LONDRES.- A pesar de un reciente incremento, el precio del petróleo se desplomó casi en un 50% en los últimos seis meses tras el declive más prolongado en 20 años. Y sabemos cuáles son las causas. El petróleo de
esquisto de Estados Unidos y en menor medida la reanudación de las
exportaciones libias aumentaron la oferta, mientras que las economías de
China y Europa redujeron la demanda.
Si agregamos a esto que un dólar fuerte encarece el petróleo, afectando aún más la demanda, tenemos todos los ingredientes para un colapso de los precios. Pero lo que suceda de ahora en adelante es más difícil de desentrañar.
El actual auge del esquisto en EE.UU. no da señales de disminuir y
existen dudas sobre la fortaleza de la economía global. Estos factores
son dos buenos motivos para creer que los bajos precios del petróleo continuarán por algún tiempo.
Las condiciones actuales son precisamente aquellas en las que la
Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP) solía intervenir
reduciendo la producción para apuntalar los precios.
Pero en esta ocasión la OPEP no actuó. En una decisión histórica, la organización dijo a fines del
año pasado que no solo no intervendría para reducir su actual producción
de 30 millones de barriles al día, sino que no tenía intenciones de
hacerlo ni siquiera si el precio caía a 20 dólares por barril.
Y no se trató de palabras al viento. A pesar de una furiosa oposición
por parte de Venezuela, Irán y Argelia, el "zar" de la OPEP, Arabia
Saudita, simplemente se negó a rescatar a sus socios más vulnerables.
Muchos miembros de OPEP necesitan un precio de 100 dólares o más por barril para mantener el equilibrio fiscal en sus economías.
Arabia Saudita, en cambio, tiene reservas estimadas de petróleo de 900.000 millones de dólares y puede darse el lujo de esperar y observar las condiciones del mercado.
Poco más del 30% del crudo mundial viene de los países de la
OPEP. El porcentaje era de casi 50% en la década del 70, pero los
productores de petróleo de esquisto de EE.UU. han inundado el mercado
con una producción cercana a los cuatro millones de barriles diarios.
En estas condiciones, "¿cómo puede esperarse que alguien
deliberadamente reduzca la producción para apuntalar los precios?",
argumentó recientemente la OPEP.
Arabia Saudita tampoco está dispuesta a reducir su dominio en el mercado mientras sus
competidores, especialmente los productores de esquisto en EE.UU.,
prosperan.
Las implicaciones de la decisión de la OPEP de no intervenir van mucho más allá del impacto en los precios.
"Hemos entrado a un nuevo capítulo en la historia de los mercados del petróleo,
que está comenzando a operar más como un mercado de commodities y no
como un cartel", aseguró Stuart Elliott, especialista en temas
energéticos de la consultora Platts.
El cambio se ha hecho sentir en muchas partes de la industria y podría tener consecuencias importantes durante años.
Es probable que el precio del petróleo se mantenga por
debajo de 100 dólares durante varios años, debido tanto a la negativa de la
OPEP a intervenir como a reducción en la demanda por la ralentización de
la economía global.
El mercado de futuros indica que el precio podría recuperarse
levemente y llegar a 70 dólares en 2019. Pero la mayoría de los expertos
coincide en un precio probable de entre 40 y 80 dólares en los próximos
años. Intentar hacer una predicción más exacta es una pérdida de tiempo.
Con estos precios, muchas explotaciones dejan de ser rentables.
Las operaciones más afectadas son aquellas de reservas de acceso
difícil y costoso, como los pozos de gran profundidad en el mar.
La explotación de petróleo en el Ártico, por
ejemplo, no es rentable a menos de 100 dólares el barril, según Brendan
Cronin, de la consultora Poyry Managing Consultants, por lo que los
planes de perforaciones en zonas polares podrían ser postergados.
La producción del Mar del Norte también corre riesgo. Nuevas
perforaciones requieren un precio de al menos 70 a 89 dólares para ser
rentables.
En una entrevista reciente con Platts, el jefe de Oil & Gas UK,
la asociación que reúne varias empresas de explotación de gas y crudo,
dijo que a un precio de 50 dólares el barril la producción del Mar del Norte
podría caer un 20%. Esto afectará no sólo a las petroleras sino también a
la economía escocesa.
La exploración en sitios de reservas no confirmadas en el sur y oeste de África también se verá paralizada.
¿Y qué sucederá con las operaciones de fracking, la controvertida técnica utilizada para obtener gas y petróleo de esquisto?
Los costos varían, pero según Scotiabank los productores de EE.UU.
requieren un precio de cerca de 60 dólares para que sus explotaciones sean
rentables.
Las grandes empresas ya están sufriendo el impacto de la caída en los
precios. Las acciones de BP, Total y Chevron cayeron un 15% en los
últimos seis meses.
Y hay cientos de compañías más pequeñas con un futuro incierto,
incluso en EE.UU, donde las empresas de esquisto obtuvieron préstamos
por 160.000 millones de dólares en los últimos cinco años, esperando precios más
altos que los existentes hoy en día.
Las compañías de servicios en el sector petrolero también están
sintiendo las consecuencias. El mes pasado, Schlumberger, la mayor
empresa del mundo de servicios a yacimientos de petróleo, anunció el despido de 9.000 trabajadores de un total de más 120.000 en unos ochenta países.
El sector de renovables también se ha visto afectado. En Medio
Oriente y partes de América del Sur y América Central, el petróleo
compite directamente con energías renovables para la generación de
electricidad. Si el crudo es barato, habrá menos inversion especialmente
en paneles solares.
La caída en el precio del petróleo ha llevado a una
reducción en el precio del gas, un competidor directo del sector de
renovables que podrían requerir nuevos subsidios.
La disminución en el precio del crudo y el gas hace mella en uno de
los principales argumentos para invertir en renovables: que el precio de
los combustibles fosiles seguirá en aumento.
El impacto ya es palpable. Las acciones de Vestas, la principal
productora de turbinas eólicas, cayeron un 15% en los últimos seis
meses. Y las acciones del gigante chino de producción de paneles solares
JA Solar se desplomaron un 20%.
Los bajos precios del petróleo también son un dolor
de cabeza para los fabricantes de autos eléctricos. En Estados Unidos,
la venta de automóviles híbridos está cayendo mientras que se ha
disparado la de vehículos todoterreno.
Los efectos dominó de una caída sostenida en los precios del petróleo son extensos y profundos.
Pero mientras que la decisión de Arabia Saudita de no intervenir
puede ser histórica, los mecanismos autoregulatorios del mercado siguen
intactos: si los precios bajan la producción cae, si la demanda baja los
precios suben.
Como una consecuencia directa de la caída en los precios la
exploración y producción disminuirán y aunque sea un proceso que lleve
años, eventualmente esta reducción en la oferta hará que los precios
suban.
Después de todo, a pesar de la entrada de cientos de pequeñas
empresas al mercado, las grandes compañías que pueden controlar la
oferta aún son muy pocas como para hablar de un mercado libre.
Pero soplan verdaderos vientos de cambio. Existe un consenso
creciente de que los combustibles fósiles deben permanecer en la tierra y
no ser explotados si el mundo espera cumplir sus metas en torno al
cambio climático y evitar niveles peligrosos de calentamiento global.
Es solo cuestión de tiempo hasta que se introduzca precios del
carbono, sancionando económicamente a las empresas que más contaminen. Y
estas medidas tendrán un impacto profundo en el mercado global de
petróleo.
Por otra parte, por primera vez el petróleo enfrenta a un verdadero competidor en el sector de transporte, que representa más de la mitad del consumo global de crudo.
Los autos eléctricos son por ahora un sector reducido, pero a medida
que avance la tecnología y haya baterías más eficaces y duraderas, estos
vehículos serán mucho más comunes, lo que reducirá significativamente
la demanda de crudo.
El mercado de petróleo está sufriendo grandes transformaciones, pero se avecinan cambios aún más profundos.
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