración llevada
a cabo en 2012, razona Varoufakis.
A medida que esas
obligaciones llegan a vencimiento, Atenas debe reembolsarlas, por lo
que, para verano, el gobierno heleno deberá 6.700 millones de euros al
BCE.
Grecia
no podrá beneficiarse en un primer momento de "generosidad" de la
institución europea, el muy esperado programa de "expansión
cuantitativa" (EC), según el cual, el BCE comprará deuda pública y
privada hasta septiembre de 2016 por valor de al menos en total 1,100
billones de euros.
Según las reglas fijadas, el BCE no podrá
poseer más de un tercio de las obligaciones en circulación de un
determinado país. En vista de lo que tiene en cartera en este momento,
habrá que esperar hasta el verano al vencimiento de títulos antes de
volver a comprar deuda griega.
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