HONG-KONG.- La compra masiva de
viviendas en Hong Kong, una de las ciudades más caras del mundo, por
parte de clientes de China ha contribuido a crear una irreal burbuja
inmobiliaria donde los precios siguen subiendo totalmente al margen del
devenir económico y social de la excolonia británica.
Según datos del departamento de Clasificación y Valoración del Suelo
del Gobierno de Hong Kong de septiembre de 2014, el coste promedio de
una vivienda de menos de 40 metros cuadrados era de entre 600.000 y
700.000 dólares, situando a esta ciudad como la más cara del mundo a la
hora de asegurarse un techo.
En la excolonia se ha convertido en una imagen común ver a
potenciales compradores hablando mandarín (la lengua oficial de China,
mientras que en Hong Kong se habla cantonés) los fines de semana
paseándose entre impactantes propiedades inmobiliarias de la ciudad.
Otros optan por hacer sus inversiones tras varias ojeadas a archivos
electrónicos con fotos de inmuebles y toman su decisión a miles de
kilómetros de distancia.
"Muchos de ellos nunca llegan a ver las propiedades que compran lo
hacen a distancia y automáticamente las alquilan. Se trata de una simple
operación de inversión que en esta ciudad genera miles de millones de
ganancias en periodos de tiempo relativamente cortos", explicó
Lourdes Hernansanz, consultora inmobiliaria para el departamento de
vivienda internacional de Sotheby's en Hong Kong.
"En los últimos años es fácil encontrar ejemplos de viviendas que se
compraron por cinco millones de dólares de Hong Kong (unos 650.000
dólares) y fueron vendidas cuatro años después por 20 millones (más de
2.500.000 dólares)", señaló Hernansanz.
"Hong Kong es un mercado seguro que da confianza a inversores de todo
el mundo y donde los impuestos son bajos, premisas que hacen de este
lugar perfecto para invertir", opinó la consultora.
Las medidas para enfriar un mercado en ebullición parecen sólo alcanzar a las viviendas de precio medio-alto.
Gravar con más impuestos a inversores extranjeros o aumentar a dos
años el periodo legal para poder vender una vivienda recién adquirida
para frenar la especulación han logrado frenar las ventas pero no
enfriar un mercado que vive al rojo vivo.
El pasado abril otro nuevo dato corroboraba esta evidencia: un
comprador se hacía con la vivienda más cara de Asia, un inmueble en la
planta 45 de un edificio del centro de Hong Kong, de 430 metros
cuadrados, por 56 millones de dólares.
En una ciudad con precios inmobiliarios de este calibre y cuyo
salario medio mensual roza los 1.900 dólares, según datos del Gobierno
correspondientes al segundo trimestre de 2014, la vivienda asequible
para muchos hoy en día significa un piso de 20 metros cuadrados.
Lejos de ser un fenómeno puramente local, -casos similares pueden
verse en Londres o Nueva York-, lo cierto es que la gente de Hong Kong
está acostumbrada a vivir en estas microviviendas desde hace décadas, a
través del recurrente método de subdividir ilegalmente viviendas
unifamiliares.
Constructores y arquitectos han encontrado ahora una nueva fórmula
legal para esa situación, los "miniapartamentos", un lucrativo mercado
para un sector que no conoce límites en Hong Kong.
En agosto de 2014 Henderson Land, una de las más poderosas
constructoras locales, sacó a la venta viviendas de hasta 15 metros
cuadrados, y lo que para la mayor parte del mundo equivale al tamaño de
una habitación se llegó a vender por 470.000 dólares.
El mes siguiente fueron dos constructoras más las que anunciaron más
de 4.000 viviendas de proporciones aproximadas, viendo en estos
inmuebles el filón en esta nueva forma de estrujar, si es posible aún
más, el espacio en Hong Kong.
"Desde el punto de vista de los promotores, la demanda de este tipo
de viviendas reduce su riesgo de inversión," señaló Victor Chung,
agente inmobiliario para Cheung Kong Holding.
¿Hacia donde camina esta tendencia? De momento parece ofrecer pocos
cambios, augura Hernansanz, quien cree que será a largo plazo, poniendo
vistas en 2047.
Todo el suelo de Hong Kong es propiedad de su Gobierno, que lo
alquila a grandes constructoras a cambio de suculentas cantidades de
dinero que engorda las arcas públicas.
Una práctica heredada del Imperio Británico cuando éste tomó control de la isla en 1841.
En mayo de 1985 China y Reino Unido firmaron los términos del
traspaso de la hoy región china, que entró en vigor en 1997, a través
del modelo "un país dos sistemas", otorgándole cierto grado de
independencia a la isla y que incluía también los contratos de alquiler
vigentes en el momento.
Un acuerdo que cuenta con una vigencia de 50 años, hasta 2047, cuando
el Gobierno chino tendrá en exclusiva en sus manos el devenir de esta
ciudad donde tener casa es cada vez más difícil.
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