MILÁN.- Tres semanas antes de que la Expo
de Milán abra sus puertas el 1 de mayo, el salón de muestras aún se
encuentra en medio de camiones y trabajadores que ultiman la
construcción de las instalaciones, después de sufrir retrasos,
corrupción y sobrecostes.
Pero el primer ministro Matteo Renzi está contando con
que el evento afiance los tenues signos de recuperación y así ayude
dotar a Italia de una cara más moderna después de los años de recesión.
Las autoridades esperan unos 20 millones de visitantes
durante los seis meses que durará la exposición de productos y
tecnología procedente de todo el mundo. Tienen la esperanza de que el
evento atraerá 10.000 millones de euros, la mitad gracias a visitantes
extranjeros.
Ya se han vendido unos nueve millones de entradas, un
tercio de ellas fuera de Italia, para un evento que busca ampliar su
atractivo con exposiciones interactivas, tales como un supermercado del
futuro, programas y eventos culturales en un estadio, así como un lago
artificial.
"La Expo será la prueba de fuego para las grandes
ambiciones que tiene Italia", dijo Renzi en un discurso en Milán el mes
pasado. "Con la Expo vamos a ser capaces de ver lo que Italia será en
los próximos años".
Concebido como la celebración de la apertura de Milán
ante el mundo y la exploración de nuevos enfoques para la alimentación
sostenible, hasta el momento el evento ha destacado por una corrupción
crónica y por unos residuos que desde hace décadas han asolado los
proyectos de obras públicas en Italia.
Varios altos funcionarios, entre ellos el ex gerente de
contratación pública de la Expo, fueron arrestados el año pasado y el
evento pasó a ser supervisado por la autoridad nacional de lucha contra
el soborno en un intento por garantizar la transparencia.
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