TRÍPOLI.- El petróleo está más que nunca en
el corazón del conflicto político-militar en Libia, donde dos gobiernos
rivales se disputan el control de la industria del oro negro,
prácticamente la única fuente de ingresos del país.
Como muestra
de esta lucha, el gobierno reconocido por la comunidad internacional,
exiliado en el este del país, recientemente anunció su ruptura con la
Compañía Nacional Libia de Petróleo (NOC) y la puesta en marcha de una
estructura competidora.
La NOC está basada en Trípoli y, por
ello, bajo el control de la coalición de milicias, incluidas varias
islamistas, Fajr Libya (Amanecer de Libia), instalada en la capital
desde el pasado verano.
Las autoridades establecidas en Tobruk y
Al Baida, en el este del país, y dirigidas por Abadalá al Theni
ordenaron "a las compañías y las sociedades que tengan contratos de
petróleo y de gas con Libia que respeten la legitimidad y no traten" más
que con la nueva NOC con base en Bengasi, segunda ciudad del país.
Con
"dos gobiernos, dos Parlamentos, dos gobernadores del mismo banco
central y ahora dos compañías nacionales de petróleo, la situación se ha
hecho muy complicada", subraya Valérie Marcel, investigadora en el
instituto Chatham House en Londres. "Eso refuerza todavía más la
incertidumbre y la complejidad" para los compradores de petróleo libio,
según ella.
El analista de Lipow Oil Associates Andy Lipow
destacó recientemente, sin embargo, que "los problemas libios fueron
asimilados desde hace un tiempo" por los mercados.
Otrora
próspera, la industria petrolera no es más que la sombra de lo que desde
que el país se sumiera en la anarquía tras la caída del régimen de
Muamar Gadafi en 2011.
Libia, que alberga las mayores reservas de
África con cerca de 48.000 millones de barriles, no produce más que
unos 350.000 barriles diarios, según las estimaciones.
Antes de
la revuelta de 2011, la producción se elevaba a más de 1,5 millones de
barriles diarios, representando el 95% de las exportaciones del país y
el 75% de sus ingresos.
Las infraestructuras petroleras son el
blanco de los ataques de los grupos rivales, en especial, las terminales
implantadas en el este.
Uno
de los últimos comportó la captura de nueve extranjeros que trabajaban
en el campo petrolero Al Ghani (en el sur). Fuentes libias atribuyeron
este ataque a los yihadistas del grupo Estado Islámico (EI), el que
tiene más presencia en el país.
Unos días antes, la NOC había
declarado "el estado de fuerza mayor" en once campos petroleros, entre
ellos, Al Ghani, después de que se multiplicaran los ataques. Este
estado, que se invoca en circunstancias excepcionales, permite exonerar
de toda responsabilidad a la NOC si no se respetan los contratos de
entrega de petróleo.
El gobierno reconocido advirtió "contra toda
transacción" fuera de la nueva NOC, que está "llamada a supervisar las
operaciones de venta y las exportaciones de petróleo de los campos bajo
el control del gobierno legítimo".
"La decisión del gobierno nos
da una cobertura política", explicó Mabruk Abu Seif, director de
la nueva NOC. La compañía velará para que los clientes que traten con
otras partes "no tengan su parte en futuros contratos", advirtió.
La
NOC basada en Trípoli contraatacó el jueves rechazando toda acusación
contra las milicias o los partidos políticos, afirmando su "neutralidad"
y pidiendo a los beligerantes que dejen al sector petrolero "fuera de
los enfrentamientos políticos".
Esta neutralidad fue puesta en
duda por el viceprimer ministro del gobierno reconocido, Abdel Salam al
Badri, para quien tratar con la NOC de Trípoli equivale a "financiar a
grupos clasificados como terroristas" por su gobierno.
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